En tiempos de incertidumbre: análisis, rigor y consenso
Es imprescindible superar la brecha en materia de productividad que venimos arrastrando desde hace décadas
Las tensiones económicas y geopolíticas acumuladas desde la crisis de 2008, unidas a las decisiones más recientes de los líderes internacionales y al devenir nacional de esta última parte de la legislatura, configuran un entorno de incertidumbre que condiciona las decisiones económicas, tanto personales como empresariales.
Esta dinámica, iniciada con la crisis inmobiliaria y continuada con la transformación de los patrones políticos clásicos, se ha intensificado a raíz de la pandemia de la covid la disrupción de las cadenas de suministro y, posteriormente, la invasión de Ucrania, que h...
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Las tensiones económicas y geopolíticas acumuladas desde la crisis de 2008, unidas a las decisiones más recientes de los líderes internacionales y al devenir nacional de esta última parte de la legislatura, configuran un entorno de incertidumbre que condiciona las decisiones económicas, tanto personales como empresariales.
Esta dinámica, iniciada con la crisis inmobiliaria y continuada con la transformación de los patrones políticos clásicos, se ha intensificado a raíz de la pandemia de la covid la disrupción de las cadenas de suministro y, posteriormente, la invasión de Ucrania, que ha alterado radicalmente el panorama energético. A estos factores se suman los conflictos en Oriente Medio, las amenazas arancelarias de la administración Trump y otros factores adicionales en el ámbito nacional. En conjunto, todos estos elementos influyen de forma directa en la inversión, el ahorro y la actividad empresarial.
Esta percepción de incertidumbre se refleja con claridad en los resultados del Barómetro Económico del Consejo General de Economistas (CGE) correspondiente al primer semestre de 2025. Este informe, elaborado por el Servicio de Estudios del CGE en colaboración con el Registro de Economistas Expertos en Marketing (EMK-CGE), recoge la opinión de economistas colegiados de toda España sobre la coyuntura económica nacional. Según sus resultados, más de la mitad de los participantes (54,3 %) considera que la economía ha empeorado respecto al semestre anterior, y un 56,4 % anticipa un deterioro adicional en los próximos seis meses, en línea con las previsiones de crecimiento más recientes.
Tanto nuestras propias estimaciones como las últimas previsiones de la AIReF sitúan el crecimiento del PIB español en el 2,3 % para este año, frente al 2,6 % estimado al inicio del ejercicio. Si bien las causas de esta revisión son diversas, resulta evidente –barómetro tras barómetro– que existen factores estructurales que afectan de forma directa a la competitividad, tales como la presión fiscal, los costes laborales y las dificultades persistentes de las pymes para atraer y retener talento.
En este contexto, se vuelve imprescindible generar un entorno de acuerdos entre todas las partes afectadas que permita afrontar estos desafíos de manera realista y efectiva. En la misma línea, el Barómetro pone de relieve un juicio mayoritariamente negativo respecto al impacto potencial de una eventual reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales: un 62 % de los economistas participantes en este estudio considera que esta medida afectaría negativamente a la productividad, y un 73 % prevé un efecto adverso sobre los rendimientos de las pymes.
Estos resultados reflejan una inquietud generalizada entre los economistas con mayor proximidad al tejido empresarial, especialmente al de menor dimensión. En un contexto donde muchas pequeñas y medianas empresas ya enfrentan serias dificultades para mantener márgenes operativos, atraer talento o cubrir perfiles técnicos, aplicar una reducción de jornada de manera homogénea y sin matices podría acentuar los problemas existentes y generar desequilibrios adicionales.
Toda reforma laboral de impacto debería acompañarse de medidas de apoyo adaptadas al tamaño y a las características de las compañías, evitando soluciones únicas que no contemplen la diversidad del tejido productivo. Si se opta por avanzar en esta dirección, sería necesario hacerlo con gradualidad, flexibilidad y realismo, teniendo en cuenta tanto la situación sectorial como el grado de madurez tecnológica de cada organización.
Además, una eventual reducción del tiempo de trabajo solo resultará viable y sostenible si se acompaña de un proceso decidido de modernización, incorporando herramientas como la inteligencia artificial, cuyo potencial para mejorar la eficiencia ya es evidente en numerosos sectores. Sin este tipo de apoyos, el riesgo de comprometer la productividad y, con ella, la competitividad empresarial, sería elevado.
Solo será posible mantener –o incluso aumentar– la productividad con menos horas de trabajo si se dispone de las herramientas tecnológicas adecuadas y de una estrategia formativa alineada con las nuevas exigencias del entorno económico. Es imprescindible superar la brecha en materia de productividad que venimos arrastrando desde hace décadas y que limita nuestro crecimiento potencial. Este reto, aunque conocido, se vuelve aún más acuciante en el actual contexto de incertidumbre.
Los datos del Barómetro así lo reflejan: sin mejoras sostenidas en productividad, cualquier reforma que incremente la presión fiscal o los costes laborales puede tensionar aún más el sistema económico. La competitividad no depende exclusivamente del marco fiscal o laboral, sino del conjunto de condiciones que permiten a las empresas innovar, atraer talento, exportar y crecer. Si estos factores no se abordan de forma decidida, nuestro crecimiento estructural seguirá siendo débil y excesivamente dependiente de estímulos externos.
En definitiva, semestre tras semestre, el Barómetro nos lanza mensajes claros: las decisiones deben ajustarse a las realidades concretas de cada sector y territorio, y han de estar guiadas por la flexibilidad, el diálogo y el análisis técnico. La economía española se enfrenta a un reto de gran envergadura que exige gestionar el cambio con rigor y sin improvisaciones, especialmente en tres frentes clave: la incertidumbre, la productividad y la competitividad.
Miguel A. Vázquez Taín es presidente del Consejo General de Economistas de España.