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La economía se ha italianizado: no se cree a los políticos. Puede ser temerario

El Gobierno español está muy débil y la prima de riesgo, en mínimos de 15 años, mientras Wall Street apuesta por que Trump no hará lo que dice

Este artículo es un extracto de la primera newsletter semanal “La selección del director de Cinco Días” que ha enviado Ricardo de Querol. Puede apuntarse a la newsletter en este enlace.

La economía está muy revuelta, pero no tanto como la política. El mundo se está italianizando, ese concepto que se refiere a que, en la Italia de la segunda mitad del siglo XX, la actividad económica marchaba a toda máquina a pesar de una endémica inestabilidad política. Se sucedían gobiernos de corta duración, la actividad legislativa sufría frecuentes parálisis, pero las empresas seguían produciendo, innovando y exportando.

Recurro al viejo ejemplo italiano, no tanto por la brevedad de los gobiernos, también hoy débiles por la fragmentación de los parlamentos, sino por la volatilidad extrema de las decisiones políticas. Y, en particular, las que se toman en el país más poderoso del mundo: EE UU. Los mecanismos multilaterales están saltando por los aires, golpeados por la primera potencia, y las idas y venidas sobre asuntos económicamente muy sensibles, como los aranceles, impactan de lleno en la previsibilidad del marco en el que se mueven las empresas. Al dinero le gusta saber en qué campo va a jugar.

En medio de la bronca política permanente en que vive España, la prima de riesgo se ha instalado en torno a los 60 puntos, que son los niveles más moderados desde 2010. Un Gobierno muy golpeado por los escándalos, sin Presupuestos y sostenido por una muy precaria mayoría parlamentaria convive con una robusta economía, que está entre las que más crecen de la zona euro; también la creación de empleo ha marcado cifras récord. Toda Europa se está beneficiando de un cierto flujo de capital hacia la deuda de países de la UE, lo que explica la contención de la prima. Sin embargo, el tirón de la actividad española es excepción en una UE de crecimiento anémico.

Wall Street está en zona de máximos pese a que el crecimiento de la economía de EE UU sí se ha resentido de las erráticas políticas de Trump (fue negativo en el primer trimestre en un 0,2%) y de que la ley “grande y hermosa” (que impone rebajas fiscales a los ricos a costa de las ayudas a los pobres) va a disparar el déficit de EE UU hasta el entorno del 7% en lo que queda de década. Con todo esto, y con la independencia de la Reserva Federal amenazada, el S&P 500 se ha instalado sobre los 6.200 puntos, su máximo histórico. Ni siquiera la guerra arancelaria perturba a los inversores, pero en ese caso entramos en la estrategia TACO, por Trump Always Chickens Out, que podemos traducir así: Trump siempre se acobarda. Las idas y venidas le han quitado toda credibilidad a las palabras del inquilino de la Casa Blanca. El mercado ya no se pone nervioso cuando amenaza con apocalipsis comerciales.

Que eso esté pasando no asegura que vaya a seguir pasando. Sí hay efectos inmediatos de decisiones políticas, que no siempre son los esperados. Los recortes fiscales de Trump han excitado a Wall Street, pero han agravado las dudas sobre el dólar, cada vez más débil frente al euro. A dónde puede llevar esa tendencia a medio plazo, o tras un movimiento brusco, es aún una incógnita.

Quizás menospreciar los riesgos sea temerario. ¿En qué momento pueden los políticos pinchar la economía? Si de verdad se abre una guerra arancelaria a gran escala, la economía mundial recibirá un golpe durísimo (también, quizás sobre todo, Estados Unidos) y volverá a asomar el fantasma de la inflación. No es el único riesgo geopolítico en un planeta que se ha acostumbrado a dos guerras enquistadas, en Ucrania y en Palestina, con demostrada capacidad de inflamación regional. Confiar en que Trump se acobardará, o que calibrará sus actos más que sus palabras, no deja de ser pura intuición, o wishful thinking. El mercado puede equivocarse al prestar poca atención a sus bravuconadas, como lo ha hecho en otros momentos de la historia.

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