La sobriedad es el camino para los megabancos de EE UU

En medio de la fiesta del segundo mandato de Trump, JP Morgan apuesta por la prudencia

Jamie Dimon, presidente y CEO de JP Morgan.Brendan McDermid (REUTERS)

Los inversores y los CEO están salivando ante la perspectiva de cuatro años más de Donald Trump. Para los grandes bancos, no es tan sencillo.

El jefe de JP Morgan, Jamie Dimon, reconoció optimismo al presentar resultados el miércoles. Los instintos animales en alza benefician a su acción, que cotiza a 2,6 veces el valor contable tangible, frente a 2,3 el día de las elecciones. Incluso el eterno rezagado Citigroup ha visto subir su múltiplo hasta 0,9 desde 0,7.

Es fácil justificar el regocijo. La Fed ha suavizado un controvertido plan para aumentar en un quinto el capital de absorción de pérdidas que deben mantener los bancos. Los ajustes anunciados en los test de estrés podrían liberar aún más sus arcas, y los reguladores nombrados por Trump podrían magnificar esos cambios. Mientras, el aumento de los retornos de la deuda pública debería de prolongar un auge de años en los ingresos netos por intereses. Dimon dijo en octubre que esta cifra sería inferior a 87.000 millones de dólares en 2025, excluyendo los negocios de mercados. Ahora calcula que será de 90.000 millones.

Quizá sorprenda, pues, que Dimon se ciña al relativamente prudente balance de JP Morgan, con muchos activos en efectivo y unos 50.000 millones de excedente de capital propio (estimamos). Es que es difícil poner el capital a trabajar. Entre las opciones figuran las fusiones y la recompra de acciones, ambas muy caras, dados los altos múltiplos. Y usar la capacidad sobrante para impulsar los préstamos puede requerir dar servicio a prestatarios indebidamente más arriesgados. Dimon también se opone a pagar un dividendo especial gigante; prefiere mantener abiertas las opciones.

Y tiene sentido que JP Morgan, Citi o Bank of America prefieran poseer valores seguros a corto plazo y efectivo. Claro que podrían tratar de exprimir los ingresos reequilibrando sus carteras hacia los bonos a largo plazo, que una vez más rinden más que los de vencimientos más cortos. Pero sería, por ahora, un aumento modesto: la deuda a 10 años ofrece solo 0,4 puntos más que los de 2 años. El peligro de incurrir en pérdidas por adelantarse demasiado a un nuevo aumento de la pendiente es primordial, sobre todo por las potencialmente inflacionarias políticas de Trump. Por eliminación, la prudencia parece lo correcto, incluso mientras el resto del sector se vuelve loco.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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