La banca se prepara para el invierno
Necesitan las entidades el colchón de deuda del Tesoro, para evitar decepciones de cara a los siempre exigentes mercados
No hacen cola en la puerta del Banco de España, como los disciplinados ahorradores domésticos, pero las entidades financieras han participado, a la par que los ciudadanos, de la fiebre por las atractivas rentabilidades de la deuda del Tesoro. Una cierta paradoja teniendo en cuenta que, precisamente, el furor por las letras es una consecuencia directa de la pereza con la que los bancos han trasladado a los depósitos las subidas de los tipos de interés de referencia.
Así, los bancos españoles han adquirido 20.000 millones de euros en deuda del Tesoro en los últimos 12 meses, cantidad que está solamente algo por debajo de los 27.000 millones de euros que han atesorado los pequeños inversores en letras del Tesoro. Cierto es que la base de partida es bien diferente: insignificante en el caso de los minoritarios, muy amplia para la banca.
El motivo de fondo, en todo caso, es el mismo: las fuerzas tectónicas de los tipos de interés. La banca ha amasado resultados récord con el viento de cola de los tipos altos: la contención en la retribución de los depósitos contrasta con unos intereses que se cobran, mayoritariamente, a un tipo ligado al euríbor. Un entorno que ha disparado el margen de intereses, pero que en ningún caso iba a durar para siempre, y cuya ventana de oportunidad se está cerrando. El sector, aunque comparte con los hogares la sencilla motivación de la alta rentabilidad, ya se está preparando para el invierno de los tipos de interés, cuando el margen de intereses volverá a un entorno normal: las ventas de deuda compensarán parte de esta caída de ingresos, como ya hicieron años atrás.
Necesitan las entidades este colchón, para evitar decepciones de cara a los siempre exigentes mercados. No es la única prevención adoptada en este sentido: la apuesta por las recompras masivas de acciones permitirá al sector limitar o esquivar las reducciones del dividendo cuando el beneficio ya no alcance los récords de etapas anteriores.
Estas cautelas también devuelven a la actualidad el impuesto sobre la banca, planteado en términos de tasa extraordinaria, dado que el entorno de tipos al alza, economía pujante y morosidad a la baja, es difícilmente repetible. Lejos de la excepcionalidad, se trata de un impuesto que parece destinado a prorrogarse. En su configuración actual, tendría en cuenta el margen bruto, es decir, incluyendo comisiones y resultado de operaciones financieras. Su diseño ha sido, y sigue siendo, ampliamente discutido por el sector financiero.