La universidad española y su lejanía del mundo laboral

En seis años, cae el número de ingenieros (-9%) y médicos (-1,5%), los más demandados y mejor pagados, y sube el de periodistas (10%)

Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía, de la Universidad Politécnica de Madrid.Pablo Monge

La evolución del número de graduados en España y el de las plazas que ofertan las universidades no guarda demasiada correlación con lo que necesita y demanda su economía para seguir creciendo. Resulta estrambótico que carreras del ámbito de las ciencias sociales, periodismo y documentación hayan puesto en el mercado a un 20% más de egresados (licenciados antes de la Reforma de Bolonia) en los últimos seis años, a la vez que desciende casi un 18% el de los titulados en ingeniería, industria y construcción, según pone de manifiesto el informe La empleabilidad de los jóvenes en España 2024: ¿cómo es la inserción de los graduados universitarios?, elaborado por la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD), reconocida por sus estudios y propuestas sobre el mundo universitario.

Belén Trincado Aznar

Este informe recoge una serie de criterios económicos objetivos que sirven para establecer cuáles son las carreras con mayor empleabilidad –para lo cual, mide la tasa de afiliación media y la duración de los contratos y de la jornada– y mejores condiciones económicas –identificadas por el porcentaje de graduados que está en el grupo de cotización de los titulados y la base media de cotización anual–. El trabajo analiza la situación concreta en la que se encuentran, en esos parámetros, los estudiantes graduados desde 2018 y que estaban dados de alta en la Seguridad Social en 2022. Por tanto, se trata de datos concretos, no de encuestas o percepciones; es un fiel retrato de la realidad.

Estas cinco variables colocan en el top 5 a diferentes especialidades de ingeniería, informática, medicina y servicios de transporte terrestre. Medicina sale con la base de cotización más alta (39.776 euros), pero con la mayor tasa de temporalidad, ya que solo un 2% tiene contrato indefinido. En el lado opuesto, los cinco campos que resultan peor parados son las carreras de ciencias sociales, como historia del arte, arqueología, lenguas extranjeras, geografía y comunicación, y otras disciplinas quizá menos esperadas en estas posiciones como ciencias del mar y biología. La base de cotización de estas especialidades se mueve entre 20.000 y 25.000 euros al año, y la tasa de afiliación a la Seguridad Social, entre el 50% y el 60%; y únicamente un tercio suelen cotizar en el grupo de los titulados.

Pues, a pesar de estos datos, el número de graduados en ingenierías cayó un 8,8% y el de médicos, un 1,5%. A ello también contribuye que las propias universidades redujeron un 2,5% el número de plazas ofertadas en ingeniería entre el curso 2017-18 y el 2022-23, pese a que aumentó más de un 16% la demanda, medida por los estudiantes que la señalaron como primera opción para matricularse. En el caso de medicina, la oferta de plazas creció un 16%, con un aumento de solicitudes del 55%.

El informe de CYD contiene otros aspectos muy interesantes, como es la diferente evolución entre la universidad pública y la privada. En el curso 2022-23, se graduaron 202.000 estudiantes en España, 10.000 más que seis años antes. Ese crecimiento lo acaparó la universidad privada, que pasó de 32.000 a 41.000 titulados (+29%). La pública apenas creció en mil egresados en ese período, hasta 161.000; pero lo relevante es que está en franco descenso desde que en 2019-20 alcanzara los 172.000 graduados. En esos seis años, el número de centros públicos se mantuvo en 50, mientras que los de gestión privada no pararon de crecer, pasando de 32 en 2017 a 39 en 2022. En la actualidad, las públicas siguen en el medio centenar y las privadas ya están en 41.

Por sexos

Otro aspecto muy interesante del informe es el análisis de los graduados por sexo, donde ya no es sorpresa el dominio de la mujer. En el curso 2022-23, el 61% de los egresados fueron mujeres, con un aumento de 1,2 puntos en seis años. En todos los ámbitos de formación contemplados en el informe de CYD crece más el número de graduadas que de graduados, con la excepción de matemáticas y estadística, formación de docentes y enseñanza infantil (una disciplina tradicionalmente muy feminizada) y administración y gestión de empresas.

Si se mezcla el análisis de las variables de sexo y propiedad de la universidad encontramos que el sesgo de sexo y el de renta están inmersos en la sociedad desde que el estudiante se gradúa, si bien es cierto que también tiene que ver con la mayor presencia de mujeres en las carreras de humanidades, las que tienen remuneraciones más bajas, aunque este aspecto no se aborda en el informe.

Sueldos

El estudiante que se ha graduado en una universidad pública tiene una base de cotización anual de 29.006 euros, lo que supone 3.426 euros menos que el de una privada; o lo que es lo mismo, los que pueden permitirse pagar un centro privado van a resultar premiados con un salario un 10% superior a los que salen de la pública, lo que significa prolongar el sesgo de renta en el ámbito laboral.

Pero quizás más llamativa es la brecha de género, que se produce casi por igual entre un tipo y otro de universidad. Las mujeres que se han titulado en la pública cobran 1.916 euros al año menos que los hombres graduados en dichas universidades. Entre los que salen de centros privados esa diferencia es de 1.883 euros, también a favor de los hombres.

El informe de CYD da una información realmente útil para que las administraciones, la universidad y las empresas colaboren en la búsqueda de una mayor eficiencia. No tiene sentido formar jóvenes en las materias que más les atraen si al final se van a frustrar por la falta de oportunidades laborales. Tampoco es razonable planificar la universidad como en mero centro de formación de empleo para las empresas, puesto que esto equivaldría a prescindir de muchas especialidades cuya aportación a la sociedad es también muy relevante para el desarrollo emocional e intelectual de una sociedad. Es raro que una empresa solicite un filósofo, pero no parece que haya duda de su necesidad. Por tanto, la empleabilidad, el mercado, no deben ser el único criterio para diseñar la universidad, pero tampoco se puede mantener tan alejada como para no proveer los profesionales imprescindibles para el desarrollo del país.

Aurelio Medel es periodista y doctor en Ciencias de la Información


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