El combustible que le falta al Ibex para superar sus crisis
Sin constituir una enmienda a la totalidad, la lectura del índice es un incómodo baño de realidad
Dentro de un mundo, pese a las tendencias de los últimos años, globalizado, en pocos sectores importan menos las fronteras que en los mercados financieros, más conectados e interdependientes que cualquier otra área de la economía. Cuando cae Wall Street, caen todas las Bolsas y, hoy, cuando Jerome Powell baje los tipos de interés (ya veremos cuánto), su decisión terminará por reverberar desde los grandes parqués de Europa o Asia hasta los mercadillos de cambio de moneda del rincón más remoto del globo.
Las fronteras no importan en los mercados, pero estos no dejan de reflejar una realidad económica que sí las conoce. Mientras Wall Street, faro de las Bolsas mundiales, cabalga la ola de la tecnología para marcar un récord tras otro para el S&P 500, el equivalente español, el Ibex 35, está a casi un 30% de los niveles de 2007. Los mercados de Francia, Alemania o Reino Unido, sin la euforia desatada de EE UU, también cotizan en zona de máximos, al igual que el agregador mundial, el MSCI.
Son varios los factores en juego. De entrada, el Ibex marcó sus máximos al calor de una burbuja inmobiliaria. Su estallido a partir de 2007 se agravó con la quiebra de Lehman y, poco después, con la crisis del euro que desató el rescate de España, dos tsunamis financieros cuyos efectos se magnificaron en España por la dichosa fiebre del ladrillo y, también, por las pésimas recetas económicas dictadas para purgarla. Para cuando la recuperación tomó forma, el resto del mundo estaba una casilla por delante.
Eso es parte de la historia. La otra parte es que España, pese a una economía equilibrada, de vocación exterior y que crece a buen ritmo, no ha tenido suficientes gigantes cotizados capaces de compensar el mal momento de los valores tradicionales. Desde los máximos, los tres valores que entonces tenían más peso en el Ibex bajan un 80% (Telefónica), 65% (Santander) y 40% (BBVA). Por el otro lado, más allá de Inditex, el único gigante que juega en primera división mundial (+429% desde 2007), las alzas de Cellnex, Ferrovial o Amadeus no equilibran la balanza de un Ibex muy ligado a sectores regulados.
Los motivos de este sesgo pueden ser herencia de la burbuja (los bancos han empezado a levantar cabeza en 2022), guardar relación con el escaso aumento de la productividad o encontrarse en el informe Draghi; seguramente un poco de todo. Pero, sin constituir una enmienda a la totalidad, la lectura del Ibex es un incómodo baño de realidad.