Una jugada arriesgada de Torres

La imagen que se impone es la de que BBVA se ha metido en la piscina sin comprobar la temperatura; tal vez, sin saber seguro si hay agua

El presidente del BBVA, Carlos Torres.Miguel Toña (EFE)

La opa hostil que BBVA ha decidido lanzar sobre el 100% del Sabadell es una jugada sumamente arriesgada para Carlos Torres, el presidente del banco de origen vasco. Primero, porque la historia da cuenta de muy pocos casos de éxito en este tipo de operaciones; segundo, porque esta oferta es doblemente hostil (al consejo de la entidad catalana y al Gobierno, que la ve muy perjudicial, y, tercero, porque resulta muy difícil calibrar su éxito: no ofrece dinero en efectivo, mantiene el precio del intento amistoso de unos días atrás y va dirigido a un cúmulo de accionistas del que se sabe poco.

Una vez las fortunas catalanas fueron abandonando el accionariado, el Sabadell se quedó sin un núcleo duro ni un inversor de control. El 53% del capital se reparte entre grandes fondos y el 47% entre minoristas. Esta dispersión hace vulnerable al consejo presidido por Josep Oliu ante una arremetida como la del BBVA, pero también puede jugar en contra de Torres por lo incierto de la reacción de los múltiples titulares, que se deben conformar con el pago en acciones del banco opante. No olvidemos que el éxito está supeditado a un 50,01% de aceptación.

Una acción de BBVA por cada 4,83 del Sabadell –lo que implica valorar esta en algo más de 11.500 millones– significa una prima del 17% sobre el último precio de cotización antes de formalizar la oferta y del 30% si tomamos como referencia el último cierre de Bolsa antes de que se filtrase la primera información al respecto. El consejo del Sabadell lo rechazó de forma muy contundente el lunes, pero Torres ya había advertido de que no tenía “ningún espacio” para mejorar la oferta. Desde que se conoció la noticia, el BBVA había perdido 6.000 millones en Bolsa.

Y Torres ha tirado por el camino de en medio. Tenía una posición muy difícil: esta era la segunda intentona que lideraba por el Sabadell, después de que las negociaciones no llegasen a buen puerto en 2020. Volver a lanzarse, ahora que el Sabadell vale el cuádruple, y fracasar sin siquiera mucha negociación de por medio, hubiese supuesto un mazazo. Las duras palabras del Gobierno, que rechaza en “fondo y forma” la operación y alerta de la concentración en España (tres bancos tendrían más del 70% del mercado), complican más el camino. También ha disgustado en Cataluña, que no quiere perder uno de sus iconos financieros. Y entre los sindicatos, que temen despidos.

Ahora comienza un periodo de meses hasta que resuelva el proceso. Pero, independientemente del desenlace, la imagen que se impone es la de que BBVA se ha metido en la piscina sin comprobar la temperatura; tal vez, sin saber seguro si hay agua.

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