Vigilar el desgaste en la máquina del empleo

Los datos de la EPA del primer trimestre muestran un debilitamiento que puede ser ocasional o una advertencia que sería un error minusvalorar

Gustavo Valiente (Europa Press)

El mercado laboral español, que ha mostrado hasta el momento la fortaleza propia de una economía que crece por encima de la de sus vecinos, ha comenzado el año con peor desempeño que en ejercicios anteriores, a tenor de unos datos de empleo y paro que contrastan con las buenas marcas registradas en los últimos tiempos. La Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre, hecha pública este viernes, refleja una desaceleración significativa en ambas variables, lo que apunta a un desgaste que puede resultar ocasional o ser un primer signo de cambio de tendencia, aunque el diagnóstico resulta todavía prematuro.

Los datos de la EPA, en un trimestre tradicionalmente negativo para el empleo por el final de la campaña de Navidad y la baja temporada turística, reflejan un aumento mayor de lo habitual en el paro –de 117.000 personas frente a un promedio de 27.500 en los últimos diez años– y en la ocupación, que se ha recortado en 140.000 personas en contraste con una media de 93.400. Las cifras dejan la tasa de desempleo española en el 12,29% y cierran el peor primer trimestre de año desde 2020, ejercicio de la pandemia.

Aunque desde el Gobierno se atribuyen ambos incrementos al aumento de la población activa, que ha alcanzado una cifra récord para un primer trimestre, de 24,22 millones de personas, el debilitamiento de la máquina del empleo puede explicarse por una conjunción heterogénea de variables. Por una parte, por la propia evolución de una economía española que sigue liderando la zona euro, pero cuyo ritmo de crecimiento se ha desacelerado y afronta, como el resto de las europeas, un horizonte más incierto, lo que tiene su reflejo en el mercado de trabajo. A ello hay que sumar aspectos que afectan a la calidad del empleo, fruto de desajustes de un mercado laboral cuyo funcionamiento ha mejorado tras la última reforma, pero que presenta algunas disfunciones nuevas, como recordaba hace unos días el Banco de España. Es el caso de una mortalidad en los contratos fijos que ha crecido respecto a marzo de 2022, probablemente porque los fijos discontinuos están utilizándose como temporales. La baja productividad, endémica en España, y la necesidad de revisar unas políticas activas de empleo que no cumplen eficazmente con su función, constituyen, en cambio, viejos obstáculos que pueden contribuir a frenar también la carrera por seguir reduciendo el paro en España.

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