La ola de acercamientos de empresas a México sigue en el mar

El alza de costes, las chirriantes infraestructuras y la incertidumbre política frenan el impacto económico

Concesionario de Tesla en San Pedro Garza García, en el estado de Nuevo León, Mexico.Mauricio Palos (Bloomberg)

México está en un lugar privilegiado para las multinacionales que buscan acercar sus operaciones a sus principales mercados. Pero la esperada ola de acercamientos de firmas aún no se ha materializado debido al aumento de los costes, las chirriantes infraestructuras y la incertidumbre política; y tampoco se ha producido el auge económico prometido.

En la pandemia se planteó la idea del nearshoring, el acercamiento de las emp...

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México está en un lugar privilegiado para las multinacionales que buscan acercar sus operaciones a sus principales mercados. Pero la esperada ola de acercamientos de firmas aún no se ha materializado debido al aumento de los costes, las chirriantes infraestructuras y la incertidumbre política; y tampoco se ha producido el auge económico prometido.

En la pandemia se planteó la idea del nearshoring, el acercamiento de las empresas. A medida que la emergencia sanitaria llevó a las cadenas de suministro este-oeste a un punto muerto, los CEO comenzaron a hablar de invertir en sitios de fabricación más cerca de sus clientes. Las interrupciones de la pandemia agravaron las preocupaciones de las empresas sobre el comercio mundial que habían provocado la imposición de sanciones por parte de EE UU contra China en 2018. Más recientemente, la invasión de Ucrania en 2022 y las crecientes tensiones entre Washington y Pekín han hecho que el acercamiento sea aún más una prioridad en las salas de juntas de todo el mundo.

Eric Martel, CEO de Bombardier, habló sobre los beneficios de acercarse en 2022 cuando anunció planes para expandir la capacidad de fabricación de la firma en México. Mientras, la CEO de Citi, Jane Fraser, dijo en noviembre que el mundo corporativo estaba alcanzando “un punto de inflexión” en la reversión de los esfuerzos de décadas de las empresas para reducir costes consiguiendo un abastecimiento y un traslado de productos manufacturados lo más baratos posible.

A primera vista, México tiene muchos de los ingredientes que buscan las empresas internacionales. Para empezar, comparte frontera terrestre con EE UU y se beneficia de las exenciones arancelarias otorgadas por el Acuerdo EE UU-México-Canadá (USMCA), la zona de libre comercio que estableció en 2020 con Washington y Ottawa. También es accesible por mar desde Europa y Asia. Esas rutas son menos vulnerables a los problemas geopolíticos y a los desastres relacionados con el clima que acechan a otros dos pasillos comerciales clave, el canal de Suez y el de Panamá.

En los últimos años, México se ha vuelto más decisivo en el comercio mundial. Las importaciones de EE UU desde México totalizaron 455.000 millones de dólares en 2022, casi un 19% más que el año anterior y un 64% más que en 2012. Al tiempo, la proporción de las importaciones de México desde China pasó del 1% en 1994 al 20% en 2022, según un estudio reciente de los académicos Laura Alfaro y Davin Chor –una señal del deseo de Pekín de evitar las tensiones comerciales.

Si esto continúa, los beneficios económicos de la proximidad podrían transformar México. Una oleada de nuevas fábricas podría añadir un 3% adicional al PIB del país en cinco años, así como más de 1 millón de empleos, según un estudio reciente de Deloitte. El presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha tratado de surfear la ola del acercamiento. En octubre, por ejemplo, anunció que los fabricantes internacionales de vehículos eléctricos podrían reclamar una deducción fiscal del 86% sobre las inversiones en el país. Con estas generosas exenciones también en oferta en otras industrias, más empresas pueden verse tentadas a unirse a Tesla, Unilever, Bombardier y Dell y anunciar sus planes de establecerse en México. Irónicamente, las empresas chinas también están llegando en masa, incluyendo el fabricante de equipos de construcción Lingong Heavy Machinery, y BYD, rival de Tesla.

Pero México no está cosechando aún los beneficios. Aunque la inversión extranjera directa se ha mantenido estable en torno al 3% del PIB durante gran parte de la última década, solo una minoría de las empresas con sede en México reportan un aumento en la demanda de sus productos debido al acercamiento, encontró Deloitte.

Eso es preocupante porque las ventajas percibidas por México se están desvaneciendo rápidamente. La lucha por el espacio industrial está aumentando los costes, que ya estaban creciendo. Según la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, el precio del cemento y el acero reforzado aumentaron hasta un 25% desde finales de 2021 hasta mediados de 2022. Mientras, los precios de la tierra se están disparando. En Santa Catarina, en el estado nororiental de Nuevo León, el coste de la tierra ha subido un 25% desde que Tesla anunció, en marzo de 2023, que construirá allí una fábrica. También es más caro emplear personal. En enero, el salario mínimo aumentó un 20%, hasta casi 22 dólares, para la zona franca cerca de la frontera norte y 14,50 dólares para el resto del país. Eso es el doble de lo que las empresas de EE UU están obligadas a pagar a sus trabajadores. Y el alza del peso mexicano, que fue la moneda con mejor desem­peño en el mundo el año pasado, según Trading View, también está aumentando los costes locales. El peligro para el Gobierno mexicano es que estos factores pronto podrían empezar a disuadir a las empresas.

La agrietada infraestructura de México también es un problema. En octubre, el gigante naviero Hapag Lloyd advirtió a los clientes sobre los retrasos en el puerto mexicano clave de Lázaro Cárdenas, que ya había sufrido tres meses de demoras. Los crecientes desafíos hacen más difícil para México competir con sus rivales. Es un problema, dado que el país todavía no ha experimentado una ganancia económica considerable, a pesar de toda la cháchara sobre el acercamiento. Por ejemplo, la industria manufacturera como porcentaje del PIB solo subió al 21% en el primer semestre del año pasado, un pequeño aumento desde los niveles prepandémicos, del 20%. Los carteles de la droga mexicanos también representan un riesgo para la seguridad de la fuerza laboral y aumentan los costes de los seguros.

Mientras, las empresas se han apresurado a anunciar planes para fabricar más, pero son mucho más lentos en tomar medidas. Tesla aún no ha comenzado la construcción de su planta en Nuevo León. En octubre, Elon Musk dijo que no estaba listo para ir “a toda velocidad” en México, ya que está preocupado por los altos tipos y la salud de la economía mundial. Otras cuatro compañías también han anunciado planes, pero aún no han establecido nuevos sitios de fabricación en México, según una fuente bien ubicada.

Otros destinos del acercamiento afrontan desafíos similares. Se espera que Vietnam, Canadá, Alemania e India experimenten aumentos drásticos en la fabricación gracias a las empresas que reconfiguran sus cadenas de suministro. Eso puede tomar algún tiempo en materializarse. A las empresas les gusta hablar de “reducir el riesgo” de sus cadenas de suministro para tranquilizar a los accionistas, pero a menudo son lentos en comenzar a construir nuevas plantas debido a problemas logísticos y de costes.

Y si Donald Trump gana las elecciones de EE UU en noviembre, podría tomar medidas contra las importaciones extranjeras. Hace poco se comprometió a lanzar un arancel de importación del 100% en los coches chinos hechos en México si vuelve a la Casa Blanca.

Sin duda, las cosas también podrían cambiar para mejor, al menos en México. Pese a las desgravaciones fiscales, la administración de izquierdas de Obrador no tiene el amor universal de las empresas. Las elecciones de junio podría ganarlas un candidato más favorable a los negocios. Claudia Sheinbaum es la candidata del gobernante Movimiento Regeneración Nacional (Morena); tiene el apoyo de Obrador, que no puede buscar la reelección. Se espera que, si gana, sea más pragmática que su mentor sobre aprovechar el capital privado. Pero a menos que México pueda asegurar a las empresas internacionales que es un socio fiable, su auge en el acercamiento (nearshoring es, literalmente, acercarse a la costa) morirá en el mar.

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