¿El futuro del turismo español? Gestionar bien el éxito y crecer de otra manera

Urge una iniciativa nacional, coordinada mediante un gran pacto de Estado interinstitucional y público-privado, que permita afrontar los nuevos desafíos

El turismo ha vuelto a ser puntal de la economía y empleo en el año 2023, como demuestran nuestras estimaciones, que apuntan a un valor total de la actividad turística que supera los 186.000 millones de euros. Ello supone la contribución del 12,8 % sobre el PIB español, la generación de un 17% del total de empleos y nada menos que responsable del 70,8%% del crecimiento de la economía española en el año 2023. Una realidad que, c...

Regístrate gratis para seguir leyendo en Cinco Días

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte


El turismo ha vuelto a ser puntal de la economía y empleo en el año 2023, como demuestran nuestras estimaciones, que apuntan a un valor total de la actividad turística que supera los 186.000 millones de euros. Ello supone la contribución del 12,8 % sobre el PIB español, la generación de un 17% del total de empleos y nada menos que responsable del 70,8%% del crecimiento de la economía española en el año 2023. Una realidad que, cada día más, se debe conciliar con la creciente necesidad de traducir esa actividad en el mayor bienestar ciudadano posible.

Un escenario derivado de esos datos que enfrenta, sin embargo, nuevos y crecientes desafíos competitivos y socioeconómicos para transitar hacia la mejor y más prioritaria gestión del éxito, lo que exige superar los paradigmas que aún priman el objetivo de crecer meramente en afluencia, y/o evitar falsas autocomplacencias políticas sobre que el turismo va solo. Al contrario, muchos de esos desafíos los exigen unos residentes que, aun siendo beneficiarios de las incuestionables bondades del turismo, reclaman una mejor traducción de estas en su calidad de vida percibida. Es decir, nuevos modelos de gestión público-privada socialmente más sostenibles que reduzcan las externalidades de crecimientos a veces desordenados y con visión de corto plazo.

Afrontar estos retos requiere, en primer lugar, de un renovado compromiso del conjunto de actores públicos y privados y ciudadanos que integran la extensa y multidisciplinar cadena de valor que se integra en los destinos, en favor de un sector más responsable, comprometido y regenerativo -el turismo que todos queremos- que, entre otras, tenga en cuenta las siguientes consideraciones:

• Las crecientes exigencias sociales y regulaciones ambientales, así como las del capital natural/biodiversidad y circularidad que inciden sobre los diversos espacios turísticos vacacionales y urbanos, requieren cada día más que el turismo asuma una trayectoria ejemplar, tanto en el proceso de transición energética como en el de la movilidad sostenible.

• Una movilidad donde el transporte colectivo sea prioritario (tanto el aéreo, marítimo y terrestre) sin renunciar al alquiler de coches y otros servicios de movilidad compartida en destino, por su papel clave en el reparto capilar e interterritorial, del gasto turístico. Una movilidad que ya goza actualmente del firme compromiso en España de todos esos medios de transporte colectivo por la sostenibilidad e inversión en la renovación continua de los equipos más eficientes, incluidos las líneas aéreas con su fuerte apuesta adicional por el SAF (combustible sostenible).

• Los profundos cambios en los hábitos sociodemográficos de los visitantes, que influyen en sus actitudes vitales y en las de los residentes en cuanto a su capacidad de acogida al turista. Ambos para el disfrute de su tiempo libre y lograr la mayor reconexión de sus identidades propias.

• Las crecientes externalidades negativas sociales, culturales y medioambientales percibidas por los residentes, ante los impactos en algunos destinos y los barrios dentro de ellos, donde coexisten difíciles condiciones de habitabilidad y de convivencia entre turistas y residentes. Situación básicamente debida al perturbador crecimiento sin control de viviendas turísticas

• La madurez, bordeando la obsolescencia, en la que aún se encuentran una parte de la oferta turística y algunos destinos vacacionales, en especial algunos pioneros de sol y playa (aún las grandes fábricas turísticas). Ello exige profundas transformaciones competitivas, con una notable dotación de fondos públicos y privados, sin desatender el potencial de otros destinos de interior más incipientes, que, en todo caso, deben ser realmente viables.

• Atraer y retener el mejor talento bajo las mejores y más factibles condiciones de contratación laboral para poder aspirar a reposicionar, con el mayor talento y valor añadido, nuestra oferta y demanda turística. Una estrategia empleadora que brinde las mejores propuestas de valor sectorial, no solo económicas, sino en clave del salario emocional, que eleve la imagen y el sentimiento de pertenencia al sector a todos los niveles profesionales.

Todo ello facilitará unas propuestas experienciales y diferenciales al cliente final y unos modelos de gestión distintos de los actuales, bajo una nueva visión y distintos criterios de planificación, gobernanza y gestión. Otros modelos socialmente más sostenibles y desestacionalizados, que aspiren a lograr un desarrollo turístico en los próximos años, en el que competir en los destinos, bien solo por volumen o por precio, no sea el binomio más deseable por su ciudadanía. Al contrario, se trata de crecer priorizando y creando una mejor oferta, dirigida a perfiles de demanda que permitan elevar la derrama turística, generen los mayores efectos tractores directos e indirectos sobre otros sectores y faciliten el mayor y mejor empleo. Una estrategia que ayude a mejorar la percepción ciudadana sobre la calidad de vida y bienestar que les aporte el turismo, a sus residentes, derivadas de un mejor posicionamiento competitivo.

Actuar frente a estos desafíos, dada la transversalidad de factores que inciden sobre las actividades turísticas y la multiplicidad de actores que intervienen, aconsejaría una iniciativa nacional idealmente coordinada vía un gran pacto de Estado, interinstitucional y público-privado, que se concrete en cada caso a nivel regional y local, evite cualquier conflicto competencial y permita generar las mayores sinergias sobre aquellas acciones comunes.

José Luis Zoreda es vicepresidente ejecutivo de Exceltur

Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días

Más información

Archivado En