La supervisión de la CNMV no sustituye a la prudencia

Ninguna vigilancia será suficiente si no se propicia un cambio de cultura que incida en la propia responsabilidad y en el riesgo de confiar a ciegas en firmas desconocidas

Sede de la Comisión Nacional del Mercado de Valores en Madrid.EUROPA PRESS

La curva en ascenso que dibuja la ofensiva de la CNMV contra los denominados chiringuitos financieros –entidades que operan en España sin la autorización necesaria para prestar servicios de inversión– sugiere dos conclusiones que no son excluyentes, sino complementarias. La primera es la creciente y constante atención que el supervisor de los mercados presta a este tipo de actuaciones irregulares, intensificada desde 2019 y que ha propiciado la emisión desde entonces de casi 2.000 advertencias sobre firmas que operan sin el permiso y, por tanto, la supervisión correspondiente. A ella se suman también factores añadidos y novedosos, como la entrada en escena de las redes sociales como medio de captación directa de clientes y la fiebre desatada por las criptomonedas. Todo ello en el marco de un mercado en el que, literalmente, no existen fronteras y donde la supervisión resulta cada día más compleja.

Los datos de cierre de año revelan que el organismo que dirige Rodrigo Buenaventura emitió un total de 394 advertencias en 2023, lo que supone un 17% más que el ejercicio anterior. Ese repunte se explica en buena parte por el aparente fin del criptoinvierno y la recuperación del valor de los activos digitales, con el bitcoin de nuevo por encima de los 45.000 dólares, lo que ha motivado que una considerable parte de los avisos de la CNMV se hayan dirigido contra firmas que operan con criptos bajo apariencia de legalidad y reclamos que prometen ganancias de hasta 4.600 euros al día. Los anuncios en redes sociales de entidades fuera de supervisión ha contribuido también a alimentar esta suerte de campo de minas plagado de fraudes potenciales, dirigidos a un perfil de inversor incauto, en ocasiones sobrado de autoconfianza y no profesional.

Aunque la CNMV se ha dedicado en los últimos años a la caza y captura de estos chiringuitos, lo que incluye no solo a los dedicados a activos digitales, sino también a firmas autorizadas en su país de origen que operan en la UE sin tener sucursales y que comercializan productos de alto riesgo, se trata de una tarea ingente que supera objetivamente los medios materiales y humanos del supervisor. Precisamente por ello, es necesario insistir en que ninguna vigilancia será nunca suficiente si no se propicia un cambio de cultura entre los pequeños inversores, que incida en la propia responsabilidad, en la necesidad de extremar la prudencia y de escuchar las advertencias sobre el riesgo de confiar en entidades que prometen altos retornos sin saber quién está tras ellas y en qué régimen operan.

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