La mosca en la oreja de los ejecutivos de Disney
Nelson Peltz, fundador del fondo activista Trian, pretende de nuevo puestos en el consejo del gigante del entretenimiento
Como si fuera el perro Pluto peleándose con una mosca insistente, los directivos de Disney tienen que vérselas con Nelson Peltz (Nueva York, 1942), el fundador del fondo activista Trian, empeñado en cambiar el guion de la compañía de entretenimiento. El inversor abandonó en febrero una campaña contra la cúpula del gigante de los medios. Se conformó con las promesas de disciplina de costes de su eterno jefe, Bob Iger. Pero, desde entonces, la acción ha caído un cua...
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Como si fuera el perro Pluto peleándose con una mosca insistente, los directivos de Disney tienen que vérselas con Nelson Peltz (Nueva York, 1942), el fundador del fondo activista Trian, empeñado en cambiar el guion de la compañía de entretenimiento. El inversor abandonó en febrero una campaña contra la cúpula del gigante de los medios. Se conformó con las promesas de disciplina de costes de su eterno jefe, Bob Iger. Pero, desde entonces, la acción ha caído un cuarto, y los gastos siguen siendo elevados. Peltz es uno de los principales inversores del grupo (aunque posee menos del 2% del capital), y quiere varios puestos en el consejo, entre ellos uno para él, según el WSJ.
Trian Fund Management es un fondo de gestión de inversiones alternativas con sede en Nueva York, cuya cartera, de 8.500 millones de dólares, está muy concentrada. Según Forbes, la fortuna personal de Peltz asciende a 1.500 millones. Es desde 2007 presidente no ejecutivo de la cadena de hamburgueserías Wendy’s, y consejero de Unilever desde hace un año.
Se ha casado tres veces. En 1964, con Cynthia Abrams, hija del cofundador de la empresa de electrónica de consumo Emerson Radio; se divorciaron en 1981, tras tener dos hijos. Cuatro años más tarde, se casó con su tercera mujer, la exmodelo Claudia Heffner, con la que crio ocho hijos. Entre sus vástagos hay un jugador de hockey sobre hielo, Brad, y dos actores, Will y Nicola, la cual contrajo nupcias hace un año con Brooklyn Beckham, hijo de David y Victoria. Peltz reside en su residencia Montsorrel, en Palm Beach (Florida), y tiene otra casa en Bedford (Nueva York).
Dona a las campañas políticas de los republicanos; se declara centrista. Apoyó a Donald Trump para su reelección como presidente en 2020, pero tras el asalto al Capitolio, dijo arrepentirse. En las primarias republicanas de este año ha apoyado a Ron DeSantis.
Pertenece a patronatos de fundaciones y organizaciones sanitarias, y contribuye a causas judías. Nació en una familia de esa tradición, en Brooklyn. Estudió en la Wharton School, la escuela de negocios de la Universidad de Pensilvania, pero abandonó la carrera para hacerse monitor de esquí en Oregón. Acabó conduciendo un camión para A. Peltz & Sons, empresa fundada por su abuelo, que repartía alimentos frescos y congelados a restaurantes de Nueva York.
Su padre le dejó dirigirla, y durante 15 años él y su hermano mayor, Robert, hicieron crecer el negocio. Adquirieron varias empresas de alimentación, y en 1973, junto a un tercer socio, Peter May –primero contable y luego director financiero– sacaron a Bolsa la firma, entonces llamada Flagstaff; registraba 150 millones de dólares en ventas.
En los ochenta, Peltz se hizo rico mediante varias compras apalancadas financiadas con los bonos basura vendidos por Michael Milken (condenado luego por fraude). Junto a May, compró una participación valorada en 80 millones de dólares en la empresa de máquinas expendedoras y cables Triangle Industries. La convirtieron en la mayor empresa de envases del mundo, y en 1988 la vendieron a la alumínica francesa Pechiney por 4.000 millones. Ambos socios crearon luego el vehículo de inversión Triarc, con el que empezaron a entrar en empresas de alimentación y bebidas, también con jugosas plusvalías.
En 2005 fundaron, junto a Ed Garden, Trian Fund Management, una firma de inversión activista, con la que compraron participaciones en Heinz, Kraft, Mondelez, PepsiCo, Domino’s Pizza o Tiffany. Él prefiere considerarse constructivista que activista, término en el que percibe una connotación negativa. Una de sus campañas más sonadas tuvo lugar en la química DuPont. Peltz anunció por primera vez su paquete accionarial en 2013, y dos años después hizo una oferta para entrar en el consejo. Perdió, pero presionó desde la barrera, y acabó logrando lo que deseaba: el regreso del jefe Ed Breen y la fusión con Dow.
En Procter & Gamble, su candidatura al consejo recibió primero un voto en contra de los accionistas, pero un recuento sugirió que había ganado. La empresa empezó a impugnarlo, pero se rindió y lo nombró consejero. El entonces CEO David Taylor acabó trabajando estrechamente con Peltz para remodelar el grupo, y con el tiempo incluso bromearon con que se iban juntos a comprar muebles. Los inversores se beneficiaron durante su etapa, 2018-21, en la que la acción subió más del 80%, superando al S&P 500 y a Unilever (en cuyo consejo está ahora).
En Disney, el retorno de Iger al puesto de CEO a finales de 2022 no convenció a Peltz. Los recortes anunciados y un plan para restablecer los pagos a los accionistas le bastaron en un principio, pero no se están cumpliendo sus expectativas, así que ha vuelto a llamar a la puerta del castillo de Cenicienta (o de la Bella Durmiente: la fortaleza que aparece en el imagotipo de Disney contiene rasgos de ambos). La compañía pretende reestructurar los activos de deportes (como el canal ESPN), busca la forma de rentabilizar el streaming Disney+, y se enfrenta a la amenaza para los ingresos de los parques temáticos que supone una posible recesión. Todo ello, con una mosca activista revoloteando.
En todas las salsas
Ha sido consejero de Heinz y Mondelez, de las gestoras de activos Legg Mason, Invesco y Janus Henderson, y de Ingersoll-Rand (materiales de construcción).
También lo ha sido de Sysco (distribución de alimentos y útiles de cocina), y está en el consejo de Madison Square Garden Sports (dueña de los New York Knicks).
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