Un aviso a navegantes para la economía europea

La ralentización de la actividad económica combinada con las tensiones inflacionistas vuelve a poner sobre la mesa la amenaza de la estanflación

ANDREU ESTEBAN (EFE)

La economía europea afronta un horizonte nuboso que incluye una inflación persistente y una creciente desaceleración de la actividad, agravada por un entorno monetario restrictivo y una progresiva atonía en la industria y cada vez más también en los servicios. El diagnóstico no es nuevo, pero la reiteración de previsiones en el mismo sentido –las últimas, las hechas públicas ayer por el FMI– apuntan a que Europa debe prepararse para una ralentización de la actividad económica combinada con unas tensiones inflacionistas que volverán a poner sobre la mesa la temida amenaza de la estanflación.

El organismo con sede en Washington mantiene las previsiones de crecimiento para España este año en el 2,5%, pero rebaja en tres décimas, hasta el 1,7%, las del año viene. Pese a ello, la economía española seguirá estando por encima del conjunto de la zona euro en tasa de actividad, aunque en un contexto de debilidad generalizada en toda Europa y con el lastre de una tasa de paro que sigue situándola a la cabeza del continente.

Aunque el FMI atribuye en buena parte la anemia europea a los efectos de la política monetaria del BCE, que tiene visos de mantenerse de momento, una de las razones que explican las previsiones de desaceleración a medio plazo es la pérdida de músculo del turismo internacional, tras el repunte vigoroso que vivió una vez finalizada la pandemia. Se trata de un factor especialmente preocupante para España, después de un mes de agosto que se ha cerrado con cifras récord de visitantes extranjeros y que anticipa un cierre de año extraordinario para la industria tanto en gasto medio –un 20% mayor que el registrado en 2019– como en una afluencia que superará previsiblemente los 85 millones de viajeros. El enfriamiento de los flujos del turismo que señala el FMI y la caída del gasto medio por turista, un fenómeno que está produciéndose ya en China, cuyos ciudadanos están reduciendo las salidas turísticas al exterior, puede convertirse en una seria amenaza no solo para la industria turística, sino para el crecimiento español.

Junto a esas sombras, el informe del FMI avala el objetivo de déficit público de España para 2024, que el Gobierno ha cifrado en el 3% del PIB y el organismo sitúa en un 2,96%, pero advierte también que con las actuales políticas fiscales este superará el 3,39% hasta al menos 2028. Si la hoja de ruta de Fráncfort se mantiene sin cambios y los tipos de interés siguen tensionando el mercado de crédito, un buen manejo de la política fiscal puede convertirse en un factor clave para las constantes de las economías europeas.

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