Disney debe abrir el castillo al activista Peltz

La firma tiene demasiados frentes abiertos como para luchar contra el inversor

Nelson Peltz, socio fundador de Trian Fund Management, en Laguna Beach (California), en 2016.Mike Blake (REUTERS)

Nelson Peltz ha vuelto para luchar de nuevo. El inversor activista abandonó en febrero una campaña anterior contra Disney, ante las promesas de disciplina de costes de su jefe, Bob Iger. Desde entonces, la acción ha caído un cuarto, y los gastos siguen altos. Peltz quiere ahora representación en el consejo.

Con algo menos del 2% del capital, según el WSJ, Trian Fund Management, de Peltz, quiere varios asientos. Libró su última batalla por el control de costes, la ausencia de dividendos y un consejo que arruinó los planes de sucesión de Iger, que volvió en noviembre para retomar e...

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Nelson Peltz ha vuelto para luchar de nuevo. El inversor activista abandonó en febrero una campaña anterior contra Disney, ante las promesas de disciplina de costes de su jefe, Bob Iger. Desde entonces, la acción ha caído un cuarto, y los gastos siguen altos. Peltz quiere ahora representación en el consejo.

Con algo menos del 2% del capital, según el WSJ, Trian Fund Management, de Peltz, quiere varios asientos. Libró su última batalla por el control de costes, la ausencia de dividendos y un consejo que arruinó los planes de sucesión de Iger, que volvió en noviembre para retomar el control de manos de su propio sustituto, elegido a dedo. Los recortes anunciados por Iger, por valor de 5.500 millones de dólares, y un plan para restablecer los pagos a los accionistas convencieron a Peltz. Pero Iger no aprovechó el respiro que le dio su retirada. La caída de la acción, cerca de su mínimo en 10 años, contrasta con el alza del 5% de Netflix.

Pese a la salva inicial, el recorte de costes ha sido lento. En lo que va de 2023, los gastos de explotación equivalen al 90% de los ingresos, más o menos los mismos que en 2022. Y los analistas han rebajado desde mayo sus previsiones de beneficios por acción para el año en un 10%.

Peor aún, el plan de sucesión de Iger sigue siendo una incógnita después de que este renovara en julio su contrato hasta 2026. Tiene muchos fuegos que apagar. La posible recesión amenaza con lastrar los resultados de los parques temáticos, a los que Iger prevé destinar 60.000 millones de gasto durante la próxima década. Disney tendrá que desembolsar al menos 9.000 millones para comprar a su rival Comcast su participación en el servicio de streaming Hulu, que aún no es rentable. Y el flujo de caja libre está bajando: se espera que caiga más del 60% este año respecto a 2018, mientras Iger necesita fondos para el dividendo.

No es de extrañar que Peltz se revuelva. La progresión de la campaña del activista en Procter & Gamble podría servir de modelo. Tras una disputada votación, la compañía lo invitó al consejo. Los inversores se beneficiaron durante su etapa, 2018-21, en la que la acción subió más del 80%, superando al S&P 500 y a Unilever. Disney no está en condiciones de presentar una batalla más fuerte, especialmente con tantas cosas en la lista de tareas pendientes. Su mejor opción es abrir las puertas.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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