Un plan de rescate hipotecario sobredimensionado

La bajísima demanda revela o bien una mala gestión técnica de las previsiones o bien una presentación populista del alcance de la medida ante la opinión pública

PACO PUENTES

Las previsiones del Gobierno sobre la millonaria acogida del plan de rescate consensuado con la banca para hogares hipotecados, tanto vulnerables como en riesgo de vulnerabilidad, han errado estrepitosamente a la vista de los primeros datos. Los cálculos del Ejecutivo contemplaban un millón de familias como posibles beneficiarios, una cifra que el sector financiero redujo ya inicialmente a una horquilla de entre un 10% y un 50%, pero que hasta el momento se ha limitado a 12.000 peticiones, parte de las cuales ha sido rechazada por no reunir los requisitos necesarios. El acuerdo, cuyo objetivo era suavizar el impacto de las alzas de tipos de interés en los préstamos de las familias, no ha generado excesiva respuesta, y desde el sector financiero no se espera que las cifras vayan a dispararse.

La banca explica esta baja demanda por dos grandes razones. La primera de ellas es de naturaleza técnica: el hecho de que el encarecimiento del dinero tarda en reflejarse en las cuotas de los préstamos, porque las entidades financieras actualizan el montante adeudado una vez al año, lo que supone que a fecha de hoy solo una parte del rally de los tipos se ha hecho efectivo en las cuotas que pagan los hogares. La otra tiene que ver con el número real de hogares incapaces de hacer frente a sus obligaciones de pago, que es menor que el calculado inicialmente, en parte por el buen desempeño que ha mantenido la economía, especialmente en cuanto a la resistencia del empleo, y en parte porque muchas familias prefieren ajustar otros gastos antes de acogerse al programa.

Este último motivo se explica, entre otras razones, porque acogerse al plan supone aceptar que el crédito se reclasifique como moroso por el plus de riesgo que asume el banco, una circunstancia que muchos hogares prefieren evitar. En cualquier caso, ninguno de estos motivos justifica una cifra de peticiones tan baja respecto a las expectativas iniciales del Gobierno, las cuales revelan o bien una muy mala gestión técnica de las previsiones o bien una presentación populista del alcance de la medida ante la opinión pública.

La escasa demanda que ha despertado el plan de rescate dibuja, en cualquier caso, una radiografía puntual de un mercado crediticio que va a seguir soportando tensiones, puesto que la escalada del precio del dinero no ha terminado. En ese contexto, no es descartable que antes o después comiencen a producirse impagos en el tráfico hipotecario, que está viendo ya hundirse el número de nuevos contratos y crecer las amortizaciones. Será entonces el momento de hacer un nuevo balance sobre la utilidad de este plan, aunque las cifras sigan quedándose lejos de el millón inicialmente estimado.

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