La España industrial que no conocemos
La industria ha reducido peso en las últimas décadas, pero podemos ser uno de los beneficiados del fenómeno de la relocalización
Cuentan que en uno de los viajes que el expresidente Aznar hizo a EEUU para ver a George W. Bush, uno de los asesores de este, conversando con el presidente español mientras su jefe llegaba, le preguntó: “¿Cuál es la principal exportación de España?”. Aznar respondió “cars”. Al asesor le resultó extraña la respuesta, y como Aznar aún no hablaba muy bien el inglés supuso que no había entendido la pregunta, así que se la repitió. Por segunda vez, Aznar respondió “cars”. Aquel asesor todavía le preguntaría una tercera vez al ver inverosímil la respuesta, con la misma respuesta “¡cars, cars!”.
Este asesor del expresidente americano seguramente pensaba que la exportación prioritaria de España debía ser el jamón, el aceite de oliva o algún otro producto agroalimentario. Pero Aznar tenía razón, eran los coches y 20 años después lo siguen siendo. De hecho, la segunda principal exportación española es el petróleo refinado, seguida de productos farmacéuticos y de distintos tipos de maquinaria. El primer producto agroalimentario no aparece hasta el octavo lugar.
Que un asesor de un presidente estadounidense no supiese esto probablemente nos extrañe, pero seamos honestos ¿cuántos españoles piensan lo mismo que este asesor y creen que principalmente exportamos productos alimentarios y no de alto valor añadido? Me atrevería a decir que la mayoría. Los españoles no tenemos excesiva buena opinión de nosotros mismos y de nuestro país y arrastramos complejos seculares sobre nuestro desarrollo atrasado, nuestra picaresca o nuestro mal desempeño colectivo. Pero son falsos. La economía española, a pesar de los procesos de desindustrialización comunes a Occidente de las últimas décadas, tiene importantísimas empresas y sectores reconocidos en el mundo.
Entre estas actividades y sectores tenemos muchos relacionados con las tecnologías de la transición energética, aquellas llamadas a sustituir toda la estructura de obtención de energía y movilidad. España, por ejemplo, es un exportador neto de tecnología eólica, el quinto a nivel mundial, algo muy relevante en un país que también es el quinto del mundo con más capacidad instalada. Dentro de estas exportaciones destaca la tecnología eólica marina. En puertos como Ferrol o Cádiz se fabrican las estructuras necesarias para la eólica marina, que se exportan a otros países de Europa una vez construidas.
A pesar de no fabricar todavía paneles, el sector solar también es muy relevante en España. Tenemos una de las empresas más potentes del mundo en fabricación de inversores solares, Power Electronics, cuarta empresa a nivel mundial, que además también fabrica cargadores de vehículos eléctricos y distintas tecnologías relacionadas con la electrónica de potencia. También la vasca Ingeteam está entre las principales compañías mundiales en inversores. A nivel de fabricación de seguidores solares tenemos tres empresas muy potentes: PV Hardware, Soltec y STI Nordland, en el top 10 de fabricantes mundiales.
La gran potencia española en fabricación de vehículos de combustión también puede ser clave para fabricar vehículos eléctricos, de hecho, estos vehículos ya se fabrican en las factorías españolas. El grupo Stellanis fabrica 16 modelos enchufables distintos en sus instalaciones de Vigo, Zaragoza y Madrid, destacando el Citroën e-C4, el Opel Corsa-e, el Peugeot e-2008 o el Citroën Berlingo eléctrico. La llegada de la gigafactoría de baterías de Volkswagen a Sagunto también permitirá anclar la producción de vehículos eléctricos en las factorías de la compañía, con al menos cuatro modelos eléctricos que se fabricarán en los próximos años. En situación parecida está Ford, que fabricará en Almussafes varios modelos eléctricos en los próximos años, aún por definir. Y por lo que se sabe, hay interés por parte de algunas compañías en establecer más gigafactorias en algunas zonas de España.
No solo se fabrican coches eléctricos en España. Recientemente la empresa carrocera gallega Castrosua ha comenzado a fabricar autobuses eléctricos para el mercado español de la marca china BYD, la más importante del mundo en estos momentos. La marca vasca Irizar también fabrica desde hace años autobuses eléctricos en España. Otra empresa vasca, CAF, hace lo mismo, aunque fabrica los autobuses eléctricos en Polonia, ya que en España está especializada en la fabricación de trenes y tranvías. La industria ferroviaria en España es potente, con otros grandes fabricantes como Alstom o Stadler, y ha multiplicado sus exportaciones por cuatro en los últimos 15 años, superando los 17.000 millones de euros. Aunque con una importancia económica menor, cabe destacar que España también tiene la principal empresa europea de fabricación de motos eléctricas, la catalana Silence.
El 20% de los proyectos de hidrógeno verde que existen a nivel mundial están en España, país con más desarrollos solo por detrás de EEUU. Es un campo donde el país puede ser pionero, pero para ello sería muy conveniente traer las capacidades de manufactura de electrolizadores aquí. A diferencia de otras tecnologías, Europa no se ha quedado atrás respecto a China en la carrera por los electrolizadores. Ahora mismo en nuestro país tan solo hay una pequeña empresa en Segovia que los fabrica, pero afortunadamente hay varios proyectos en marcha, como el de la multinacional norteamericana Cummins en Guadalajara.
No nos confundamos, no somos un país agrícola ni un país dedicado a la fabricación de productos de bajo valor añadido. Somos un país con importantísimas empresas industriales y factorías en nuestro territorio, un país que forma ingenieros reconocidos en el mundo, con buenas infraestructuras y gran cantidad de universidades. En España se ha reducido el peso del sector industrial en las últimas décadas (algo común a Occidente), pero estamos en los albores de una nueva época donde la relocalización industrial será una de las características esenciales.
España lo tiene todo para poder ser uno de los países más beneficiados en esta nueva coyuntura. A todo lo anterior se une seguridad de suministro energético, una situación geopolítica envidiable y, sobre todo, la capacidad de generar energía renovable con los costes más bajos de Europa. La historia no nos ha dado una oportunidad como esta desde hace generaciones. Seamos optimistas, confiemos en nuestras capacidades y desprendámonos de nuestros prejuicios y complejos atávicos. Podemos hacerlo.
Pedro Fresco es especialista en mercados energéticos y colaborador de Agenda Pública
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