¿Hacia dónde camina la economía de EE UU? El algodón (a veces) engaña

Aunque algunos los indicadores adelantados anuncian recesión, todo apunta a que, si se produce, será en 2024

Miguel Ángel Rico
Creand Asset Management -
ANGELA WEISS (AFP)

Es un fenómeno que está sucediendo de manera global, pero podemos centrarnos en Estados Unidos, donde pese a que la economía lleva meses enfriándose, los datos económicos concretos muestran que el crecimiento ha sido bastante resistente. Los últimos datos de PIB del cuarto trimestre mostraban que la economía norteamericana todavía crece por encima del 2%.

Soft data versus hard data. Muy a menudo se hace referencia a este tipo de datos, ya que en ocasiones sirven de guía. Este año se observa que el soft data vaticina que Estados Unidos se encamina hacia una recesión y el hard data aún no la refleja. ¿Por qué dan señales diferentes? El hard data son datos que se obtienen principalmente de organismos gubernamentales, como el PIB, datos de empleo, datos de ventas al por menor, etc. Por otro lado, el soft data son datos que se obtienen, principalmente, de encuestas, como los PMI (purchasing manager index), confianza del consumidor, etc. De este modo, puede tener sentido que el soft data vaya con algo de adelanto, aunque también se puede decir que el soft data son expectativas y el hard data es la realidad.

Distintos estrategas insisten en que económicamente vienen nubarrones porque se están fijando en este tipo de indicadores adelantados. Si observamos los datos recientes, podemos ver que en el cuarto trimestre de 2022 se produjo un descenso mundial sincronizado de los PMI manufactureros, que encontró cierto respiro en enero y febrero, antes de que se produjera un cambio de tendencia y volver a caer en marzo. La producción industrial real ha ido a la zaga de la caída de los PMI, pero en los últimos meses hemos visto por fin un crecimiento interanual negativo, ya que Europa y Estados Unidos han tirado a la baja de la producción mundial.

Sin embargo, los vínculos incoherentes entre los PMI y el PIB están creando confusión, no solo entre regiones, sino también entre las distintas clases de activos. El mercado de renta fija claramente está cotizando que entraremos en una recesión, mientras que el mercado de renta variable cotiza que evitaremos dicha recesión.

En los índices de directores de compras (PMI, o equivalente ISM en Estados Unidos), se pregunta mensualmente a los directores de compras si una serie de factores están mejor, peor o igual que el mes anterior. Históricamente, estos indicadores han estado bien correlacionados con la actividad económica. En este ciclo, sin embargo, hemos visto una volatilidad económica tan violenta que la traducción estándar del PMI al crecimiento ha resultado ser más dudosa.

Las encuestas PMI solo cubren un subconjunto de empresas generalmente más grandes. En un entorno volátil en el que las empresas se enfrentan a perturbaciones por los problemas en la cadena de suministro que provocó el Covid, puede haber desviaciones significativas entre los PMI y el PIB. Es decir, si el soft data fuese la famosa prueba del algodón, en este caso, el algodón, de momento, engaña.

La gente se pregunta por qué sube la Bolsa si las perspectivas económicas son tan malas. ¿No era la recesión más anunciada de la historia? La respuesta es clara: los datos de PIB, de empleo, de consumo, son fuertes. El hard data es fuerte. Además, acaba de empezar la publicación de datos empresariales y es pronto para sacar conclusiones, pero al ser las expectativas tan bajas, las primeras reacciones están siendo positivas por observarse que no es tan fiero el león como lo pintan. Ni siquiera la gran banca americana está alertando de malas perspectivas pese a que hace apenas un mes saltó el escándalo de la quiebra de algunos bancos regionales pequeños.

El panorama general es lo más parecido a la situación de Ricitos de oro. En el cuento, el vaso de leche bueno (el que ella se acaba bebiendo) es el que no está ni demasiado frío ni demasiado caliente. La Bolsa podría estar celebrando que la economía se encuentra en su punto justo, es decir, ni demasiado fría (evitando la recesión) ni demasiado caliente (que provocase una aceleración mayor de la inflación y que los bancos centrales fuesen aún más restrictivos).

Si bien el crecimiento interno de Estados Unidos se está ralentizando gradualmente a través de los sectores afectados por la restricción del crédito (por ejemplo, inmobiliario, industriales y construcción), los consumidores todavía tienen un considerable exceso de ahorro para gastar. Por otra parte, el crecimiento de los salarios reales está en un punto de inflexión al alza, con un giro especialmente brusco en Europa. Y China se está acelerando de nuevo con un impulso crediticio al alza, además del impulso económico de la reapertura.

Históricamente, la mayoría de las recesiones se han producido por la confluencia de unas condiciones crediticias más restrictivas y una demanda final más débil. En esta ocasión, el crecimiento posterior a la crisis del coronavirus se ha debido más al exceso de ahorro que al exceso de endeudamiento. Con un mercado laboral tenso, un exceso de ahorro todavía elevado, un endeudamiento de los consumidores todavía bajo y un crecimiento de los salarios reales ahora positivo, es probable que la demanda de los consumidores siga siendo favorable durante todo 2023. Los datos de gasto con tarjeta de crédito mostraron algunos signos iniciales de debilidad en marzo tras la quiebra del Silicon Valley Bank, pero parecen estar repuntando de nuevo.

Mientras tanto, tras confirmarse en Estados Unidos que la inflación desacelera hasta el 5%, es probable que el IPC general siga desacelerándose hasta el 3% en julio, por el efecto base, lo que implica que el ciclo de subidas de los bancos centrales está llegando a su fin. Y los llamamientos generalizados a la recesión podrían tener que posponerse una vez más, esta vez hasta 2024.

Miguel Ángel Rico es portfolio Manager en España de Creand Asset Management (Gesalcalá, SGIIC, SAU)


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