Una cultura de trabajo competitiva, pero racional

La firma del nuevo convenio del sector de la consultoría es un paso adelante en un mercado altamente heterogéneo y con condiciones laborales a menudo precarias

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El sector de los servicios profesionales, que engloba fundamentalmente la consultoría y la auditoría, constituye un universo heterogéneo en el que coexisten un puñado de grandes firmas con amplias plantillas, nombres destacados e internacionalizados, con una mayoría fuertemente atomizada de pequeñas compañías, asesorías y despachos. Pese a las diferencias de modelo de negocio entre unos y otros, las condiciones de trabajo se han convertido en un caballo de batalla recurrente en todo el sector, caracterizado por la fuerte rotación, los extensos horarios de trabajo y unos sueldos que, especialmente en las categorías más bajas, no se corresponden con ese fuerte nivel de exigencia y que en buena parte del mercado resultan precarios.

Todo ello explica las dificultades que han rodeado la gestación del XVIII Convenio Colectivo Estatal de las Empresas de Consultoría, Tecnologías de la Información y Estudios de Mercado y de la Opinión Pública, que se firma hoy entre las patronales AEC (Asociación de Empresas de Consultoría) y Animes, y los sindicatos CCOO y UGT. Una larga negociación que ha consumido más de tres años, ha provocado numerosos tiras y aflojas y ha propiciado la primera huelga en la historia en el sector, lo que da una idea del perfil de las relaciones de trabajo en este mercado. Como todo convenio sectorial, el texto constituye un acuerdo de mínimos, tanto en lo que se refiere a las retribuciones por categoría profesional como al resto de condiciones laborales, pero supone un importante paso adelante en algunas partidas destacadas e incluye un alza salarial del 15% en tres años, mejoras en la clasificación profesional, una revisión de la retribución por kilometraje del 32% y la regulación del teletrabajo.

Para calibrar la verdadera medida de estas mejoras, que serán más relevantes en las firmas más pequeñas y con más bajos salarios, es necesario tener en cuenta el punto de partida de las negociaciones, durante las cuales se pusieron sobre la mesa jornadas de hasta 12 horas diarias, salarios que en algunas categorías no alcanzaban el salario mínimo interprofesional (SMI), y dietas y kilometrajes que llevaban 18 y 21 años, respectivamente, sin actualizar.

La reciente inspección realizada por el Ministerio de Trabajo a las Big Four constituye un ejemplo de las disfunciones de la cultura de trabajo –en este caso centrada no tanto en los salarios, como en los horarios– de un mercado altamente exigente. La firma del nuevo convenio del sector, y sobre todo el respeto a su contenido, debería servir para racionalizar las costuras profesionales de unos servicios clave para el tráfico económico.

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