El abrazo deflacionario entre las materias primas y China
Los datos sugieren que hay una correlación entre la caída del precio de los productos básicos y la ralentización del crecimiento chino, y viceversa
El año 2023 está siendo flojo para las materias primas. De conjunto bajan un 1,4%, según el índice S&P GSCI Spot, y, entre las industriales, hay que descender hasta el séptimo puesto del ranking para encontrar una que se revalorice un poco (el cobre, 7%). La siguiente ya es el barril de crudo ligero, en décima posición, con +0,7%. Después, vienen las demás materias primas industriales, todas con bajada de precios; la más extrema de todas es gas natural, con -45,4%. Algo menos extremo el gasoil, con -17%.
Hay una excepción, que está a medio camino entre lo industrial y lo mainstream (minorista de particulares), que es la gasolina sin plomo, que acumula una revalorización en lo que va de año del 10,2%. Y es que, cuando, como en Estados Unidos, se libera petróleo de la reserva estratégica, no hay liberación equivalente de gasolina…
Un comportamiento tan débil de las materias primas industriales, ¿está indicando que la economía se encuentra en un proceso de rápida desaceleración? No tiene por qué ser necesariamente así. Por ejemplo, entre febrero de 2011 y noviembre de 2015 los metales industriales no pararon de caer de precio (-50%) y lo mismo le sucedió al petróleo Brent (-72%). Sin embargo, la economía mundial creció a ritmos que, según el FMI, oscilaron entre el 3,4% y el 4,3% (el FMI estima que ese crecimiento del 3,4% fue el que hubo también en 2022 y lo rebaja a 2,8% para 2023). Incluso la economía de Estados Unidos, que en esos años esquivó la recesión por los pelos en dos ocasiones, mantuvo un ritmo más que aceptable, creciendo a ritmos trimestrales (en tasa anual) de entre el 0,9% y el 3,7%. Y no se puede decir que fuera por falta de crecimiento de la economía china, precisamente, ya que sus tasas anuales para las variaciones trimestrales del PIB oscilaron entre el 2,6% y el 9,3%.
¿O sí? Quizás la clave de ese descenso de precio de las materias primas tenía que ver con que las cifras mencionadas de crecimiento chino hay que colocarlas en orden cronológico: el crecimiento era de 9,3% en enero de 2011, pero había bajado, casi linealmente, al 2,6% en noviembre de 2015. La correlación entre el precio del petróleo y el crecimiento trimestral chino en tasa anual (es decir, comparado con idéntico periodo del año anterior) fue entre 2012 y 2015 (ambos incluidos) de 0,89, con un trimestre de decalaje. En el caso de los metales industriales esa correlación fue muy alta (0,88), también para el conjunto del periodo 2011-2015 (incluidos ambos).
Parece, pues, que todo lo anterior nos lleva a la conclusión de que en el periodo 2011-2015, en el que los metales industriales y el petróleo caían fuertemente de precio, aunque la economía global mantenía un nivel de crecimiento bajo pero aceptable, la economía en China no dejó de perder fuelle, hasta llegar a la crisis bursátil y cambiaria por la que pasó entre el verano de 2015 y febrero de 2016, tras de lo que empezó a recuperarse con más fuerza, de nuevo: para abril de 2017 ya crecía al 7,2%, tras de lo que volvió a perder fuelle de nuevo.
La manera de empezar el precio del petróleo en este 2023 se parece mucho a como lo hizo en esos años de mucha debilidad de la economía china (2013, 2014 y 2015), por lo que ahí puede estar la clave del escaso impulso que están mostrando los precios del petróleo, en que el crecimiento chino esté siendo más débil de lo esperado.
Por su parte, a los metales industriales como conjunto les está pasando algo parecido. Por ahora, en lo que va consumido del año 2023, la evolución de su precio se parece enormemente a lo que les pasó en esos mismos años de crecimiento decreciente de la economía de China: empezando con 2011 y siguiendo por 2012, 2014 y 2015.
Todo aparenta que la economía en China no está carburando con todos sus cilindros, a pesar de que la estimación para el primer trimestre sea de un crecimiento del 4,5%.
Aunque no se puede pretender que exista una correspondencia biunívoca entre el precio de las diferentes materias primas industriales y el crecimiento económico, lo comentado nos proporciona una conclusión bastante probable: que 2023 va a ser un año bastante flojo para el precio de las materias primas y que de ahí que podamos maliciarnos que la actividad en China va a ser relativamente débil. Y la implicación en sentido contrario tiene pinta de que va a ser válida, también. Incluso si se recuperara la actividad en China, la va a neutralizar la probable recesión norteamericana, que ya hasta la Reserva Federal (en las actas de su última recesión) reconoce que puede empezar en el segundo semestre.
La Bolsa china acumula en lo que va de año la misma subida que en idénticas fechas de 2012, por lo que sus expectativas no parecen especialmente buenas, pero tampoco demasiado malas. De seguir así, debería pasar por apuros en el segundo semestre, y cerrar con ligeras pérdidas.
A falta de un superplán de estímulos fiscales denominado en yuanes, el abrazo deflacionario de las materias primas con la economía en China podría estar servido. Combinado con un exceso de oferta.
Juan Ignacio Crespo es estadístico del Estado y analista financiero
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