¿Cómo se prepara la sucesión de una empresa que vale casi un billón de dólares?
Los valores y la cultura de la empresa, clave en el relevo generacional en Berkshire Hathaway
Warren Buffett es casi centenario, está al frente de un conglomerado empresarial que ronda el billón de dólares de capitalización bursátil y es considerado uno de los mejores inversores del mundo. ¿Suma y sigue?
A sus 93 años, acaba de celebrar la junta anual de accionistas de Berkshire Hathaway, una cita que ha reunido a cerca de 18.000 accionistas en Omaha (Nebraska). En El País explican que las normas de cortesía de la junta admiten todo tipo de preguntas, a excepción de las relacionadas con futuras compras y venta de acciones y con la política. Y si bien parece que se suelen cumplir, uno de los temas clave ha sido la venta masiva de acciones en Apple por 20.000 millones de dólares y el homenaje al socio y amigo de Buffett, Charlie Munger, que falleció en noviembre del año pasado.
Aunque el presidente y CEO de Berkshire Hathaway se ha despedido de la junta “esperando volver al año que viene”, hay otro tema que los accionistas no han pasado por alto y que lleva años rondando: la sucesión de Buffett.
Hace años, Buffett quería que hubiese sido el propio Munger quien lo sucediera, pero Munger, que falleció a los 99 años, decía que se necesitaba a alguien más joven. Y dicho y hecho. Hace justo 3 años, en mayo de 2021, fue cuando el famoso inversor se pronunció por primera vez sobre qué pasará en Berkshire Hathaway cuando él falte y dio un nombre: Greg Abel, actual vicepresidente de la compañía, excluyendo la parte del negocio asegurador.
Buffett confirmaba entonces, a sus 90 años, el nombre de su sucesor a la CNBC y añadía que la junta había dado su visto bueno. ¿Era una decisión que llevaba años gestándose? ¿Basta con nombrar a un sucesor para dirigir un conglomerado empresarial con tantas divisiones y con inversiones tan relevantes?
La realidad es que la figura de Buffett trasciende su puesto de presidente y CEO. El conocido como ‘el oráculo de Omaha’ es uno de los inversores más influyentes del mundo, si no el que más. Sus ideas de inversión siempre copan titulares de la prensa económica y son analizadas por el resto de los colegas de la profesión. ¿Se puede heredar ese nivel de trascendencia?
Durante la celebración de la junta, se dejó claro que, cuando Abel tome las riendas, no solo será el ceo y presidente de la compañía, sino que será el responsable de las decisiones de inversión que tome el holding. Y hace tres años, cuando se hizo público su nombramiento como sucesor, no solo se destacó su trayectoria profesional, sino que se habló de su gran capacidad para trabajar en equipo y de cómo iba a preservar la cultura y los valores de la empresa.
En todas las organizaciones, para que la sucesión se haga de forma ordenada y apenas se note el cambio en la propia empresa y entre los trabajadores, así como en los consumidores y en el resto de los agentes implicados, es fundamental que parezca que nada haya cambiado. Una máxima que se puede aplicar a un conglomerado empresarial de casi un billón de dólares, así como a una empresa familiar de poco tamaño.
Tras la junta del pasado fin de semana, algunos medios han destacado que se espera que Abel preserve la cultura de Berkshire Hathaway, y es que él mismo ha recordado que es la cultura y la manera de hacer las cosas lo que hace especial a la compañía. ¿Cómo se puede trasladar ese valor tan intangible y tan difícil de cuantificar?
Belén Alarcón, socia y directora de Asesoramiento patrimonial de Abante, explica que cuando las empresas familiares se enfrentan al reto del relevo generacional, deben hacer un gran esfuerzo para que las nuevas generaciones se impliquen y conozcan la historia del fundador de la empresa, el propósito de la compañía y los valores que persigue.
Recordar la historia familiar de la empresa, su misión, los valores, el objetivo con el que se fundó y entender por qué hace las cosas de esa manera es lo que garantiza que cualquier proceso de relevo del fundador, sea en empresas grandes o pequeñas, familiares o no, tenga éxito.
La cultura y la forma de hacer las cosas es el ADN de las empresas. Comprenderlo, interiorizarlo y traspasarlo a las nuevas generaciones es la clave para garantizar la supervivencia más allá del actual presidente.
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