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El oro supera los 4.000 dólares y los expertos no dan por agotado su rally

La desaceleración económica, el horizonte de tipos a la baja y las compras de los bancos centrales impulsan al metal amarillo a su mejor año desde la década de los setenta

El oro sigue imparable. Impulsado por la rebaja de tipos de interés, el bloqueo político en EE UU, las presiones sobre la independencia de la Reserva Federal y el renovado empeño de los inversores por diversificar y reducir su dependencia del dólar, el metal precioso acumula una revalorización superior al 54% en lo que va de año. Ha superado por primera vez los 4.000 dólares por onza y encadena su récord número 52 de 2025, en el que firma su mejor ejercicio desde 1979.

Marco Mencini, responsable de análisis de Plenisfer Investment —filial de Generali—, reconoce que un comportamiento como el de los últimos tres años tiene pocos precedentes. Hay que remontarse a la década de los setenta, cuando el presidente estadounidense Richard Nixon presionó a la Fed para bajar los tipos y se puso fin al patrón oro. Aquella estrategia disparó la inflación y multiplicó por más de quince veces el precio del metal.

Pese a la fuerte revalorización, el mercado considera que el oro aún no ha tocado techo. A las proyecciones de grandes bancos de inversión como Goldman Sachs, que sitúan su precio cerca de los 5.000 dólares por onza, se suman las opiniones de inversores de renombre como Ray Dalio, quien sostiene que el oro es hoy un refugio más seguro que el dólar. “El oro es un excelente diversificador de carteras. Desde una perspectiva de asignación estratégica, lo óptimo sería tener cerca del 15% de la cartera invertida en este activo”, afirmó el fundador del hedge fund Bridgewater Associates durante un panel de Bloomberg en el Foro Económico de Greenwich.

Sus palabras coinciden con las pronunciadas a comienzos de semana por Ken Griffin. El fundador de Citadel considera que las revalorizaciones del oro están enviando una señal de advertencia a los mercados e interpreta el rally como la cara opuesta a la depreciación del dólar. El intento del presidente de EE UU de reconfigurar el comercio mundial, las presiones sobre la Fed para acelerar la bajada del precio del dinero y las dudas sobre la sostenibilidad fiscal se están traduciendo en una depreciación de la divisa estadounidense.

Carsten Menke, responsable de Investigación Next Generation de Julius Baer, cree que el oro no ha agotado su brillo. “La desaceleración de la economía estadounidense, junto con las perspectivas de tipos de interés más bajos y un dólar débil, deberían seguir atrayendo a los buscadores de refugio, mientras los bancos centrales continúan aumentando sus colchones”, advierte. Las instituciones monetarias han sido un motor clave del rally del oro, pasando de ser vendedores netos a compradores netos tras la crisis financiera. Los analistas de Goldman Sachs no esperan un cambio estructural en el comportamiento de las reservas y, en su escenario base, prevén que la tendencia de acumulación continúe otros tres años.

Michael Widmer, responsable de metales de Bank of America, se muestra algo más prudente. Aunque desde la firma se han mantenido alcistas con el oro desde que cotizaba en los 2.000 dólares —durante la crisis de la pandemia—, el experto cree que las entradas de capital han sido muy intensas, lo que aumenta el riesgo de una corrección. Según datos de Vontobel, en septiembre los flujos hacia ETF de oro registraron su mejor mes de la historia: 17.300 millones de dólares (14.909 millones de euros).

En contraposición a lo que anticipa la entidad estadounidense, la gestora suiza no aprecia riesgos a la baja. “Los factores estructurales (debilitamiento del dólar, preocupaciones por la deuda de EE UU, bloqueo político e independencia de la Fed) y cíclicos (enfriamiento del mercado laboral, tipos a la baja, inquietud sobre el crecimiento) empujan al alza el oro”, remarcan.

Menke recuerda que, históricamente, las grandes correcciones del oro han coincidido con una mejora de las perspectivas económicas y un endurecimiento de la política monetaria. Es decir, justo lo contrario de lo que ocurre ahora: un periodo en el que el deterioro de los indicadores refuerza las expectativas de tipos de interés más bajos. Los analistas de Julius Baer no anticipan una corrección del metal amarillo, aunque sí apuntan cierto agotamiento. “Todas las buenas noticias ya están descontadas y este último tramo del rally ha sido demasiado rápido y ha llegado demasiado lejos”, advierten.

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