El vicepresidente de Supervisión de la Reserva Federal deja el cargo para evitar enfrentarse a Trump

Barr seguirá siendo miembro del consejo, donde su mandato expira en enero de 2032. Su renuncia deja en el aire la reforma de la regulación del sector

El vicepresidente de Supervisión de la Reserva Federal, Michael Barr, durante una comparecencia en el Senado.Evelyn Hockstein (REUTERS)

La Reserva Federal anunció este la dimisión de Michael Barr como vicepresidente de Supervisión del banco central. La renuncia se hará efectiva el 28 de febrero de 2025, o antes si se confirma la designación de un sucesor. Barr seguirá siendo miembro de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal. Su mandato como vicepresidente de Supervisión finalizaba en julio de 2026, pero el de consejero o gobernador no termina hasta enero de 2032. La renuncia de Barr, que quiere evitar enfrentarse el presidente electo, Donald Trump, deja en el aire los trabajos de reforma regulatoria de la banca.

Barr, que ha ocupado el cargo de vicepresidente de Supervisión desde el 19 de julio de 2022, presentó su carta de dimisión al presidente, Joe Biden. “Ha sido un honor y un privilegio servir como vicepresidente de supervisión de la Junta de la Reserva Federal, y trabajar con colegas para ayudar a mantener la estabilidad y la fortaleza del sistema financiero de Estados Unidos para que pueda satisfacer las necesidades de las familias y las empresas estadounidenses”, indica Barr en la carta, en la que no explica los motivos de su decisión.

El comunicado de la Reserva Federal, en cambio, sí arroja luz sobre su renuncia: “El cargo de vicepresidente de supervisión se creó tras la Crisis Financiera Mundial para crear una mayor responsabilidad, transparencia y rendición de cuentas en la supervisión y regulación del sistema financiero por parte de la Reserva Federal. El riesgo de una disputa por el cargo podría ser una distracción de nuestra misión. En el entorno actual, he determinado que sería más eficaz sirviendo al pueblo estadounidense desde mi puesto de gobernador”, indica.

Barr desarrolló esa explicación en declaraciones a la agencia Bloomberg. “Ha sido una decisión muy difícil para mí”, dijo Barr, añadiendo que le preocupaba que su permanencia pudiera ser una distracción para la institución. “A fin de cuentas, según mi abogado y el abogado general de la Fed, si esto llegara a litigio, prevalecería en todos los méritos legales. Pero incluso si no llegara a litigio, o si llegara a litigio que prevaleciera, sería solo una enorme distracción, y eso no me parecía una forma prudente de proceder”, argumenta.

La Reserva Federal señala en su comunicado que no tiene intención de abordar ninguna norma importante sobre el sector hasta que se confirme el sucesor del vicepresidente de Supervisión. Los bancos reaccionaron al alza en Bolsa al anuncio. La dimisión de Barr deja en el aire la propuesta de obligar a los grandes bancos a disponer de mucho más capital para amortiguar las pérdidas y hacer frente a una hipotética crisis financiera.

La propuesta para la aplicación plena de las normas de capital de Basilea III y de recargos a los bancos globalmente sistémicos ya había sido rebajada significativamente desde su redacción inicial después de que la banca y grupos de interés batallara contra ella durante un año.

Barr podría haber insistido en mantener su puesto y habría tenido posibilidades de que los tribunales le diesen la razón, pero ha preferido evitar una confrontación. El propio presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en cambio, dejó claro en noviembre que no piensa dimitir aunque Trump se lo pida. Powell subrayó que el presidente carece de autoridad legal para destituir al presidente o a otros altos cargos de la Fed.

Como vicepresidente de supervisión, Barr supervisó la supervisión y regulación de las entidades financieras y colaboró con otros reguladores bancarios para garantizar que el sistema bancario siguiera siendo una fuente de fortaleza, a pesar de las tensiones a principios de 2023, señala el banco central. La crisis de Silicon Valley Bank, Signature Bank y First Republic Bank puso de manifiesto cómo la relajación de la supervisión sobre los bancos medianos había impedido poner soluciones a tiempo para evitar su caída.

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