Ocho previsiones de los expertos para 2025

Las estimaciones para el próximo año abundan en noviembre, como las mandarinas y las setas

Operadores en la Bolsa de Nueva York.Brendan McDermid (REUTERS)

Al igual que ocurre con las mandarinas y las setas, noviembre marca el punto álgido de la temporada de previsiones económicas y de mercado. Las encuentras por todos lados, y, como la Navidad, cada año parece que llegan antes. ¿Para qué sirven estas previsiones? Dividir la evolución de los ciclos de los mercados en periodos de 12 meses tiene poca base científica, pero el ejercicio tiene sus ventajas. Primero, obliga a sentarse y ordenar ideas. Y segundo, a algunos inversores les da una sensación de control que les permite dormir mejor, algo también valioso. El problema es que tanto material abruma, así que, tras haber revisado una veintena de estos análisis, procedo a elaborar un ránking de las previsiones para 2025, ordenadas de mayor a menor consenso.

1. Los tipos de interés van a bajar. Este es el punto acerca del cual hay más consenso. La inflación ya no quita el sueño a bancos centrales ni gobiernos, y las economías empiezan a flojear. Por eso, este otoño los bancos centrales empezaron a levantar el pie del freno, recortando los tipos de interés, la variable más relevante para los mercados financieros. En Europa, el tipo de interés que obtienen los bancos al depositar su dinero cada día en el banco central ya ha caído del 4 al 3,25% y se espera que llegue al 1,75% en 2025. En EE UU bajaron del 5,5% al 4,75% y apuntan a un 3,75% en un año. El recorte puede ser mayor o menor del previsto hoy, pero la dirección es clara y ni Trump, ni la tensión en Oriente Medio van a cambiarlo. Las implicaciones llegan a todos los rincones del mercado: las hipotecas bajarán, los precios de la vivienda subirán, las empresas ganarán más al pagar menos por su deuda y valdrán más porque descontarán sus futuros flujos de caja con tipos menores, los bonos que ya hemos comprado valdrán más, y las empresas podrán invertir a costes más razonables.

2. No habrá recesión. A estas alturas, con el paro aún cercano a mínimos históricos en Europa y Estados Unidos, puede parecer obvio, pero no lo ha sido hasta hace pocos meses. Los analistas llevan tres años pronosticando la recesión, y por eso el año pasado las recomendaciones de inversión funcionaron mal.

3. La Bolsa irá bien. En una recesión hay que alejarse de la Bolsa. Los más cautos se han perdido el 24% de rentabilidad que ha generado la Bolsa mundial en lo que llevamos de año. Para 2025 las recomendaciones son opuestas: la Bolsa es el activo más recomendado por la mayoría de los analistas, principalmente porque que esperan incrementos del beneficio empresarial del 12% en EE UU y del 8% en Europa.

4. Trump es bueno para la Bolsa estadonidense y malo para el resto. Las empresas estadounidenses se beneficiarán de menos impuestos, menos regulación—sobre todo el sector financiero, que es enorme dentro del segmento de pymes—y menos competencia, gracias a las barreras comerciales. El lado negativo es que se enfrentarán a tarifas y restricciones para importar (Trump ya amenaza con un 25% de tarifas a Canadá y México, sus principales socios comerciales) y para exportar, cuando los países afectados adopten represalias. Fuera de EEUU, las empresas se enfrentan a los mismos problemas, pero no tienen ninguno de los beneficios. En su conjunto la Bolsa mundial gana, dado que las empresas americanas representan casi dos tercios de la capitalización mundial.

5. Las “magníficas 7″ ya no tirará del carro. La tecnología, sector que ha concentrado las ganancias en los últimos años, o las “magnificas 7″—que es otra manera de contar la misa idea—ya no da para más. El primer argumento es que la concentración está en su nivel más alto de la historia. Diez empresas representan más del 35% del valor total del S&P 500, algo nunca visto. El segundo, esas empresas son muy caras. Su valor ha crecido mucho más rápido que sus beneficios, y por eso el ratio precio-rentabilidad (que viene a ser “a cuánto me sale el kilo de beneficio futuro”) está por las nubes. El euro de beneficio de 2025 de estas empresas se paga a 27 euros, mientras que el equivalente europeo se compra por menos de 15. Y el tercer argumento cierra los anteriores: los precios y la concentración están tan alejados de la media histórica, que en algún momento tendrán que revertirse. Este argumento es flojo, pero es lo suficientemente convincente como para que mucho dinero se esté desviando a los fondos especializados en empresas pequeñas, y a los fondos equiponderados, en los que todas las empresas tienen el mismo peso en la cartera. Es decir, una cartera en la que la mayor empresa del S&P 500 (Apple, 7% del total) y la menor (Amentum, 0,01% del total) tienen el mismo peso, un 0,2% cada una, invierte mucho más en las pequeñas porque deberían crecer más.

6. Trump perjudica a los bonos americanos, con lo que las potenciales ganancias no están claras. A estas alturas de la clasificación, el acuerdo es mucho menos unánime, pero al menos la mitad de los analistas mencionan este punto. El bono americano a 10 años es el activo más negociado del mundo. Si las políticas de Trump generan un déficit mastodóntico y los impuestos no suben, la única vía de financiación posible será emitir deuda en grandes cantidades. Cada bono nuevo reduce el valor del que ya ha sido emitido, y algunos analistas dudan de si los bonos ganarán, que sería lo normal con los tipos cayendo.

7. La geopolítica está más abierta que antes. La probabilidad de que China invada Taiwán aumenta con Trump, pero también la de que se firme un acuerdo de paz en Ucrania. El pensador Nassim Taleb lo formularía diciendo que las colas de la distribución se han vuelto más gruesas. Para los inversores significa que hay que guardar más dinero para imprevistos.

8. El petróleo no pinta bien. La desaceleración económica, combinada con la electrificación en algunos países como China hace que se necesite menos petróleo en 2025. La OPEP estimaba hace unos meses que en 2025 la demanda crecería 2,2 millones de barriles diarios. Ya ha recortado cuatro veces la estimación, que va ahora por los 1,8 millones. Y otro motivo es la expansión de la oferta. Trump quiere que Estados Unidos produzca 3 millones de barriles diarios adicionales a los 13 millones que ya produce. Ese incremento es casi imposible, pero sin duda la producción aumentará, presionando precios a la baja, siempre que no explote la geopolítica.

Con esto se ahorran decenas de horas de lectura. Recomiendo guardarse estas predicciones y leerlas a finales de 2025. Sirve para entender lo complejo que es predecir las acciones humanas, y para recordar porque a veces es mejor invertir sin estar muy pendientes de la letra pequeña. Diversificación y largo plazo suponen el 80% del éxito.

Francisco Quintana, director de Estrategia de Inversión de ING España


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