Cambios trascendentales para la última parte del año
Las elecciones presidenciales en EE UU marcarán la evolución de los mercados
En plena temporada de verano, en mitad del respiro -relativo- que mercados y agentes económicos toman en los días de estío, parece evidente que los temas que hasta ahora nos han preocupado en el año -la inflación y el crecimiento, los tipos de interés y la geopolítica- seguirán siendo protagonistas a la vuelta de vacaciones.
No obstante, no está de más señalar que, en todos ellos, se advierten cambios. Cambios, además, de mucho calado que, realmente, pueden transformar el último tercio del año en un escen...
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En plena temporada de verano, en mitad del respiro -relativo- que mercados y agentes económicos toman en los días de estío, parece evidente que los temas que hasta ahora nos han preocupado en el año -la inflación y el crecimiento, los tipos de interés y la geopolítica- seguirán siendo protagonistas a la vuelta de vacaciones.
No obstante, no está de más señalar que, en todos ellos, se advierten cambios. Cambios, además, de mucho calado que, realmente, pueden transformar el último tercio del año en un escenario sensiblemente distinto al que hemos vivido estos meses.
Comenzando por el orden mencionado, en primer lugar, los últimos datos referidos a inflación y crecimiento publicados, tanto en Europa como en EE UU, nos muestran un entorno macroeconómico razonablemente diferente. Es cierto que, si miramos con las luces cortas, veremos un ciclo aún expansivo para los próximos seis o doce meses, junto con una inflación que sigue sin marcar los objetivos de los bancos centrales (en torno al 2%). Pero, con algo más de distancia, y asumiendo que los precios se moverán en niveles por encima de la media histórica de la última década, la idea general es que la inflación debería ir descendiendo hacia esos niveles objetivos -el BCE sitúa este momento en la última parte de 2025 o comienzos de 2026-, al tiempo que el crecimiento…debería converger a ambos lados del Atlántico: esto es, Europa acelerando sensiblemente y Norteamérica ralentizando, también de manera muy moderada y, en todo caso, con valores absolutos por encima de la media europea (a excepción de España, que seguiría mostrando un dinamismo superior al de sus socios). En otras palabras, atisbamos un mundo macro con una mayor sincronía entre los países desarrollados y en la que la preocupación fundamental de la era post-covid, la inflación, comenzará a estar definitivamente -en la medida que en economía algo pueda ser “definitivo”- embridada.
En segundo lugar, tenemos los tipos de interés. Tras la bajada de los niveles de referencia por parte del Banco Central Europeo en el mes de junio -iba su reputación y credibilidad en ello, casi con independencia de la macro- los últimos datos publicados en Europa y EE UU comentados anteriormente sugieren que el proceso de normalización monetaria, esto es, la reducción paulatina del precio del dinero, constituye la base del nuevo marco económico en el que nos vamos a sumergir, probablemente desde el mismo mes de septiembre. Sin duda no va a ser un proceso acelerado, tal y como los mercados descontaban allá por diciembre pasado. Pero sí parece que tendrá un desarrollo razonablemente coordinado entre la Eurozona y los Estados Unidos que evite, de paso, excesivas distorsiones sobre los tipos de cambio. En ese sentido, los próximos movimientos descontados por los analistas pasan por dos bajadas de tipos, de 25 puntos básicos cada una, este mismo año 2024, tanto por parte de la Reserva Federal como del Banco Central Europeo. Al igual que comentábamos con la inflación, el nuevo orden mundial sugiere que los tipos de interés reales estarán por encima de la media de los últimos años. Pero el tiempo de medidas excepcionales, que llevaron a los bancos centrales a las subidas de 2022 y 2023, comenzará no ya a ser cosa del pasado, sino a cambiar en unos pocos meses.
Mencionábamos en el párrafo anterior el nuevo orden mundial, lo que nos da pie para entrar de lleno en el tercero de los aspectos trascendentales que enmarcan el cambio de enfoque para el último tramo del año. Nos referimos a la geopolítica y, de manera aún más precisa, al evento principal, tanto en economía como en geoestrategia, que tendrá lugar el próximo 5 de noviembre: las elecciones estadounidenses.
Lo que se nos presenta a priori son (desde el punto de vista europeo) dos sistemas con un enfoque muy distinto en su gestión de los principales eventos internacionales: el partido republicano de Trump, que ha liderado las encuestas hasta hace poco, supone una vuelta al modelo aislacionista. Un alma que, en los EE UU, no había tomado cuerpo desde la Segunda Guerra Mundial hasta el primer mandato de Donald Trump. En esencia, supone una visión bilateral de las relaciones de la primera potencia con terceros, que evitará en todo caso inmiscuirse (liderar) cualquier asunto que no reporte un beneficio inmediato a los ciudadanos estadounidenses -una cuestión harto difícil de precisar, en un mundo globalizado, por otra parte-. Por el contrario, el partido demócrata sugiere una visión más multilateral y activa de EE UU en el mundo, que incluye un compromiso más cercano con la OTAN y aliados de Asia-Pacífico.
En el capítulo económico, Trump podría suponer un mayor crecimiento a corto plazo (incluyendo beneficios empresariales) por una expansión fiscal (menores impuestos) razonablemente rápida. Esto es un punto a favor de las Bolsas. El partido demócrata sugiere un mayor control fiscal y, por ello, mejora en la estabilidad y perspectivas de los bonos, en línea con la normalización de inflación y tipos, citada anteriormente.
Dadas las enormes incertidumbres globales actuales (Ucrania, Oriente Medio, China) la elección de uno u otro modelo -o candidato- se torna absolutamente clave. De hecho, a medida que se vaya acercando la cita electoral, un factor fundamental que puede mover a los mercados serán los resultados de las encuestas que se vayan publicando. Si unimos este importante punto con el cambio de sesgo macro y monetario comentados, obtenemos una última parte de 2024 absolutamente crítica para el devenir del mundo, de manera estratégica. Ello tendrá efectos tanto de corto como de largo plazo en los mercados, que seguiremos de manera pormenorizada. En todo caso, estructuralmente, nos encontramos a las puertas de una nueva etapa, con todos sus problemas y todas sus oportunidades.
Pedro del Pozo es director de inversiones financieras en Mutualidad
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