Ignacio Fuertes (Miraltabank): “La cuestión energética será un cuello de botella para la IA”
El directivo, socio y director de inversiones, considera que el oro tiene potencial alcista
Ignacio Fuertes Aguirre (Bilbao, 1975) es uno de los socios fundadores de Miraltabank, la firma de banca privada creada por Emilio Botín O’Shea hace 15 años. También es su director de inversiones. Este ingeniero de sistemas por la Universidad de Richmond (Reino Unido) y con más de dos décadas de experiencia en mercados de capitales, participó esta semana en un ...
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Ignacio Fuertes Aguirre (Bilbao, 1975) es uno de los socios fundadores de Miraltabank, la firma de banca privada creada por Emilio Botín O’Shea hace 15 años. También es su director de inversiones. Este ingeniero de sistemas por la Universidad de Richmond (Reino Unido) y con más de dos décadas de experiencia en mercados de capitales, participó esta semana en un encuentro virtual con suscriptores de EL PAÍS/CincoDías, para analizar la situación de las Bolsas, con el temor de fondo de una posible burbuja que se estaría gestando en el ámbito de la inteligencia artificial.
Pregunta. ¿Podemos decir que hay una burbuja bursátil en el sector tecnológico de Estados Unidos?
Respuesta. La verdad es que está habiendo mucho runrún en las últimas semanas. Sobre todo con la cuestión de las finanzas circulares entre las empresas del ecosistema de la IA. Se ve, por ejemplo, que prácticamente el 90% del crecimiento del PIB de Estados Unidos viene de inversiones industriales de este tipo de empresas.
P. ¿Tienen un balance saneado estas compañías?
R. En el caso de OpenAI [el desarrollador del popular ChatGPT] es una empresa relativamente joven, con muchas pérdidas y con facturaciones todavía moderadas, de unos 13.000 millones de dólares, que podrían subir hasta los 20.000 millones para final de año. Esa empresa está siendo el punto de referencia para esas finanzas circulares, con contratos y compromisos de inversiones millonarias por parte de Nvidia, Microsoft, Oracle… En total, el sector ha comprometido 1,2 billones de dólares (algo más de un billón de euros). Hay partes del mercado que se empiezan a asustar, y ya estamos viendo cómo algunos seguros de impago se han disparado por el aumento del riesgo de quiebras.
P. Cada vez hay más voces que están alertando de estos riesgos...
R. Sí, hay varios consejeros delegados relevantes que están hablando de este asunto. Uno de los cuellos de botella que vamos a ver en el desarrollo de la IA es el energético. Se están construyendo y planificando muchísimos centros de procesamiento de datos, que necesitan mucha electricidad. Y el sistema puede que no sea capaz de atender tanta demanda.
P. ¿Cuál es su visión?
R. Nosotros llevamos ya un trimestre alertando de ciertos excesos. Sobre todo en cuanto al nivel de apalancamiento y a las valoraciones en ciertos segmentos. Creo que la IA es algo transformacional, que va a impactar sobre toda la economía. Empezamos a identificar ya un movimiento de inversión hacia compañías que se pueden beneficiar mucho, no ya del desarrollo de la IA, sino de su aplicación práctica. Por ejemplo, la banca. O las farmacéuticas.
P. Pero, ¿hay o no burbuja?
R. En algunas compañías sí. Nosotros, por ejemplo, hemos sido muchos años inversores en Palantir. Ya no tenemos Palantir. Los múltiplos a los que cotiza nos parecen excesivos. El marco político puede cambiar con las elecciones de medio término de Estados Unidos. Ya empezamos a ver algunas dudas en el Partido Republicano. También nos preocupa la cuestión de esas finanzas circulares. Ahora bien, hay otras partes del sector tecnológico que nos siguen pareciendo excelentes inversiones, como es el caso de Alphabet, donde creemos que su nivel de valoración aún es atractivo. Una de las cosas que más nos gusta es que no tiene mucha dependencia de los chips de Nvidia.
P. ¿Ve paralelismos con la situación del año 2000?
R. No mucha. Porque ahora hay muchos sectores y geografías que no están caros, lo que no pasaba entonces. Tomemos el sector farmacéutico, o el del automóvil, que se han visto afectados por la guerra comercial. Lo que estamos viviendo ahora con la IA es muy transformacional.
P. ¿El impacto de la guerra arancelaria ya lo podemos dar por amortizado?
R. Aquí se ha visto claramente que el riesgo y la percepción del riesgo no es lo mismo. El primero es algo cuantitativo y la percepción es muy emocional. Trump ha utilizado los aranceles como una herramienta de negociación y se han acabado fijando en un nivel muy inferior a la amenaza inicial.
P. ¿Le preocupa el nivel de endeudamiento de Estados Unidos?
R. Después de la crisis financiera global ha habido unas políticas fiscales y monetarias muy expansivas en todo el mundo. Una de las consecuencias es que eso hace que se devalúe el precio del dinero. Por eso han cobrado cada vez más importancia los activos que protegen de esa devaluación, como el oro, el bitcoin o las acciones. Además, las guerras arancelarias, a pesar de lo que se podría pensar, no tienen un impacto inflacionista, porque implican un shock en la demanda.
P. ¿Mantendrá el oro la racha alcista?
R. Posiblemente a medio plazo sí. Con la llegada de Donald Trump al poder se ha puesto fin al excepcionalismo de Estados Unidos. Ya no es un aliado del que te puedas fiar. Y eso ha hecho que el dólar y los bonos norteamericanos se hayan debilitado. Los bancos centrales han empezado a priorizar la compra de oro, frente a los bonos del Tesoro de EE UU. Y eso va a seguir. Es verdad que en los últimos tiempos el movimiento alcista ha sido tal vez muy brusco, porque se ha puesto muy de moda entre inversores. Creo que otros minerales, como el cobre, el litio, el aluminio o la bauxita también van a subir, porque serán una parte en este proceso de reindustrialización que ha emprendido Occidente.