Vaya semanita (en EE UU) se nos viene encima

Varios acontecimientos van a aumentar la volatilidad de los mercados próximamente

Un niño, con una bandera de Estados Unidos.Evelyn Hockstein (REUTERS)

Antes de que el amable lector pueda colapsar a causa del título del ensayo, mejor tranquilizarle: le quedan algunos días, concretamente hasta el 1 de noviembre —día de Todos los Santos, estas cosas parece que las carga el Diablo— de descanso relativo. Siempre que los mercados no empiecen a cotizar antes la volatilidad de lo que está por llegar.

Comencemos con el escenario de fondo. El Banco Central Europeo cumplió con el guion esperado y bajó los tipos de interés un cuarto de punto, recogiendo así el tono macroeconómico general en la eurozona, caracterizado por inflaciones contenidas o en vías de contención —aunque con posibilidad de algún repunte técnico de cara a final de año— y crecimiento desigual, mirando más hacia abajo (Alemania) que hacia arriba (España). Es decir, justo al contrario de lo que dicta la geografía y, tal vez, la tradición.

En líneas generales, éste es también el marco que encontramos en EE UU aunque, en este caso, los IPC´s y los crecimientos estarían en la zona alta de los datos europeos. Ya saben que Estados Unidos es la madre de todas las batallas y no hay más que mirar lo que está haciendo el S&P500 este año… o, casi, el año que quieran. Dicho eso, ojo, que empieza la montaña rusa.

Y comienza la montaña rusa con el dato de empleo americano el referido viernes 1 de noviembre. Probablemente, en lo que llevamos de año, no ha habido referencias que hayan revolucionado tanto a los mercados como las del empleo en EE UU. Un ejemplo de libro de dato retrasado, no adelantado. Pero, al fin y al cabo, si algo mueve el crecimiento de la primera potencia y, como derivada, los precios de bienes y servicios, es el consumo del estadounidense medio. Y esto tiene mucho que ver con el mercado laboral de Norteamérica.

A día de hoy, el consenso de analistas espera una notable rebaja en la creación de puestos de trabajo mensuales – hasta 120.000-, algo consistente con los últimos datos de peticiones de desempleo, pero muy distinto al espectacular último dato disponible que, de hecho, sorprendió al mundo inversor al marcar 254 mil nuevos empleos. Será muy importante ver si ésta última cifra es revisada, particularmente si es revisada a la baja. Porque no olvidemos que la Reserva Federal bajó 50 puntos básicos los tipos de interés en su última reunión alegando, entre otras cosas, que la economía está desacelerando. Un dato sorpresivamente positivo, al estilo del último publicado, podría complicar la senda de bajada de tipos, al menos momentáneamente.

Ya que hablamos de montañas rusas, permítanme que me salte el pico de en medio —que supongo que habrán adivinado cuál es— y nos vayamos, por alusiones, a la tercera referencia americana vital de las próximas semanas, concretamente el 7 de noviembre: la decisión de tipos de la FED. Si los datos macro —el empleo singularmente— lo permiten, deberíamos ver al banco central estadounidense bajar un cuartillo de punto sus tipos de referencia, desde el 5%-4.75% hasta el 4.75%-4.5%. Recuerden que los americanos trabajan este tema por bandas, no por niveles, como el BCE. Esta decisión sería consistente con lo que la curva de deuda descuenta hoy para EE UU y que, en el último mes, ha provocado que, tras largo tiempo, vuelva a tener pendiente ligeramente positiva.

No está de más, llegados a este punto, comentar el vuelco que la citada curva podría tener en el caso de que viéramos un dato de empleo particularmente fuerte, que llevara a la Reserva Federal a no bajar tipos de momento. El efecto sobre la renta fija sería instantáneamente negativo. En cuanto a la renta variable, la parte positiva (mayor renta personal por la vía del mayor empleo) podría verse muy contrarrestada por las menores expectativas de financiación más barata de las empresas. En resumen, un escenario sensiblemente distinto a lo que barajamos hoy.

Pero el plato fuerte que nos espera, sin duda, entre el paro y la FED es la cita electoral del día 5 de noviembre. Suele ser un cliché decir que está todo por decidir, pero es que, en esta ocasión, si hacemos caso a las encuestas, es literalmente cierto. Las implicaciones de la victoria de un candidato u otro son enormes y van mucho más allá del análisis de qué sectores se vendrían beneficiados por la llegada de Harris (¿energía renovable y tecnología?) o Trump (¿petroleras y financieras?) a la Casa Blanca.

El enfoque global que presentan los dos partidos en liza, aunque parecidos en ciertos aspectos —Harris, déficit; Trump, más déficit. Harris, aranceles; Trump, más aranceles— es muy diferente en materias de liderazgo mundial (Ucrania, relación atlántica, China, Oriente Medio) por lo que realmente nos encontramos ante una situación, dentro de un orden, bastante binaria. Por lo demás, si al final vemos unas cámaras divididas (tal y como pronostican las encuestas) la historia nos dice que las Bolsas valorarían mejor una victoria demócrata…

Por todo ello, sensación un poco de tomar aire antes de la zambullida de dentro de un par de semanas. Es de esperar que estos días veamos un incremento de volatilidad en los mercados. De ser así, no debemos perder el Norte, la tendencia general. Y esa tendencia nos dice que, más allá de un dato concreto, nos encontramos en un proceso gradual de bajadas de tipos de interés. Ello implica que la renta fija cotiza hoy rentabilidades mejores que las de mañana —entendiendo por “mañana” un plazo de tiempo razonable—. Así mismo, la Bolsa debería descontar un mundo más fácil para la financiación empresarial (cuidado aquí porque, tal vez, ya lo está descontando). Por ello, toda oportunidad que nos puedan dar las acciones (mientras no rompan niveles muy clave) y, especialmente, los bonos, deben ser aprovechadas, con una visión de medio y largo plazo.

Pedro del Pozo es director de inversiones financieras de la Mutualidad de la Abogacía


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