Bornay, la firma de minieólica con tecnología propia que distribuye baterías de Tesla
La empresa alicantina produce aerogeneradores de 1, 3 y 5 kW de potencia para hogares y empresas. Ha facturado 13,2 millones en 2023 y sus principales mercados son España, Latinoamérica y África
Juan Bornay tenía una inquietud: llevar la electricidad a las casas del campo, como la de sus abuelos, que no tenían acceso a la red. Este empresario de Castalla (Alicante), empezó con sus “inventillos” en un pequeño taller donde estudiaba cómo producir energía usando el viento. Fue así que en 1970 puso en marcha su empresa, Bornay, y lanzó su primer miniaerogenerador, fabricado con sus propias manos.
Su hijo, Juan de Dios Bornay, actual CEO de la firma, recogió el testigo del padre y rememora aquellos años, cuando fabricaban molinos a medida, dependiendo de la demanda de los clientes. “Daban servicios a primeras necesidades: alumbrado, televisión y en algunos casos el frigorífico”, explica. Se crio “jugando y trasteando” en la empresa, en la que entró a los 16 años.
Con el paso del tiempo empezaron a construir de manera más industrializada porque hacerlo a medida ya no era viable. Actualmente, fabrican molinos de 1, 3 y 5 kilovatios de potencia, en torres de entre 10 y 15 metros de altura y con diámetro de hélices entre los 2,86 y los 4,2 metros. El peso varía de los 42 a los 120 kilos. “Se pueden instalar en hogares y empresas, explotaciones agropecuarias, bombeos de agua o antenas de comunicación”, detalla. De media, producen unos 200 cada año y estiman que su vida útil alcanza las dos décadas.
No solo viento
Si bien los miniaerogeneradores son el producto estrella, la compañía no se ha quedado solo con el viento. A principios de los 2000, con los primeros picos de demanda de la fotovoltaica, empezaron a trabajar de la mano de empresas del sector como Atersa. Sin embargo, el auge de esta renovable y la competencia con grandes firmas hizo que Bornay fuera residual en términos de facturación.
De allí la necesidad de diferenciarse de los demás: “Pasamos a ofrecer el producto completo. Fabricamos el aerogenerador y, con acuerdos de distribución, suministramos paneles, inversores, baterías. Damos la instalación llave en mano”. Para el CEO, eólica y fotovoltaica van juntas, de cara a garantizar una producción estable día y noche y en cada estación. “Cuando no hay viento hay sol y cuando no hay sol hay viento”, resume.
El negocio de Bornay se puede dividir en tres partes: generación, almacenamiento y transformación. De hecho, más allá de fabricar molinos, también son distribuidores de paneles solares, baterías, reguladores (que se utilizan para controlar el flujo de energía que va de las placas a los acumuladores), e inversores.
Desde finales de julio, también gestiona las Tesla Powerwall en España, unas baterías para almacenar energía en los hogares. Estas pilas, con 13,5 kWh de capacidad, se alimentan de la red eléctrica o de los paneles: cuando detectan apagones, además, se activan para garantizar el suministro. Bornay también suministrará los Tesla Wall Connector, puntos de recarga para vehículos eléctricos.
La decisión de diversificar el negocio los llevó a crecer hasta los 28 empleados con los que cuenta actualmente. En 2021 facturó 12 millones de euros. El año siguiente, saltó hasta los 22 millones. A cierre de 2023, en cambio, cayó a 13,2. Este año estima llegar a los 12 millones. Bornay atribuye estas fluctuaciones al frenazo del autoconsumo en España, al retraso de las subvenciones y a la caída de precios de la energía.
Su mercado más importante es España, donde cuenta con más de 2.000 instaladores, sus principales clientes, aunque el exterior pesa un 24% en el negocio. Exporta a 63 países, especialmente a Latinoamérica y África. El resto de Europa es residual.
Innovación
Bornay cuenta con su propio equipo de I+D. De hecho, la tecnología de los aerogeneradores es de desarrollo propio. “Estamos organizados en diferentes secciones: la mecánica, que fabrica el cuerpo del molino; la eléctrica, que se encarga de la parte electrónica. Y la de composites, donde se manejan materiales como fibra de vidrio, carbono y resina para las hélices, carcasas y partes protectoras...”, detalla Bornay. Una persona de cada departamento, junto a dirección y desarrollo, conforma el equipo de I+D, que busca una constante mejora de las tecnologías para aumentar su eficiencia.
Avanzar en nuevas herramientas es uno de los retos en el camino para Bornay. A esto, su CEO añade otro, común en el sector: impulsar el almacenamiento energético e integrar toda la cadena de valor de la energía.
Desde el Congo hasta Venezuela, pasando por la Antártida
Llevar la electricidad donde no hay suministro: el propósito de Juan Bornay en los años 70 ha quedado inmutable en la empresa. Por ello, la firma está donde menos electrificación hay, en los países en vía de desarrollo en África y en Latinoamérica, donde trabajan con instaladores y diferentes proyectos.
Juan de Dios Bornay, CEO de la compañía, cita una de las iniciativas estrella, la de Tanzania, realizada de la mano de Cáritas y de las fundaciones AGH, de Ana Gamazo, y la cordobesa Urafiki. “Al principio nos pidieron un aerogenerador y algún panel solar para tener una emisora de telecomunicaciones y un frigorífico para almacenar vacunas”, recuerda. Con los años, instalación tras instalación, se creó una comunidad con todo tipo de servicios: colegio, iglesia, hospital, alumbrado público.
Lo mismo ocurrió en el Congo, gracias un proyecto apoyado por Cáritas y los gobiernos autonómicos de Asturias, Cantabria y Andalucía, donde la llegada de la iluminación en el colegio llevó a la creación de una emisora de radio que produjo un efecto llamada: “Se fueron creando micropymes, como una granja de pollos y avícola, una explotación agropecuaria con regadíos, plantaciones...”, asegura.
En Venezuela, la compañía impulsó la electrificación de 200 comunidades que no tenían acceso a la red: empezando por los servicios básicos como el alumbrado público, llegaron a dotar de internet a los pobladores.
Los miniaerogeneradores de la empresa también se instalaron en Islandia, “entre piedras y hielo”, donde dan servicio a estaciones meteorológicas que necesitan bajo consumo de forma ininterrumpida, las 24 horas del día.
Pero Bornay llegó aún más lejos, hasta la Antártida. En las Bases Antárticas Españolas Juan Carlos I y Gabriel de Castilla se encuentran varios molinos de la firma que, pese a las condiciones extremas, permiten mantener en funcionamiento los equipos científicos a lo largo de todo el año. Más allá del monitoreo a distancia, el CEO de la compañía explica que el mantenimiento de la instalación se hace en España: “A veces el aerogenerador está totalmente cubierto de nieve, otras un bloque de hielo se lo lleva y desaparece. Cada ciertas campañas colaboramos para que, en función de su estado, ellos nos traigan el molino para arreglarlo, y nosotros le damos otro”, concluye.
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