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El precio de la transición verde: frenar el cambio climático elevará la inflación un 1,6% al año

Un informe de Carmignac pone de relieve el sobrecoste económico de la lucha contra el calentamiento global, aunque advierte de que no hacer nada es mucho más caro

Vistas del Parque Eólico Serra da Capelada, en Cedeira (A Coruña).
Vistas del Parque Eólico Serra da Capelada, en Cedeira (A Coruña).ÓSCAR CORRAL
Pablo Sempere

La lucha contra el cambio climático ha llevado a la comunidad global a adoptar medidas de carácter estructural para reducir las emisiones de carbono y avanzar hacia una economía sostenible. Sin embargo, este camino hacia un modelo de menores emisiones tendrá inevitablemente la contrapartida de elevar sustancialmente los sobrecostes inflacionarios, que afectarán a la economía global durante los próximos 10 años. Así, “los intentos de limitar el aumento de la temperatura global en 1,5° podrían añadir un 1,6% a la inflación cada ejercicio”, según pone de relieve el informe El coste inflado de la transición energética, elaborado por Carmignac.

La energía es un pilar fundamental de la economía moderna. Desde la producción hasta el consumo, cada etapa de la cadena de valor depende en gran medida de su disponibilidad y costes. Por eso, la transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles, aunque necesaria, está destinada a provocar una presión inflacionaria adicional. No obstante, insisten desde la gestora de activos, merece la pena embarcarse en este propósito que marcó en su momento el Acuerdo de París, ya que la alternativa es mucho más cara, menos previsible y menos controlada.

El cambio climático no mitigado presenta una amenaza constante para la economía global. Sin acciones significativas que reviertan la situación, este fenómeno continuará causando desastres naturales y alteraciones en los patrones climáticos, interrumpiendo las cadenas de suministro y, en consecuencia, elevando los precios de bienes y servicios. Estos choques negativos podrían generar una inflación elevada y volátil, afectando la producción y el bienestar económico general. Como aproximación, el Banco Central Europeo estima que, sin mitigarlos, los efectos físicos del calentamiento global podrían añadir entre un 1% y un 3% a la inflación general anual solo durante la próxima década. En este contexto, la transición energética se convierte en una necesidad imperiosa, aunque no exenta de desafíos.

El informe de Carmignac identifica varios componentes clave que contribuirán a la greenflation o inflación verde debido a una presión de la demanda sobre los recursos necesarios para esta transición. La demanda de bienes críticos como metales y minerales necesarios para las tecnologías de energía renovable está aumentando. Desde 2022, por ejemplo, el precio de las turbinas eólicas ha subido un 40%. Por eso, se espera que los precios de los metales verdes (níquel, zinc y cobre, entre otros) se dupliquen en la próxima década, añadiendo un 0,1% anual a la inflación global.

Por su parte, la disminución en la inversión en infraestructuras fósiles —menos atractiva en el largo plazo por su aparente carácter caduco— reducirá la producción de hidrocarburos, elevando los precios del petróleo en aproximadamente un 20% anual. Este fenómeno añadirá un 0,8% a la inflación. Igualmente, la gran inversión necesaria para la transición desviará recursos de otras áreas de la economía, incrementando los precios y las tasas de interés. Además, la adopción de nuevas tecnologías verdes, que tienen un coste significativo, generará un aumento inflacionario del 0,7%.

A pesar de los impactos inflacionarios a corto y mediano plazo, “la transición energética promete beneficios económicos a largo plazo”, recuerda el informe. Uno de los principales es la potencial reducción en los costes marginales de la electricidad. Las energías renovables, como la solar y la eólica, tienen impactos operativos significativamente más bajos que los combustibles fósiles una vez que las infraestructuras están funcionando.

Además, resalta Carmignac, esta transición reducirá la dependencia de importaciones de energía, mejorando así la seguridad energética y fortaleciendo la economía local. A la par, pese a todas las incertidumbres que desata este proceso, también tiene el potencial de crear millones de empleos en sectores emergentes, impulsando el crecimiento económico.

El informe deja claro que la transición energética, aunque esencial para mitigar el cambio climático, no está exenta de costos. La greenflation es una realidad que los gobiernos, empresas e individuos deberán enfrentar. Y “gestionar cuidadosamente estos impactos inflacionarios será crucial para minimizar su efecto en la economía y asegurar una transición justa y sostenible”. La gestora de activos francesa, de hecho, recalca que si la transición energética se lleva a cabo en su totalidad, los bancos centrales tendrán que decidir si dejar pasar esta inflación transitoria o apoyarse en ella para provocar deflación en otras partes de la economía.

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Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.
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