El reto de Macron: formar coalición para cuadrar un presupuesto más restrictivo

La nueva etapa de Gobierno francés se sustentará en lo que esta V República siempre ha querido evitar, los pactos entre partidos. Un Ejecutivo en minoría, como vaticinan los principales analistas, puede complicar aún más la reducción del déficit fiscal y la puesta en marcha de las reformas pendientes en Francia

Jean-Luc Mélenchon habla tras el anuncio de los resultados de la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia, el pasado 7 de julio.ANDRE PAIN (EFE)

En la política francesa, coalición es el tabú más grande, pues la palabra es asociada a menudo con compromisos indeseados y deslealtad a principios firmes. Las recientes elecciones legislativas han dejado a Francia en una situación de ingobernabilidad, con un Parlamento dividido en tres bloques relativamente iguales: la izquierda liderada por el Nuevo Frente Popular (NFP), la centroderecha y la extrema derecha. Ante esta fragmentación, surge la necesidad de formar una coalición para asegurar una mayoría gobernante, algo que choca con la tradición política de la V República y que podría mermar la capacidad del país para tomar decisiones económicas urgentes.

La preocupación más grande para el país galo es el presupuesto y el techo de gasto. “Mientras Francia se enfrenta a un procedimiento de déficit excesivo, un nuevo Gobierno debe presentar unas cuentas que respeten las normas europeas a principios de octubre”, señala Hugo Le Damany, economista de la eurozona en la gestora de fondos Axa Investment Managers. En 2023 hubo un déficit de 154.000 millones de euros, que representa el 5,5% del PIB, según los datos de marzo publicados por el instituto estadístico francés Insee.

La IV República, vigente entre 1947 y 1958, se caracterizó por una gran inestabilidad gubernamental, los partidos se aliaban y se separaban con frecuencia, creando un clima de constante cambio y poca continuidad en las políticas. La creación de la V República fue una reacción a esta situación, buscando equilibrio a través de un sistema presidencialista fuerte.

La izquierda del NFP, que ha ganado en la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas con 178 escaños, reclama el derecho a designar un primer ministro que gobernaría en minoría. Por otro lado, la derecha tradicional de Los Republicanos y algunos en el centro macronista sugieren que podrían unirse para proponer su propio primer ministro. No obstante, esta coalición potencial estaría a decenas de escaños de la mayoría necesaria. El presidente Emmanuel Macron ha pedido una “mayoría sólida, necesariamente plural”, una forma sutil de sugerir una coalición sin mencionar la palabra.

Las quinielas

Thomas Gillet, analista político, señala tres opciones principales para el futuro Gobierno francés. “Lo que sabemos es el resultado de la elección, pero no sabemos quién será el próximo primer ministro. Podría ser un Ejecutivo liderado por la izquierda radical del NFP, que ganó las elecciones. Otra posibilidad es que sea liderado por alguien del partido socialista, más centrado a la izquierda. Y la tercera opción sería una coalición de centro-derecha, que agruparía a los partidos presidenciales como Renaissance de Macron y los conservadores liberales Les Républicains”.

Independientemente de quién encabeza el Ejecutivo, es muy probable que sea uno en minoría. Esto podría tener consecuencias significativas en términos de capacidad para implementar reformas y reducir el déficit presupuestario. “Es probable que veamos una mitigación de algunas medidas debido a la necesidad de encontrar un equilibrio político”, añade Gillet.

3%

Por debajo de esta tasa es el objetivo de recorte de déficit público en 2027. En 2023 subió hasta el 5,5% del PIB y la deuda hasta el 111%, en claro deterioro de sus cuentas.

El experto explica que el Gobierno anterior presentó el programa de estabilidad en abril con el objetivo de reducir el déficit presupuestario por debajo del 3% del PIB para 2027. Entonces era una estrategia de consolidación fiscal muy desafiante. Pero después de las elecciones, implementar esa táctica lo será aún más. Si el Ejecutivo no tiene legitimidad para introducir reformas y aprobar medidas que sean necesarias para recortar el gasto como se esperaba antes de la cita electoral, Francia puede tener problemas serios en eurozona.

Por decreto

El economista Le Damany incide en que, a pesar de las dificultades, la Constitución francesa ofrece soluciones. Uno de sus artículos permite la aprobación de leyes a menos que una mayoría absoluta las bloquee con una moción de censura, lo que obligaría a la renuncia del Gobierno. “Otra posibilidad es que el Parlamento quede atrapado en cuellos de botella procedimentales, lo que impediría votar el presupuesto. En tal caso, si las Cámaras no han dado su opinión en 70 días, las disposiciones del proyecto de ley pueden entrar en vigor mediante ordenanzas, que son decretos del Ejecutivo sin necesidad de aprobación parlamentaria”, detalla.

No obstante, Le Damany admite que un problema mayor sería si las Cámaras rechazan el presupuesto a través de una votación o una moción de censura. “El Gobierno puede solicitar urgentemente al Parlamento autorización para recaudar impuestos y abrir créditos mediante decretos. Es poco probable que no se logre una mayoría para extenderlo hasta 2025, pero esto implicaría un ajuste fiscal considerable, afectando ingresos y gastos”. Esto podría tener un impacto significativo en las perspectivas de crecimiento, pero también podría forzar la aprobación de unas cuentas alternativas si los partidos temen ser culpados por un deterioro económico.

Posturas alejadas

La política económica es un área donde la izquierda y el macronismo están significativamente alejados. El primero, por ejemplo, tiene un programa que, de implementarse, podría ser costoso para las finanzas públicas, según los especialistas. “La izquierda radical quiere subir el salario mínimo, lo que impactará en el PIB. Esto afectará la competitividad externa y podría apoyar la demanda privada y el consumo doméstico”, cree Gillet.

Gillet y Brian Marly, este último analista del sector público y soberano de Scope Ratings, señalan que una alternativa a un Gobierno de coalición de izquierdas podría darse si Macron se alía con el partido liberal conservador. “Sin embargo, la reticencia de Los Republicanos a apoyar al presidente Macron en el anterior Parlamento sugiere que esta alternativa es relativamente remota”, vaticinan.

La necesidad de formar una coalición y llegar a acuerdos es urgente. “Sin una mayoría absoluta, necesitarán alcanzar un consenso dentro de la coalición sobre lo que es factible y lo que no lo es”, afirma Gillet. Esto significa que las medidas más radicales del programa de la izquierda, como revertir la reforma de las pensiones, probablemente se renegocien para encontrar un equilibrio político que permita la gobernabilidad.

Además, la posibilidad de un Ejecutivo tecnocrático –un tipo de Gobierno en el cual los que toman las decisiones son seleccionados en función de su experiencia en un área específica de responsabilidad– es una preocupación para Gillet. “Si no hay consenso político y no se forma una coalición, podríamos terminar con uno tecnocrático que no tendría la legitimidad”, advierte.

Aunque para Le Damany esta opción podría ser la menos inestable. “Este intentaría eliminar el aspecto político de cualquier decisión, aunque inevitablemente sería más centrista de lo que muchos en el NFP o en el centro-derecha desearían”, aduce. Le Damany agrega que este aspecto no sería tan fatalista, pues ese Gobierno probablemente existiría para lograr los aspectos básicos de un Estado que pueda ser funcional. “Implementaría una ley fiscal minimalista –tal vez sin apoyo, pero sin objeción material del resto del Parlamento para evitar el riesgo de un cierre del Ejecutivo”, describe.

El pulso de la derecha

En la segunda vuelta el partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional (RN), no logró la mayoría absoluta que esperaba, a pesar de su fuerte desempeño en la primera vuelta de las elecciones. El RN quedó en tercer lugar con 143 escaños, detrás del conjunto de Macron con 168.

Le Damany aclara que la “tradición republicana” en Francia dicta que el presidente nombre a alguien del grupo más grande en el Parlamento como primer ministro, aunque no es una obligación constitucional. El NFP utiliza esta tradición para reclamar el puesto, aunque se enfrenta desafíos internos debido a la diversidad de sus componentes, que van desde la Francia Insumisa (LFI), hasta partidos históricos como los socialistas, comunistas y verdes.

La diputada francesa del partido de extrema derecha Rassemblement National, Marine Le Pen (en el centro), en una foto de familia en la Asamblea Nacional en París el pasado día 10 de este mes. YOAN VALAT (EFE)

Según el economista, aritméticamente, un Gobierno solo del NFP, implementando su plataforma económica radical, tendría casi cero posibilidades de sobrevivir, ya que todos los demás grupos tendrían los números para forzar la renuncia del primer ministro del NFP mediante una moción de censura. De manera similar, una alianza entre centristas y la centroderecha, que probablemente era el resultado preferido por Macron, también fallaría en asegurar una mayoría significativa, enfrentando el mismo problema que un Ejecutivo solo del NFP.

Le Damany sugiere que una alianza del NFP que excluya al LFI, junto con diputados de centroizquierda y centristas, podría alcanzar una mayoría absoluta, aunque con dificultad. Sin embargo, estos grupos están divididos sobre la conveniencia de tal arreglo y el contenido de las políticas a ejecutar. Extender esta “coalición central” a la centroderecha proporcionaría una base numérica más sólida, pero a costa de tensiones políticas aún más agudas dentro del grupo.

En todo caso, cualquier coalición amplia probablemente solo podría acordar un pequeño número de principios clave para guiar las políticas, lo que resultaría en un Ejecutivo más bien “minimalista”. Le Damany espera que el proceso de formación proceda sobre una base de “tanteo”, probando diferentes combinaciones hasta encontrar una solución viable. “Este proceso podría llevar meses añadiendo episodios de estrés en los mercados de activos franceses”.

La necesidad de restricción fiscal en Francia dificultará mitigar las tensiones en la sociedad francesa. El país se enfrenta a un periodo de incertidumbre política y económica. La formación de una coalición entre la izquierda y el macronismo, aunque difícil, es esencial para asegurar la estabilidad gubernamental y la capacidad de implementar reformas necesarias. Entre ellas destaca la de las pensiones. En 2023 el Ejecutivo de Macron aprobó su retraso gradual hasta los 64 años en 2030, desde los 62. Pero tanto el partido de Le Pen como el de Mélenchon han manifestado públicamente su deseo de dar marcha atrás y fijarla en 60 años.

El éxito de esta coalición potencial dependerá de la disposición de los líderes políticos para poner el interés nacional por encima de las lealtades partidistas. Esta será una prueba que podría marcar un punto de inflexión en la política francesa, estableciendo un nuevo modelo de gobernabilidad basado en la cooperación y el compromiso.

En el punto de mira

Fiscalidad y gasto. De acuerdo con Hugo Le Damany, de Axa Investment Managers, los mercados ya cuestionan las perspectivas fiscales de Francia, una de las economías de la eurozona que ha violado las reglas de la Unión Europea y está sujeta a un procedimiento de déficit excesivo por parte de la Comisión. En 2023, el país galo propuso un presupuesto que no habría reducido el déficit por debajo del 3% del PIB requerido por la UE. Sin embargo, esta perspectiva se basaba en condiciones bastante optimistas. Desde entonces, las estimaciones han empeorado y las perspectivas económicas a corto plazo no han cumplido con las expectativas. Moody’s ya señala la necesidad de ajustes, probablemente preparando el terreno para un cambio a una “perspectiva negativa” en su calificación.


Fecha clave. A principios de octubre, el Ejecutivo debe presentar un nuevo presupuesto. En ese momento, bajo el marco revisado de vigilancia fiscal europea, Francia deberá entregar sus planes fiscales a cuatro años a Bruselas, estableciendo una trayectoria para reducir el déficit a un nivel sostenible a largo plazo, el cual es menos del 3%. Existen diferentes formas de lograr la estabilidad fiscal. Con el sesgo hacia la izquierda que se espera del nuevo Gobierno, es posible que se inclinen más por aumentos de impuestos que por recortes de gastos. Sin embargo, uno tecnocrático podría estar mejor posicionado para implementar medidas impopulares necesarias para cumplir con los requisitos fiscales.

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