Impuestos

Sumar propone gravar los márgenes de las empresas de distribución para bajar la inflación de los alimentos

El impuesto a las grandes compañías del sector sería del 1,2% sobre las ventas e iría descendiendo cuando se reduzca el resultado de explotación

La vicepresidenta segunda, ministra de Trabajo y Economía Social y líder de Sumar, Yolanda Díaz.Eduardo Parra (Europa Press)

Sumar ha propuesto este viernes al PSOE la creación de nuevas figuras impositivas en el marco de las negociaciones de los próximos Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el año 2024. Destaca, entre otros, un nuevo impuesto pensado para gravar los márgenes de las empresas de la distribución con el objetivo de rebajar la inflación de los alimentos. En concreto, y para intentar penalizar los “comportamientos abusivos y anticompetitivos” de las grandes empresas de producción y distribución, la formación liderada por Yolanda Díaz plantea la puesta en marcha de un “impuesto inteligente” con un tipo máximo del 1,2%.

Según un documento remitido por Sumar, el gravamen estaría vinculado directamente a la evolución del resultado bruto de explotación y los ingresos de las organizaciones. De esta manera, alcanzaría un tipo del 1,2% si la diferencia entre los márgenes de 2024 y 2019 superase la diferencia entre el nivel de 2023 y 2019; bajaría al 0,6% si el de 2024 estuviese por encima del de 2019; y sería del 0% si el de 2024 fuese igual o inferior al del nivel prepandémico.

Sumar define el margen empresarial como el cociente entre el resultado bruto de explotación y el importe neto de la cifra de negocios. El resultado bruto de explotación, a su vez, sería la suma del importe neto de la cifra de negocios, la variación de existencias de productos terminados y en curso de fabricación, los trabajos realizados por la empresa para su activo, aprovisionamientos, otros ingresos de explotación, gastos de personal y otros gastos de explotación.

A partir de aquí, la propuesta plantea que estén sujetos al potencial gravamen las empresas que forman parte de la cadena de producción y distribución de alimentos, incluidas las de transporte frigorífico, que hayan facturado más de 100 millones de euros en 2023 en España. La base imponible del impuesto sería el importe neto de la cifra de negocios.

“El impuesto tiene un diseño inteligente pues castiga los comportamientos abusivos de las empresas de manera gradual y se anula cuando el mercado funciona de manera competitiva. Sus efectos beneficiosos ya operarían en 2024, aunque se pague en 2025, pues el nivel del gravamen se determina por el comportamiento empresarial del año en curso”, explica el texto. Fuentes de la formación plurinacional añaden que el objetivo del gravamen no es aumentar ingresos. De hecho, “el ideal” es que no recaude nada, lo que significaría que se habrían corregido los “comportamientos abusivos”.

El gravamen, de salir adelante, tendría una naturaleza jurídica de prestación patrimonial de carácter público no tributario, similar a los gravámenes sobre las empresas energéticas y la banca. La recaudación se destinaría a un fondo que financiaría ayudas concedidas por la administración sin necesidad de solicitud para aliviar la situación que provoca el aumento de los precios de los alimentos en hogares vulnerables.

Según los últimos datos del Observatorio de Márgenes Empresariales, un proyecto en el que trabajan de forma conjunta el Banco de España, el Ministerio de Economía y la Agencia Tributaria, la evolución de los precios energéticos y de los costes de las materias primas favorecieron que los márgenes sobre ventas del conjunto de la economía superasen los niveles previos a la pandemia en el tercer trimestre del pasado ejercicio. Sin embargo, el observatorio recuerda que hay mucha heterogeneidad en función de los sectores. En el caso del agroalimentario, los márgenes se habrían disparado en la rama de la agricultura, superando los 125 puntos en una escala en la que la base 100 equivale al cuatro trimestre de 2019, antes de la irrupción de la pandemia.

Sin embargo, la industria agroalimentaria, que engloba a las empresas de fabricación, elaboración y conservación, se habría ido recuperando de manera sostenida, aunque seguiría por debajo de los 100 puntos. La nota discordante la daría el margen en el comercio de alimentos, donde se inscriben los supermercados y las grandes cadenas de distribución. El subsector enlaza, de hecho, dos trimestres a la baja y pasa del entorno del 100 al del 90. La distribución, afirmaba esta semana el Banco de España, sigue “sin haber podido revertir las contracciones experimentadas durante la crisis energética”.

Desde Sumar explican, no obstante, que la inflación en los alimentos ha estado impulsada “por el traslado del aumento de los costes energéticos y de materias primas a los precios” por parte de las empresas de la cadena de producción y distribución. Estas habrían preservado sus márgenes de beneficio y provocado un fuerte efecto de segunda ronda. Este comportamiento de precios flexibles al alza y rígidos a la baja, afirma Sumar, es propio de un mercado poco competitivo. La industria alimentaria y la distribución minorista y mayorista están concentradas en pocos operadores con “comportamientos de rebaño” en la fijación de precios, lo que se traduce en una inflación “apreciablemente superior en España”, denuncia la formación.

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