Recesión en Alemania: el corazón industrial de Europa se infarta

La crisis económica ha golpeado a la principal economía europea, dependiente de un sector industrial encarecido y que se está quedando atrás en cuanto a innovación

Belén Trincado Aznar

Alemania, la principal economía europea, ha caído en recesión. En el contexto de la crisis energética por la invasión rusa a Ucrania, el país germano ha sido víctima de sus propias políticas energéticas y su lenta transición a las nuevas tecnologías. El elevado coste de la electricidad ha complicado y encarecido la producción del corazón industrial de Europa, cuya economía se encogió un 0,3% en el primer trimestre de 2023. En este contexto, los expertos están divididos entre aquellos que ven la situación como un traspié temporal y los que anticipan que los alemanes se están quedando rezagados tras décadas de liderazgo.

François Raynaud, gestor de fondos multi-asset & overlay en Edmond de Rothschild AM, opina que hay dos factores principales que explican por qué Alemania ha sufrido dos trimestres consecutivos de descensos del PIB. “En primer lugar, el país es más sensible a la situación energética derivada del conflicto ucraniano, tanto directamente como indirectamente”, señala el experto. “En segundo lugar, Alemania es un país industrial y no se ha beneficiado lo suficiente de la reactivación del sector servicios para contrarrestar la ralentización de los manufactureros durante los últimos trimestres, a diferencia de la mayoría de sus homólogos europeos”, agrega Raynaud.

A finales de mayo, la oficina de estadística de Alemania, Destatis, destacó que las subidas de precios seguían siendo un lastre para la economía del país. “Esto se reflejó especialmente en el gasto en consumo final de los hogares, que disminuyó un 1,2%”, indicaron en un informe.

En esta línea, la entidad añade que la reticencia alemana a comprar se manifestó en diversos ámbitos: “Los hogares gastaron menos en el primer trimestre de 2023 que en el anterior. Además, compraron menos autos nuevos, lo que probablemente se deba, en parte, a la interrupción de las subvenciones para híbridos y la reducción de las subvenciones para vehículos eléctricos a principios de 2023″. Por si fuera poco, Destatis afirmó que el gasto de consumo final del Gobierno también disminuyó considerablemente, un 4,9% respecto al trimestre anterior.

La entidad germana subraya que, en el primer trimestre de 2023, el valor añadido bruto desestacionalizado aumentó un 0,9% en relación al trimestre anterior. “Dentro de la industria manufacturera, después de un comienzo de año prometedor, muchas industrias se enfrentaron a un efecto amortiguador en marzo. No obstante, tras ajustar por variaciones de precios, estacionales y de calendario, se registra un importante crecimiento intertrimestral del 2% para el primer trimestre. El comportamiento económico de las ramas de servicios fue muy heterogéneo y, en general, más débil que el de la industria”, aclaran.

En este contexto, el Fondo Monetario Internacional estima que Alemania será la economía del G-7 con peor desempeño este año. No obstante, el canciller, Olaf Scholz, parece mantenerse optimista. “Las perspectivas para la economía alemana son muy buenas”, dijo recientemente en un encuentro con periodistas en Berlín, tras la presentación de los últimos datos económicos. Su Gobierno ha propuesto responder a las preocupaciones con un tope hasta 2030 en los precios de la energía para algunas industrias de consumo intensivo, como por ejemplo los productos químicos. Este plan, que podría costar a los contribuyentes hasta 30.000 millones de euros, es visto por la oposición y algunos expertos como un parche temporal.

En este contexto, Raynaud advierte de que el liderazgo de Alemania como potencia industrial está en entredicho, ya que el país sigue centrándose principalmente en los sectores manufactureros tradicionales, que se ven más afectados por las exigencias relacionadas con la transición climática. “Alemania no tiene liderazgo en los nuevos sectores tecnológicos, que están liderados por Estados Unidos, Japón o China, pero este es también el caso de otros países europeos”, asevera el experto

Gilles Moëc, economista jefe de Axa Investment Managers, comenta que, aunque Alemania “esté en recesión en el sentido europeo de la palabra”, es probable que no satisfaga todavía los criterios de Estados Unidos para declarar una recesión. Según Moëc, falta un ingrediente clave: un debilitamiento mucho más tangible del mercado laboral, materializado en un aumento del desempleo.

Ciertamente, Alemania se mantiene al borde en este aspecto. Aproximadamente 45,7 millones de personas residentes en el país estaban empleadas en abril de 2023. Según cálculos provisionales de Destatis, el número deses­tacionalizado de personas empleadas subió en 15.000 en marzo. Por lo tanto, el alza fue menor que en los meses anteriores. En febrero y marzo de 2023, el incremento intermensual del número de ocupados desestacionalizados se situó en 56.000 y 57.000, respectivamente.

“Es precisamente cierta conciencia del deterioro de la economía lo que sería bienvenido en las actuales circunstancias para amansar las negociaciones salariales y convencer a los sindicatos de que retomen su viejo enfoque de ‘primero el empleo, luego el salario’, contribuyendo así a que la inflación vuelva a acercarse al objetivo del BCE”, sostiene Moëc. El analista opina que el punto de inflexión tal vez no esté tan lejos. “Con un PIB en retroceso desde hace un año en el primer trimestre, la tasa de desempleo podría no estar lejos de volver a aumentar, aunque sea a partir de su nivel actual extraordinariamente bajo (2,9%, según el concepto conforme a la OIT)”.

Faltos de energía

Alemania ha sido víctima de las políticas que ella misma promovía a nivel europeo. Tras cerrar sus últimos reactores nucleares esta primavera y presionar para el cierre de las plantas de carbón antes de 2030, el país solo instaló alrededor de 10 gigavatios de capacidad eólica y solar el año pasado. Esto corresponde aproximadamente a la mitad de lo que necesita para alcanzar los objetivos climáticos, y la deja vulnerable ante la situación actual en la que ya no puede suplir sus necesidades con gas de Moscú.

Si bien la Administración de Scholz tiene como objetivo conectar aproximadamente 625 millones de paneles solares y 19.000 turbinas eólicas para 2030, estos proyectos aún no han dado sus frutos. Cabe destacar que fue recién el año pasado que Berlín inició de forma seria la construcción de infraestructuras de gas licuado para importación por vía marítima. Su capacidad anterior era casi inexistente y eso le ocasionó serios problemas tras el cierre de los gasoductos rusos.

En esta línea, François Rimeu, estratega sénior de La Française AM, asegura que la combinación de los precios energéticos altos y del crecimiento salarial representan un reto para el sector manufacturero alemán, que está muy orientado a la exportación. “Pueden necesitar un aumento de la inversión y un crecimiento salarial moderado para mantener la competitividad. Por otra parte, si no se abordan estas cuestiones, podría producirse un declive estructural, presiones inflacionistas y una necesidad de apoyo gubernamental”.

Rimeu hace hincapié en que la pospandemia y el cambiante panorama geopolítico sugieren que el modelo tradicional de Alemania, caracterizado por elevados superávits por cuenta corriente, podría sufrir una transformación: “De cara a finales de año y a 2024, se prevé un periodo de renovada debilidad económica a medida que empiecen a surtir efecto los tipos de interés más altos, la reducción del ahorro y la ralentización en Estados Unidos”.

¿Impacto regional?

Los expertos consultados coinciden en que han sido las características industriales de la economía alemana las que han hecho al país vulnerable a esta crisis. No obstante, algunos opinan que toda la región es susceptible de caer en la recesión.

Paul Diggle, economista jefe en Abrdn, piensa que la alemana no es la única economía vulnerable de la región: “Otras grandes economías de la eurozona no tienen el mismo grado de exposición intensiva a la energía industrial que Alemania, por lo que no cayeron en recesión durante el invierno. Sin embargo, todas las economías de la zona euro están expuestas al rápido ciclo de subidas de tipos de interés, que aún no ha concluido. Creemos que el creciente lastre de unos tipos más altos llevará a la mayor parte de la eurozona a una recesión a partir de finales de 2023 o principios de 2024″.

Por su parte, Raynaud considera que la recesión alemana no implicará necesariamente la recesión de toda la zona euro. “El reciente alivio de los precios energéticos es una buena noticia para el número de países europeos, ya que la duración y la profundidad de la recesión dependerán de la evolución futura de los precios de la energía y los alimentos, así como de la evolución futura de la inflación en su conjunto”, argumenta.

En esta línea, Raynaud añade que en la eurozona solo se espera que caigan Lituania a finales de 2023 e Italia en 2024. “El temor es que, aunque la inflación haya iniciado su desaceleración, el nivel de inflación se mantenga por encima de los objetivos de los bancos centrales, lo que impediría recortar los tipos. Esta situación debería obligar al Banco Central Europeo a mantener las tasas a un nivel más alto para proseguir la lucha contra la inflación, impidiendo sostener el crecimiento, lo que implicaría que más países cayeran en recesión”, agrega.

Alexander Dominicus, gestor de fondos en MainFirst, no comparte esta opinión. De hecho, se muestra relativamente optimista respecto al futuro de la región “Otros países europeos se enfrentan, por supuesto, a retos similares, con una combinación de tasas de inflación más altas y tipos de interés crecientes. Sin embargo, Europa tiene bajas tasas de desempleo y los salarios van a aumentar a lo largo del año. Esto volverá a situar al consumidor en una mejor posición, e incluso en Alemania ya hemos visto que la confianza del consumidor ha tocado fondo. Por lo tanto, la esperanza realista es ver una ligera recuperación del gasto de los consumidores en Alemania a lo largo del año”, afirma.

En cualquier caso, los expertos consultados coinciden en que mientras Alemania no renueve su matriz energética y reoriente su economía hacia los sectores tecnológicos en ascenso, la crisis seguirá golpeando al país.


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