El cambio de temporales a fijos discontinuos despierta dudas y reticencias entre los expertos

La reforma laboral ha sido un éxito para reducir la tasa de temporalidad, pero no la rotación, advierten desde Fedea y la OCDE

La construcción es uno de los sectores donde la reforma laboral ha atajado más la temporalidad. Eduardo Parra / Europa PressEduardo Parra (Europa Press)

Si el objetivo principal de la reforma laboral aprobada en 2021 era reducir el exceso de temporalidad hay pocos expertos que duden de que ha sido un claro éxito. Al menos así lo evidencian dos importantes indicadores: las tasas de temporalidad y el porcentaje de fijos sobre el total de contratos. Según las primeras, las tasas de empleo temporal medidas por la Encuesta de Población Activa (EPA) han caído diez puntos del 27% al 17% en el primer año de vigencia de la reforma laboral; y si esto se mide en términos de afiliación, dicha tasa se ha recortado aún más del 26% al 14%. Asimismo, entre los nuevos contratos que se firman cada mes, los temporales han pasado de representar el 90% a casi el 50% en este mismo año.

Otra cosa es la “temporalidad real”, que se mide con los flujos de entrada y salida de los trabajadores en el mercado de un trimestre a otro. Esta medición refleja un estancamiento de la temporalidad, cuando los expertos esperaban que se redujera, al igual que los otros dos indicadores citados, según explicó ayer el economista de la Universidad de Oviedo, experto en mercados laborales e investigador asociado de Fedea, Florentino Felgueroso, en una jornada organizada por este think tank sobre La reforma laboral: ¿Un cambio de paradigma?

Así, la rotación entre paro y empleo “dobla o, a veces, triplica, la media europea”, recordó Felgueroso, quien también señaló que el colectivo que está sometido a esta mayor rotación son los contratados temporalmente por menos de un año durante 2022. Y entre ellos, los de los grupos de cotización menos cualificados. El uso masivo de los fijos discontinuos influye también en este aumento de la rotación, debido a los periodos en los que el trabajador está inactivo y, por lo tanto, no está de alta en la Seguridad Social.

Igualmente, este investigador resalta que antes de la reforma de 2021, dos de cada tres contratos de muy corta duración eran recontrataciones y en un tercio de los casos el trabajador había sido recontratado para ese mismo puesto hasta cuatro veces. “Esto no ha desaparecido con la reforma laboral –precisó Felgueroso– solo que antes había un acuerdo implícito de que el trabajador sería recontratado y ahora ese acuerdo es explícito, a través de un contrato fijo discontinuo, tras ampliar esta modalidad”.

En este punto, a algunos de los expertos que participaron ayer en esta jornada les surgió otra duda sobre el efecto de sustituir temporales por fijos discontinuos y es la inexistencia de una indemnización a término de estos últimos, al menos que se despida al trabajador, a diferencia de los contratados temporales que sí son indemnizados con 12 días por año de trabajo cuando finaliza el contrato.

Por ello, Stefano Scarpetta, director de Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de la OCDE desde 2013, introdujo ayer la posibilidad de que el fijo discontinuo fuera un contrato “con final abierto”, de forma que si ante largos periodos de inactividad el trabajador se quiere dar de baja pueda, por ejemplo, cobrar el desempleo, algo que según la legislación actual no es posible si el trabajador deja el empleo voluntariamente.

De hecho, tanto Scarpetta, como Marcel Jansen, profesor titular de la Universidad Autónoma de Madrid coordinador del área de asuntos laborales de Fedea, advirtieron del peligro de que los trabajadores fijos discontinuos se vean sometidos a “largos periodos involuntarios de inactividad, lo que puede reproducir también en estos contratados la precariedad y pobreza laboral de los temporales”.

Además, estos expertos, también alertaron sobre el hecho de que las empresas no están incorporando el coste de la elevada rotación, también por los fijos discontinuos, ya que en los periodos de inactividad estos cobran el desempleo, con lo que ese gasto recae exclusivamente en las arcas públicas (y en el caso de los fijos discontinuos ni siquiera las cotizaciones por desempleo son superiores como sí ocurre en los temporales). Ante esta posibilidad, el responsable de Empleo de la OCDE propuso la introducción de un sistema de bonus malus, que premie a las empresas que tengan menos rotación de trabajadores y penalice a las que abusen de esta situación. Esta propuesta fue compartida plenamente por los investigadores de Fedea, ya que no es la primera vez que surge en las negociaciones para reformar el mercado de trabajo español.

Otra reticencia que manifestó Jansen al respecto de los fijos discontinuos fue el uso que la negociación colectiva ha permitido hacer de ellos en las contratas y subcontratas. Según explicó, aunque la norma fijaba un máximo de tres meses de inactividad, el convenio de la construcción elimina ese tope, de forma que estos contratos podrían desplazar al fijo de la construcción, con mayor protección para el trabajador.

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