El tsunami accionarial de Naturgy avanza en la creación de un núcleo duro español bajo el puño de hierro de Fainé
Tras años de bloqueo, el futuro de una de las empresas más estratégicas de España se va fraguando entre bambalinas. La reordenación del capital, clave para el avance de la energética, reúne a la flor y nata de las élites políticas, empresariales y financieras del país
Lunes, 15 de diciembre. Se celebra un evento ya convertido en tradición en el mundo corporativo madrileño. Fundación La Caixa organiza en el Auditorio Nacional de Madrid, en la calle Príncipe de Vergara, un concierto de El Mesías de Händel. Un evento que, de alguna forma, sirve para dar por cerrado el ejercicio y arrancar los festejos navideños. Como todos los años, preside el acontecimiento Isidro Fainé y, a su vera, desfila lo más granado del sector empresarial, patronales incluidas. En este caso, allí estaban Antonio Garamendi, presidente de CEOE, y Francisco Reynés, presidente de Na...
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Lunes, 15 de diciembre. Se celebra un evento ya convertido en tradición en el mundo corporativo madrileño. Fundación La Caixa organiza en el Auditorio Nacional de Madrid, en la calle Príncipe de Vergara, un concierto de El Mesías de Händel. Un evento que, de alguna forma, sirve para dar por cerrado el ejercicio y arrancar los festejos navideños. Como todos los años, preside el acontecimiento Isidro Fainé y, a su vera, desfila lo más granado del sector empresarial, patronales incluidas. En este caso, allí estaban Antonio Garamendi, presidente de CEOE, y Francisco Reynés, presidente de Naturgy, para dar fe. Sin embargo, una presencia inusual llamó la atención de los presentes. Javier de Jaime, cabeza visible del fondo CVC, que se prodiga poco en actos públicos -y aún menos ante los medios de comunicación-, compareció en el gran día del timonel de La Caixa, con quien comparte accionariado en Naturgy.
Días después empezaría el tsunami en el capital de la gasista. Una revolución que avanza en la dirección de reforzar el control de La Caixa y, quién sabe, si de formar un núcleo nacional en la gestión de una empresa estratégica.
El primero en mover ficha fue BlackRock. El 17 de diciembre anunciaba la venta de un 7% de Naturgy y bajaba su participación al 12%. Este jueves, CVC desligaba su participación en la firma de Corporación Financiera Alba, el vehículo de la familia March. Se quedaba en un 13%. Mientras, Criteria aprovechaba en mercado para reforzar su cuota (pasa de un 24% a un 26%) y los March quedan con manos libres para su 5%. El encuentro entre De Jaime y Fainé, anecdótico pero que demuestra la buena sintonía entre quienes también compartieron intereses en Abertis, aflora los dos mundos que han habitado el capital de la antigua Gas Natural. Por un lado, el financiero, deseoso de maximizar su inversión, apostando por el troceo de la compañía si es preciso. Por otro, la visión industrial, de largo plazo, la esencia de un proyecto como el Fundación La Caixa, que tiene en la generación de dividendos para nutrir la obra social su principal hoja de ruta. Por primera vez, esta semana se ha escenificado esa diferencia de objetivos, con la posibilidad de pasar de las musas al teatro. CVC y BlackRock han encontrado la puerta de salida que llevaban años buscando. La cruzarían con jugosas plusvalías. Ahora tocar mirar hacia adelante.
En ese punto, a falta de conocer alguna participación adicional que pueda surgir fruto de las desinversiones pasadas y futuras, lo que haga Alba es relevante. Por la mera titularidad de las acciones, Criteria y los March sumarán un porcentaje más que relevante, capaz de superar el bloqueo del consejo ejercido por los fondos en cuestiones relevantes. “La nueva estructura permite a ambos socios una mayor flexibilidad sin alterar la gobernanza ni los objetivos conjuntos de su inversión en Naturgy”, afirmaba para buen entendedor el hecho relevante remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en el que figuran las intenciones de Corporación Financiera Alba. El imperio de los March, ya en su cuarta generación tras haber cumplido un siglo desde la fundación del banco en 1926, entronca con la historia corporativa e industrial española, como demuestran inversiones actuales como Viscofan, Cie Automotive o Acerinox. Pese a unos resultados sin mácula, los analistas de Naturgy han lamentado la escasez de presentaciones, la ausencia de un caso inversor y una cierta parálisis en la firma. La salida de los accionistas financieros debería reforzar la hoja de ruta industrial.
Ese escenario tiene sentido dentro del master plan que, a la fuerza, el Gobierno nunca ha abandonado para Naturgy. Con Endesa en las manos italianas de Enel e Iberdrola, cuyo principal accionista es Qatar, muy diversificada geográficamente, el control de la firma es estratégico para el Ejecutivo, urgente incluso después del apagón del 28 de abril. Lo dejó claro Teresa Ribera, al frenar la escisión de la compañía; lo deslizaba sotto voce a quien quería escucharle Iván Redondo cuando estaba al frente de la Oficina Económica de Presidencia, y se ha plasmado con el peso del gas y los ciclos en la operación reforzada puesta en marcha tras el cero energético. Diferentes fuentes conocedoras consultadas durante los últimos meses aseguran que la relación de Moncloa con Fainé, que parecía de absoluta sintonía en el arranque de la legislatura -con intereses conjuntos plasmados, por ejemplo, en Telefónica-, y que en los mentideros de la capital se decía en horas bajas tras la abrupta salida de José María Álvárez Pallete de la operadora y el no menos traumático adiós de Ángel Simón como cabeza visible de Criteria, nunca ha perdido un ápice de tracción. En Naturgy, la convergencia de intereses no puede ser mayor y parece ganar brío.
Si acaso, la incógnita a día de hoy más difícil de descifrar es qué papel quiere jugar ahora IFM, que se ha convertido en segundo máximo accionista de la compañía con el 15,17% del capital tras deshacerse el consorcio CVC-March. El fondo liderado en España por Jaime Siles siempre ha manifestado su vocación de permanencia a largo plazo y su intención de ser un accionista de referencia con participación destacada en el consejo (cuenta actualmente con dos consejeros). En el mercado se especula con que pueda seguir comprando acciones, ya que su objetivo desde 2021 era alcanzar el 22,68% del capital.
Como fondo australiano, el Gobierno le impuso una serie de condiciones destinadas, en gran medida, a preservar la españolidad y el interés público. Unas condiciones que también pesan sobre la estadounidense BlackRock y que IFM siempre aceptó, al menos en público, de buen grado. Su compromiso con España se visibilizó en 2023, cuando los responsables oceánicos estrecharon la mano del presidente, Pedro Sánchez, en Moncloa. Pero la relación con la Criteria Caixa de Fainé ya nacieron de forma poco amistosa. Unas diferencias que, aunque se han apaciguado, siguen latentes entre las partes. La evolución entre los máximos accionistas, con el Gobierno de fondo, será otra de las claves en el devenir de la empresa considerada más estratégica para España.