La cadena de restauración asiática Udon busca consolidarse al otro lado del Atlántico
La empresa fundada en Barcelona facturó 53 millones de euros en 2024, solo un 3,5% más que el año anterior por el retraso en la apertura de tiendas
En la carrera hacia las américas hay que ser paciente. La cadena de restaurantes asiáticos Udon, fundada en Barcelona hace 20 años con su primer local en el barrio del Born de Barcelona, hace tiempo que tiene entre ceja y ceja expandirse a Estados Unidos y Latinoamérica, pero todo lleva su ritmo: en 2021 abrió su primer local propio en Miami. Desde entonces, ha sumado uno en Puerto Rico, otro en República Dominicana, y el año pasado uno más en Miami y otro en Ecuador. 2024, el año del aniversario, tenía que ser clave para esta estrategia, pero la apertura de locales de Udon, tanto nacionales como internacionales y tanto propios como franquiciados, se ha retrasado por causas ajenas a la empresa, lo que explica también el modesto crecimiento registrado: la compañía cerró el año con una facturación de 53 millones de euros, un 3,5% más que en 2023 —cuando creció un sólido 13%— y con 75 locales, solo cuatro más que el año anterior.
El cofundador y consejero delegado de Udon, Jordi Pascual, cree que las bases están sentadas para consolidar su presencia en el exterior este año, y que las aperturas pendientes darán este impulso que falta. “2024 fue un buen año, algo por debajo de nuestros objetivos, pero es porque se han retrasado aperturas. Este año pasado abrimos cuatro locales”, explica: uno está en un centro comercial de Madrid, otro en Orihuela, uno en la terminal 2 del aeropuerto de Barajas y el ya citado en Ecuador. El retraso en las aperturas muchas veces tiene que ver con grandes infraestructuras como aeropuertos, donde ganar un concurso no implica que la máquina burocrática vaya más rápido: por ejemplo, Udon ha ganado recientemente concursos con Aena para cuatro locales, pero solo ha podido abrir uno. “Esto no nos plantea problemas financieros, porque son franquicias, pero sí organizativos”, señala Pascual.
Las cuatro aperturas del año pasado contrastan con lo que tienen programado para este 2025, cuando esperan alcanzar los 60 millones de euros de facturación: 17 aperturas previstas, de las cuales ocho se inaugurarán antes del mes de abril. Entre los nuevos locales hay previstos tres en Santiago de Chile, uno en un centro comercial de Polanco (México) y otro más en Miami, que está ya en obras.
“El 2024 nos ha servido para afianzar la proyección internacional de la compañía, que empezamos a planificar hace mucho tiempo. La pandemia nos dio un golpe muy duro, pero estamos continuando con fuerza”, apunta Pascual, que evita dar detalles sobre el resultado neto del ejercicio, aunque explica que cerraron el año en positivo. Con las nuevas aperturas, se espera que dentro de seis meses ya estarán presentes en nueve países (España, Portugal, Andorra, Puerto Rico, República Dominicana, Ecuador, Estados Unidos, México y Chile).
La gran mayoría de los restaurantes son franquiciados —Udon solo tiene siete locales propios—. El ansiado objetivo de llegar al centenar de restaurantes se tuvo que aplazar por la pandemia, pero Pascual espera que este año ya superen los 90 locales. De todos modos, la cifra es estable, ya que en toda su historia han tenido que cerrar pocos restaurantes, y el año pasado solo uno. “Somos un proyecto muy estable. La mayoría de grupos de restauración no han conseguido echar raíces en el concepto asiático. Nosotros ofrecemos nuestra marca para que la pongan en su porfolio y lo hagan crecer en sus países”, explica el cofundador.
Udon cuenta con 29 trabajadores en las oficinas centrales, otros 80 en los restaurantes propios y cerca de 1.000 en conjunto con los franquiciados. El grueso de sus ventas viene por la parte de los restaurantes, donde el tique medio es de unos 16 euros, mientras que el canal de comida a domicilio se ha estabilizado tras la pandemia, y representa un 16% de la facturación. “En la cuenta de explotación de los restaurantes ahora hay tres impactos importantes: los precios del alquiler, los costes de las materias primas y de los problemas logísticos, y los costes laborales”, señala Pascual, en referencia a cambios de legislación como el de la reducción de la jornada laboral. “Es complicado de aplicar”, advierte.