La presión en Bolsa de los inversores de EE UU fuerza los cambios en el consejo de Grifols
Flat Footed se une a Mason Capital en los ataques al gobierno corporativo de la farmacéutica
Grifols vuelve a sufrir la presión de los inversores, con nuevos ataques a su consejo de administración. La compañía comunicó en la noche de este lunes cambios de calado en su consejo de administración, incluida la entrada de un consejero dominical en representación de Mason Capital, Flat Footed y otros fondos anglosajones, que se han mostrado muy críticos con la gestión de la farmacéutica española. Los movimientos llegan tras la nueva caída de la acción, agravada con la cancelación de la posible opa de Brookfield junto a miembros de la familia fundadora (titulares de un 30% del capital), y con una nueva ofensiva bajista con acusaciones renovadas de Gotham City Research. En el último mes, de hecho, los títulos se dejan cerca de un 20%, con un desplome anual del 42%. Ayer, rebotaron un 1%.
Fuentes del mercado señalan que los inversores norteamericanos han elevado la presión sobre la compañía para forzar nuevos cambios en la política de buen gobierno. En este sentido, destacan el recorte del 32% en el precio objetivo de la acción de Grifols llevado a cabo por JP Morgan hace una semana, al bajarlo de 14 a 9,5 euros, por debajo de los 10,5 euros que ofrecía Brookfield.
La farmacéutica, en la comunicación remitida a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el lunes, señaló que su consejo había acordado, por unanimidad, el nombramiento de Pascal Ravery y Paul Herendeen como nuevos miembros del consejo, cubriendo las dos vacantes existentes. El primero ostentará la categoría de independiente, mientras Herendeen tendrá la consideración de consejero dominical.
Ahora bien, las tensiones no aflojan, y los fondos siguen reprobando con dureza a la farmacéutica y pidiendo más cambios. En la tarde de ayer, Flat Footed, que desveló una participación del 4,64% de las acciones A de Grifols, agradeció el nombramiento de Herendeen, pero criticó la política de buen gobierno de la farmacéutica y el nombramiento de Ravery. El fondo afirmó que Grifols ha sufrido escándalos de gobierno corporativo que han hecho mella en la confianza de los accionistas, provocando el escrutinio de los reguladores y propiciado que las acciones coticen muy por debajo de su valor intrínseco. “Al igual que han señalado otros accionistas, la sociedad ha acometido transacciones que han destruido valor y los conflictos de interés están presentes en todo el consejo, en miembros de la familia Grifols, y en Tomás Dagá en su calidad de socio de Osborne Clarke España”, dijo.
El fondo señaló que Osborne Clarke España ha actuado como asesor de Grifols desde 2014, poniendo sus intereses en conflicto con otros accionistas. “Hasta que tuvieron que enfrentarse a la oposición de Flat Footed, entre otros, Grifols ha estado inmersa, con la aparente aquiescencia y cooperación de un consejo en claro conflicto de intereses, en un proceso para capitalizar el devaluado precio de las acciones de la sociedad privando a los accionistas minoritarios del valor potencial de una posible operación de toma de control”, aseguró el fondo. Según Flat Footed, este patrón de mala praxis y los “incorregibles conflictos” de interés del consejo ponen de manifiesto la necesidad de una pronta revisión de la gobernanza en Grifols.
Sus reproches públicos se unen a los lanzados por Mason Capital, a mediados de noviembre, con la opa de Brookfield todavía encima de la mesa. Este fondo atacó las deficiencias de gobierno corporativo de la compañía, que habían provocado fuertes pérdidas para los accionistas. Además, pedía la incorporación del citado Herendeen al consejo, en representación de un grupo de accionistas minoritarios, para restablecer la supervisión independiente y desbloquear el valor para los inversores.
Además, Mason afirmó que la mala asignación de capital aplicada por la empresa en sus grandes adquisiciones desde 2014 habían “destruido valor para los accionistas”. El fondo fue muy crítico con la posición de la familia Grifols en el consejo de administración, así como con el citado Tomás Dagá, abogado próximo a la familia, que también es consejero. Mason y Flat Footed exigen que la farmacéutica revele sus pagos a Osborne Clarke.
Con respecto a Ravery, Grifols destacó que cuenta con una carrera profesional de 30 años en Goldman Sachs y JPMorgan, con una amplia experiencia en finanzas corporativas y banca de inversión, especialmente en fusiones y adquisiciones, reestructuraciones, emisiones de deuda y capital, gobierno corporativo y asesoramiento estratégico en diversos sectores y regiones. Flat Footed criticó que el consejo de Grifols no haya hecho mención de Ravery ni de su nombramiento. “Nos sentimos decepcionados por el hecho de que el consejo no haya intentado recabar el apoyo de accionistas externos antes de hacer este nombramiento”, aseveró.
En este escenario, la empresa insistió el lunes en que su consejo de administración seguirá centrado en maximizar el valor para todos sus accionistas, así como en adherirse a las mejores prácticas de gobernanza.
Lo cierto es que la crisis bursátil y de confianza de Grifols está a punto de cumplir un año, con las acusaciones de manipulación de cuentas por parte de la citada Gotham City Research desde EE UU. La gestora aseguró que Brookfield no había obtenido la información que necesitaba para la opa, situación que el propio consejero delegado, Nacho Abia, desmintió posteriormente, al asegurar que había mantenido un total de 20 reuniones con los responsables del fondo canadiense.
La farmacéutica ha ido reconfigurando su estructura para tratar de convencer al mercado de su compromiso con las normas de buen gobierno. Grifols nombró un nuevo consejero delegado, el citado Abia, quien asumió el puesto el 1 de abril y que, meses antes de lo previsto, en septiembre pasado, se hizo cargo de todas las tareas ejecutivas, tras la decisión de Thomas Glanzmann, de pasar a ocupar, únicamente, el cargo de presidente del consejo, sin tareas directivas. En esta línea, los miembros de la familia Grifols también dejaron sus puestos directivos, si bien permanecen como consejeros. La empresa insistió en que no tuvieron participación en las deliberaciones sobre la oferta de Brookfield, que recayeron en el comité de transacción, compuesto únicamente por independientes. Esta situación ha podido provocar una ampliación de las diferencias en el seno del consejo.
En esta oleada de cambios, Grifols nombró como nuevo director financiero a Rahul Srinivasan, para supervisar la función financiera global de la compañía, incluyendo la planificación, tesorería, impuestos, informes financieros, relaciones con inversores y sostenibilidad. Srinivasan, hasta entonces director de EMEA Leveraged Finance and Capital Markets de Bank of America, había ocupado puestos directivos en KPMG y Credit Suisse.