Brufau (Repsol): “No somos negacionistas, somos activistas de la lucha contra el cambio climático”

El presidente insiste ante la junta de accionistas en que transición energética e industria deben ir de la mano

El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz y el presidente, Antonio Brufau, en la junta general de accionistas.Pablo Monge

El presidente de Repsol, Antonio Brufau, ha asegurado en la junta general celebrada este viernes en Madrid, que “no somos ni retardistas ni negacionistas de la lucha contra el cambio climático, somos absolutos activistas y lo demostramos cada día”. En su discurso ante los accionistas, Brufau ha pedido que no se les malinterprete y reiteró su conocido discurso reclamando el principio de neutralidad tecnológica para lograr la reducción de emisiones de CO2, que solo será posible...

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El presidente de Repsol, Antonio Brufau, ha asegurado en la junta general celebrada este viernes en Madrid, que “no somos ni retardistas ni negacionistas de la lucha contra el cambio climático, somos absolutos activistas y lo demostramos cada día”. En su discurso ante los accionistas, Brufau ha pedido que no se les malinterprete y reiteró su conocido discurso reclamando el principio de neutralidad tecnológica para lograr la reducción de emisiones de CO2, que solo será posible “si dejamos jugar a todas la tecnologías”. En este sentido, consideró que “el mantra de la electrificación es un auténtico error” y pidió paso al hidrógeno verde, la captura de carbono y los combustibles renovables. “Es una obsesión focalizarlo todo en la electrificación”, se preguntó si “no nos estaremos equivocando de camino” y apostó por descarbonizar los combustibles líquidos, como el biogás.

Según Brufau, las políticas de la Unión Europea, que calificó de “muy determinista”, no tienen en cuenta “si el ciudadano las quiere o no”. Y añadió que “el planeta no sigue las directrices europeas”

El directivo aludió a la pérdida de competitividad industrial de Europa respecto a Estados Unidos y China: “Estamos en una encrucijada”, subrayó. Según sus palabras, “Europa se está dando cuenta de que la industria es un motor económico, un país sin industria es un país sin futuro” y se lamentó de que no se haya logrado el objetivo de que la industria llegue a representar el 20% del PIB. Y criticó la falta de unidad de Europa, en la que hay 27 sistemas fiscales, mercantiles, etc. “Basta ya de tener 27 sistemas bancarios, hace falta un mercado único”, enfatizó el presidente de Repsol.

En este sentido, arremetió contra “el desigual” gravamen energético, que el consejero delegado de la compañía, Josu Jon Imaz, calificó de injusto, ya que “castiga a las empresas que invierten en industria y en garantizar el suministro, pero no a los importadores”. E incidió en la importancia de una mayor coordinación en la defensa en Europa, ya que situaciones como la invasión de Ucrania “podría ser extensible a otras a otras áreas” del continente.

Brufau hizo alusión al declive de la industria en Europa, lo que achacó a la excesiva regulación, que, muchas veces, “no es coherente o es excesiva” y “se basa solo en la sostenibilidad, en la reducción de emisiones y se olvida de la seguridad de suministro y el coste del suministro. Europa ha hecho poco énfasis en esto último”, señaló. En su opinión, China ha hecho una política enormemente inteligente, que deja sin competitividad a la industria europea, y aplaudió la decisión de Estados Unidos en proteger sus barreras y su industria. “No hemos elegido las rutas adecuadas para reducir las emisiones”, y además, subrayó Brufau, el problema es que estas políticas “no han conseguido además reducir las emisiones”. No obstante, aplaudió el esfuerzo que ha hecho Europa, que “tiene que liderar la lucha contra el cambio climático” y recordó que China sigue siendo responsable del 39% del total de emisiones.

Brufau reclamó una mejora de la calidad regulatoria, de los trámites administrativas y mayor seguridad jurídica. Apuntó que el plan estratégico de Repsol está en línea con la nueva sensibilidad de las autoridades europeas para no perder poder y reiteró su idea de “que transición e industria deben ir juntas: empresas sostenibles en el largo plazo, no contaminantes, pero al mismo tiempo que puedan seguir su camino”. Menos prohibiciones y más incentivos, incentivar para motivar. “Europa lidera la regulación, pero no lidera nada mas”, concluyó.

Los responsables de Repsol recordaron la inversión de la compañía en la planta de biocombustibles “a gran escala” de Cartagena, a la que se han destinado 250 millones de euros, que permitirá reducir 400.000 vehículos de combustión y recortar las emisiones de CO2 en 900.000 toneladas.

Pulso contra Greenpeace

Por su parte, el consejero delegado de Repsol dio cuenta de los resultados del año pasado, ejercicio en que se normalizaron los precios, que se saldó con un beneficio 5.011 millones de euros, frente a los 6.774 millones de 2022, un 25% menos. La sociedad pagará un dividendo de 0,70 euros por acción (próximamente, pagarán un complementario de 0,54 euros) que, unido a la amortización de 110 millones de acciones, supone un 35% del flujo de caja operativa. Repsol destinará entre el 25% y el 35% de dicha caja en los los próximos cuatro años.

La hoja de ruta del plan estratégico de Repsol, según Imaz, responde a la mayor relevancia de la seguridad de suministro y de los precios de la energía, sólidos pero volátiles. El consejero delegado recordó que el plan incluye unas inversiones netas de 16.0000 millones de euros hasta 2027, de los cuales, un 35% se destinarán a proyectos bajos en carbono, un 60% en la Península Ibérica y el 25% en EE UU.

Imaz acusó con dureza a la responsable de Greenpeace que intervino en la junta, de que su organización, “movida por el dogma y la ideología”, está provocando el aumento de las emisiones de CO2 “por su defensa del lobby eléctrico, lo que contribuye a una mayor producción de carbón y de gas”. Y ante la exigencia de la accionista de que Repsol recorte su producción, dijo que “no es socialmente ético que las familias vulnerables no puedan pagar la factura energética y que Europa incremente su dependencia energética”, en referencia al gas ruso.

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