La burbuja de los derechos de autor en la música pincha tras la caída del gigante Hipgnosis
La revisión a la baja del 26% de la compañía británica realizada por Shot Tower Capital ha cambiado la percepción de la industria como un activo de inversión sólido
La compraventa de catálogos musicales ha sido una práctica habitual desde hace décadas y son habituales las noticias sobre una nueva adquisición millonaria de un portfolio histórico. Michael Jackson protagonizó en 1985 uno de los casos más sonados cuando compró los derechos de las 260 canciones compuestas por los Beatles por 46 millones de dólares. Sin embargo, desde 2020 se vive un auténtico bum, a raíz de la cancelación de eventos en directo por la pandemia. Un escenario que potenc...
Para seguir leyendo este artículo de Cinco Días necesitas una suscripción Premium de EL PAÍS
La compraventa de catálogos musicales ha sido una práctica habitual desde hace décadas y son habituales las noticias sobre una nueva adquisición millonaria de un portfolio histórico. Michael Jackson protagonizó en 1985 uno de los casos más sonados cuando compró los derechos de las 260 canciones compuestas por los Beatles por 46 millones de dólares. Sin embargo, desde 2020 se vive un auténtico bum, a raíz de la cancelación de eventos en directo por la pandemia. Un escenario que potenció la búsqueda de otras formas de conseguir ingresos económicos de la música. También ayudó a ello la desaparición de las ventas físicas de álbumes sustituidas por el streaming y el retraso tradicional en el cobro de los royalties en este formato.
Fue en esa confluencia de factores en la que cobró fuerza el fondo de canciones Hipgnosis, un grupo de inversión fundado en 2018 por Merck Mercuriadis —otrora agente de Elton John, Guns N’ Roses o Beyoncé— que, al cierre del 2020, llegó a alcanzar un valor de capitalización cercano a los 1.700 millones de dólares. Poseía un catálogo de 4.400 canciones de 160 artistas, entre los que destacan Shakira, Red Hot Chili Peppers, Enrique Iglesias o Neil Young. Un ascenso meteórico que no pasó inadvertido para uno de los grandes fondos internacionales, Blackstone, que anunció en 2021 que se asociaría con Mercuriadis para invertir 1.000 millones de dólares en adquisiciones de catálogos de canciones y derechos musicales.
Ese crecimiento exponencial, no solo de Hipgnosis, también de todo el mercado, ha tocado techo hace unas semanas. El motivo ha sido la valoración de la consultora Shot Tower Capital, que descubrió un desfase en las cuentas de la compañía producido por el doble cómputo de los ingresos devengados en el cálculo del valor neto operativo de sus activos (NAV) por parte de la financiera del grupo. En consecuencia, el valor real del catálogo de Hipgnosis sería de 1.929 millones de dólares (1.769 millones de euros), muy por debajo de los 2.622 millones de dólares (2.405 millones de euros) que se estimaban a 30 de septiembre de 2023.
Más síntomas de que el mercado se ha estabilizado: las cifras destinadas por Universal Music Group a esta actividad han descendido significativamente. Si la inversión en 2022 ascendió a 359 millones de euros, en 2023 la discográfica solo llegó a 178 millones de euros. Manuel López, CEO de Sympathy for the Lawyer, compañía especializada en la gestión de negocios musicales, señala que la nueva valoración de Hipgnosis ha provocado un frenazo en el mercado de la compraventa de catálogos y que las discográficas vuelvan a tomar las riendas: “Hemos vuelto al paradigma previo a la pandemia. En 2020, los fondos buscaron activos seguros y rentables a largo plazo, lo que provocó que se diversificara el perfil del comprador. Ahora el mercado se ha relajado”, sostiene.
Esa seguridad de la que habla López reside en las numerosas métricas de las que disponen los servicios de música en streaming. Estos datos marcan un camino claro a los inversores respecto a cuánto genera un artista, qué cantidad de dinero sería rentable invertir y la nueva vida de su catálogo de cara a cesiones en cine, series o publicidad.
En España no se han producido grandes operaciones de derechos musicales porque estas no son sencillas, jurídicamente hablando, y, además, “las editoriales ya tienen en su poder los catálogos más atractivos”, apunta López. La Ley de Propiedad Intelectual no permite vender los derechos de explotación sobre las creaciones, solo cederlos por un tiempo y territorio determinados, y si los autores no poseen al menos el 50% de los ingresos que se van generando con la explotación de su obra, no pueden formar parte de la SGAE.
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días