Cellnex, un proyecto industrial en jaque por la conexión Hohn-Benetton

El movimiento del fondo activista TCI y su aspiración de nombrar un primer ejecutivo afín a la familia italiana alientan el temor a un troceo de la compañía

El consejero delegado de Cellnex, Tobías Martínez, durante la presentación de los resultados del operador de infraestructuras de telecomunicaciones en 2022.Quique García (EFE)

Tobías Martínez, a su pesar, abrió la caja de los truenos en Cellnex en enero. Su salida, nunca explicada oficialmente, suponía el final de una era. La compañía torrera, la mayor de Europa con una capitalización superior a firmas españolas más conocidas como Telefónica, Repsol o Endesa, forjó su éxito en tiempo récord, con Martínez como el inesperado factótum que dio continuidad al legado de Abertis Telecom. Profundo conocedor del mundo tradicional de las telecos, discreto pero afable y de trato exquisito, el directivo llevó a la compañía a Bolsa en 2015 y en apenas seis años, en agosto de 2021, podía presumir de una valoración de 40.000 millones de euros para culminar un desempeño fulgurante. Resulta paradójico que 18 meses después de aquel hito, la empresa haya sufrido esta semana la caída de su presidente, Bertrand Kan, tras aceradas disputas en el Consejo por desacuerdos sobre el consejero delegado que reemplazará a Martínez. Los próximos pasos decidirán si la firma, una apuesta intelectual e industrial de probada brillantez, supera esta sobrevenida crisis de crecimiento.

“Cellnex se consolidó como un jugador de peso a través de procesos de fusiones y adquisiciones”, explican fuentes del sector. “Poco a poco fue amasando un proyecto de crecimiento exponencial y muy rentable en bolsa pese a las pérdidas provocadas por la línea de amortizaciones y el elevadísimo apalancamiento”. Además, la firma acertó al establecer una serie de líneas rojas que hicieron predecible la gestión, aun a costa de asumir algunas restricciones. Por ejemplo, el negocio se concentró en un entorno estable como Europa y, a diferencia de otros actores, se decantó por un carácter neutral respecto a los operadores, de los que se ha mantenido siempre independiente. Martínez tuvo también la habilidad de volar casi siempre por debajo de los radares de las autoridades de competencia y evitar los conflictos regulatorios. Miel sobre hojuelas para los fondos, de TCI a BlackRock, Hutchison o Fidelity, que en esos años fueron uniéndose al capital y al consejo, un cónclave donde la familia Benetton ha sido durante mucho tiempo el socio mayoritario y la Criteria de Isidro Fainé el guardián de las esencias del proyecto como único ancla industrial.

Tras años de crecimiento sin freno bajo esas premisas, dos desengaños marcan el final del viaje y la encrucijada. El primero se produjo en el verano de 2022, cuando Cellnex abandonó la puja por las torres de Deutsche Telekom. El segundo tuvo lugar apenas meses después, en noviembre, y enlazó con la fallida adquisición de Vantage, la filial de torres de Vodafone. KKR se convirtió en la bestia negra de Cellnex en ambos procesos, que cobraron un perfil claramente financiero. Era la puntilla a un annus horribilis en Bolsa y la heredera de Abertis se veía obligada a cambiar la hoja de ruta de forma radical. Acto seguido, anunció el final de las compras y escenificó ante el mercado una apuesta explícita por el crecimiento orgánico. “Decidieron empezar a ordeñar la vaca que habían engordado. Entrar en una etapa de consolidación. El objetivo pasaba por bajar la deuda, mejorar la caja y dar un paso adelante en la calidad crediticia. Ese planteamiento no ayuda en Bolsa, claro. Tiene un peaje”, explica un analista con larga trayectoria en el sector.

Es difícil saber qué pasó en el Consejo antes del anuncio de ese nuevo plan estratégico, pero el debate sobre la forma de seguir avanzando existió. “A un torrero crecer le cuesta dinero, significa invertir, y Edizione [el vehículo inversor de los Benetton] no mostró gran interés en aportar más capital”, aseguran fuentes próximas al Consejo de Administración. No es descartable que parte de esa discusión pudiera incluir la posibilidad de diversificarse hacia otro tipo de negocios periféricos, como los data center o las infraestructuras, pero cualquier planteamiento de esa índole supondría más deuda o fondos extra.

La sorpresa se produjo cuando Martínez presentó el 11 de enero la renuncia casi sin dar tiempo a poner en marcha la estrategia que él mismo había anunciado. Las fechas son importantes. “Es un cambio de ciclo y un cambio de personas”, expusieron en esos días fuentes del Consejo. La compañía aludió para explicar su marcha a “razones personales” genéricas. Era tanto el crédito de Tobías y de su equipo que pocos buscaron intrigas corporativas. El paso del tiempo demostró que las había. El 20 de enero un medio de comunicación anticipó la presentación de una opa sobre la compañía por parte del gigante estadounidense American Towers. Incluso detalló los bancos de inversión que presuntamente trabajaban en la operación, mientras la CNMV miraba para otro lado pese a subidas en bolsa a doble dígito. Pasados los días, quedó claro que, al menos de forma inminente, no había ninguna operación en marcha. Luego, había interés en mover el cesto.

“Tal vez alguien sí quiere esa opa y el troceo de la compañía”, exponen fuentes internas de la firma. Ese futuro parece dilucidarse en estos días, con el factor clave de quién será el sustituto de Martínez y si es más o menos proclive a una operación corporativa. El retraso en nombrar sustituto enlaza con esa dialéctica. El pasado viernes, Chris Hohn, fundador del fondo activista TCI, anunció que su firma es ya el principal accionista de la sociedad y hacía pública una carta durísima para denunciar problemas de gobernanza en la sucesión. “Creemos que Cellnex es una gran empresa, pero en nuestra opinión no puede alcanzar todo su potencial porque está frenada por un mal gobierno corporativo. El proceso de contratación de un nuevo consejero delegado ha sido mal gestionado y ha dado lugar a un progreso insuficiente en la contratación de un sustituto adecuado”, remachaba. En paralelo, solicitaba la dimisión del presidente y de otros consejeros, supuestos lastres para designar un primer ejecutivo, movimiento que necesita una mayoría reforzada del cónclave. El multimillonario se salió en parte con la suya este lunes, con la renuncia a la presidencia de Kan. No contento, el martes pidió su marcha del Consejo en un afán por que los números empiecen a salir.

No dijo Hohn, sin embargo, que Martínez contaba -y cuenta- con un relevo natural en la casa, un perfil que encaja a la perfección para gestionar el plan trazado. “Tobías tiene un delfín natural que es Álex Mestre [viceconsejero de Cellnex], que al final es quien durante todos estos años ha llevado el día a día y quien ha estado detrás de cada fusión o adquisición. Todo el mundo lo sabe dentro”, exponen esas fuentes. Se trataría, no obstante, de una solución continuista y de refuerzo del proyecto industrial. Cuestión diferente es que las expectativas no vayan en esa dirección. Es ahí donde surge otro nombre, el de Marco Patuano, el ungido por Hohn. Buen conocedor del grupo, expresidente de Cellnex y ex Telecom Italia, su relación con los Benetton es de largo aliento. No en vano, ya fue elegido por la familia para gestionar Edizione, el holding que controla su imperio, allá por el año 2017.

A partir de ahí, la pregunta clave es por qué Hohn da un paso al frente y, poniendo voz al sentir de los fondos, frena un relevo interno cantado, defiende una opción afín a los Benetton, por ahora silentes, y ni siquiera considera el nombramiento de un profesional claramente independiente. Guillermo de Ockham, británico de de Surrey como Hohn aunque más espartano, certificó algunos siglos antes que, en condiciones similares la solución más sencilla suele ser la correcta. Hagan juego.

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