Estados Unidos se consolida como el principal socio energético de España y expone las contradicciones verdes europeas

El gasto de importaciones de combustibles se quintuplica en los últimos cuatro años gracias al alza en las compras de crudo y gas licuado

Imagen de una refinería en el estado de Texas, Estados Unidos.narkorn (Getty Images/iStockphoto)

El camino que inició Estados Unidos a comienzos de los 2000 en búsqueda de la independencia energética hoy es el mejor aliado de los esfuerzos europeos de cortar sus lazos con Rusia. Desde el comienzo de la invasión a Ucrania, las importaciones de crudo desde la costa estadounidense a Europa se dispararon un 38% en comparación con los doce meses anteriores, según la empresa de datos Kpler. España se corona como el país europeo que más ha incrementado sus compras, con un salto del 88% en ese periodo.

Los datos oficiales confirman las estimaciones de la firma. La Administración de Información Energética (EIA) de Estados Unidos constata que las importaciones de petróleo a España en los primeros once meses de 2022 crecieron un 71% frente al mismo periodo el año anterior. De igual manera, los datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores) publicados a mediados de febrero registran un alza del 62% en las compras de crudo americano a lo largo de 2022.

La reforzada sociedad energética entre España y Estados Unidos no solo se limita al petróleo, sino que se consolida ante el crecimiento explosivo de los envíos de gas natural licuado (GNL), fundamentales para evitar sobresaltos en el primero invierno desde la invasión rusa a Ucrania.

Las compras de GNL estadounidense se duplican en 2022 según los datos de CORES y representan ya el 28% de las importaciones totales del combustible, lo que deja a EE UU como el principal vendedor a España. Esta circunstancia contrasta con la caída a la segunda posición de Argelia, de donde procedió un 23% del gas importado. La suspensión del Tratado de Amistad entre ambos países supuso un retroceso histórico, ya que, desde que existen los registros del Boletín Estadístico de Enagás -año 2006-, el país norteafricano había concentrado el mayor volumen de envíos.

El alza de la dependencia española a los hidrocarburos estadounidenses tiene su correlato en las cifras oficiales de comercio exterior entre ambos países. En 2019, antes de la crisis sanitaria, España importó combustibles desde EE UU por más de 3.112 millones de euros, según datos del Ministerio de Industria. Tres años más tardes, en 2022, esta cifra se quintuplicó hasta alcanzar los 15.000 millones, potenciada por el aumento sustancial del precio del petróleo y el gas natural y el crecimiento de las importaciones

Esto parece solo el comienzo. “EE UU será un actor muy relevante a medio plazo debido a sus ambiciosos planes de expansión y su capacidad de exportación de GNL”, explica a CincoDías Pedro Cantuel, analista en IGNIS Energía. Este experto destaca algunos beneficios adicionales al introducir nuevas referencias de precios en los intercambios entre ambos bloques, “lo que puede ser beneficioso por transparencia y estabilidad” y apoyaría los esfuerzos de Bruselas por restarle importancia al TTF, el principal índice de precio del gas natural en el continente.

Con foco en Europa

El aumento del intercambio energético entre ambas orillas del Atlántico ha hecho resurgir el poderío de EE UU en Europa y ha relegado al mercado asiático como la principal región energética para las exportaciones estadounidenses.

Este interés se deja ver en el diferencial que se paga en los contratos de petróleo Brent, el de referencia en Europa, con el WTI, el representativo en América del Norte. En febrero, el ‘premium’ alcanzó los 5,90 dólares por barril, alineado a los altos valores registrados desde marzo de 2022. Esto motiva a los productos a enviar su petróleo desde la Cuenca Pérmica, la remota región de Texas que vive el mayor boom petrolero, hacia el Golfo de México, desde donde se embarca hacia el otro lado del Atlántico.

Esto también tensiona al máximo las cadenas globales de suministros. Un informe de S&P Global Commodities confirma que el porcentaje de grandes petroleros que realizan la ruta trasatlántica aumentó hasta el 27% en enero de 2023 frente al 0% de 2021. Los precios acompañaron la explosión de ventas con un alza de volatilidad: la agencia destaca aumentos de hasta 300% en los costes de flete que deben pagar las empresas.

El reacomodo del mercado genera una consecuencia inesperada también para España. Los VLCC, como se conoce a los grandes cargueros de petróleo, más modernos, operan la ruta trasatlántica, mientras los más antiguos quedan para el resto de las operaciones. Esto explica, por ejemplo, la presencia de cargueros con más de 20 años de antigüedad en las cercanías de Ceuta, utilizados por Rusia para transportar el crudo Ural hacia China e India.

No solo es una cuestión de costes, sino que también visibiliza las contradicciones europeas. La inmensa mayoría del gas y petróleo estadounidense son fruto de la revolución de la fracturación hidráulica (fracking, en inglés).

Esta técnica es rechazada tanto la Unión Europea como el Reino Unido para la producción local, lo que no impide su compra a los productores estadounidenses. Países como Polonia, Ucrania, Francia y Países Bajos cuentan con reservas de petróleo no tradicional, obtenibles a través de esta forma de fracturación, por hasta 10.500 millones de barriles., según la EIA

Tensiones geopolíticas

Los temores por un invierno negro en Europa parecen ya haberse esfumado. Los países de la Unión Europea han sido capaces en solo un año de reducir al mínimo su dependencia de los combustibles fósiles rusos, a la vez que evitaban escenarios de crisis con cortes de suministros generalizados gracias al aumento de las compras de GNL estadounidense y mayores envíos desde Noruega.

La asociación entre ambos socios atlánticos puede también ser un escudo frente al próximo cisne negro de los mercados energéticos: la reapertura de la economía china. La renovada demanda de Pekín, después de dos años de fuertes controles sanitarios, puede representar un desafío mayor para Europa que el cierre del grifo ruso, según un reciente informe de la Agencia Internacional de Energía.

Las tensiones comerciales y diplomáticas entre EE UU y China podrían hacer que Washington priorice a los países europeos y castigue con ventas moderadas al gigante asiático. Esto permitiría limitar el riesgo del bloque comunitario frente al fuerte regreso de China al mercado de petróleo y GNL.

“Las relaciones con EE. UU. adquieren mayor relevancia para la seguridad de suministro y estabilidad de precios del gas natural y electricidad”, subraya Cantuel. Este especialista destaca que, en particular el mercado del GNL, está “sujeto a contratos de largo plazo”, una modalidad de la que Europa no participaba fuertemente gracias al suministro vía gasoducto que llegaba desde Moscú.

Al mismo tiempo, la buena sintonía entre Washington y sus clientes europeos para la compraventa de combustibles fósiles contrasta fuertemente con otra puja pendiente. Ambos socios están envueltos en una competencia por las ayudas y subvenciones verdes, especialmente tras la aprobación de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) por parte del Congreso estadounidense. Mientras el intercambio de energías contaminantes va en alza, la cooperación entre ambos parece imposible.

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