Ocho ejercicios para perder el miedo a lo digital
Tanto las marcas como los profesionales deben construirse una identidad en el entorno tecnológico para ser relevantes
Para la mayoría de las personas lo digital suena a incertidumbre, como casi todo lo desconocido. Detrás de todos esos temores subyace el miedo a cambiar, a salir de la zona acomodada, algo natural en el ser humano, pero contra lo que se puede luchar. Lo afirma Gonzalo Giráldez, socio director Agencia’71 y autor del libro Marketing digital para los que no saben de marketing digital (Editorial Lid), escrito a través de la experiencia de trabajar con marcas como Endesa, Enagás, ONCE o Indra. Un tratado para ayudar a las firmas, pero también a los profesionales, a diferenciarse.
El vértigo a lo que no se conoce está ahí, sobre todo cuando se vive en un mar de ruido informativo, en una inmersión permanente a través de los dispositivos móviles y con un continuo oleaje de cambio. “Vivimos en una lucha de las marcas por captar la atención de sus audiencias para, una vez lograda, transformarla en ingresos”, señala el autor de la investigación.
Aquí van unas pautas para reflexionar antes de iniciar un cambio de este tipo.
1. Diferenciarse. Si se es uno más, se es uno menos. Conviene diferenciarse, encontrar ese algo especial que tiene cada uno o cada marca para construir y elaborar una historia. Porque ya no se consumen productos, ahora los clientes establecen una relación con la marca, de la que se espera mucho más que un negocio.
2. Establecer unos objetivos. Que sean claros. Para ello, conviene establecer unas prioridades para el negocio y poner a funcionar unos indicadores de seguimiento para poder monitorizar y cambiar si algo no está funcionando.
3. Definir las necesidades. Para ello, igual no es necesario contar con un profesional SEO o disponer de un canal de venta de comercio electrónico. Tampoco estar en Twitter o Instagram por estar, ni grabar vídeos para que nadie los vea en YouTube simplemente por el hecho de que está de moda. Porque, según este experto, la tecnología y el mundo digital han traído soluciones de todo tipo para empresas de todos los presupuestos y de todos los tamaños. “Eso sí, es un camino lento con una alta competencia y los resultados tardan en llegar”, explica Giráldez.
4. Formación. Aconseja ser curioso, leer, estudiar, copiar de los mejores. Esta disciplina está en constante cambio, lo que obliga a estar al día, pero al mismo tiempo ofrece oportunidades para volver a conectarse. Otra ventaja, argumenta el consultor, gran parte de la información disponible es gratuita, por lo que solo se exige ser disciplinado y saber buscarla.
5. Simplificar y huir de terminología compleja. Es algo propio de este sector, y a menudo solo distrae.
6. Contenido de utilidad y de calidad. Se pueden establecer relaciones de confianza generando notoriedad, afecto, adhesión y valor a la marca. Si las marcas quieren que se las quiera, tienen que ser útiles para sus audiencias. Esto significa que tienen que ofrecer contenidos que ayuden a hacer más fácil la vida de las personas. Y para qué hay que hacer contenido de calidad. El autor lo resume así: para que Google lo encuentre y si esto ocurre lo encontrará el cliente. Si no es un contenido que esté bien hecho estará condenado a la irrelevancia. Muchas empresas no apuestan por contenidos interesantes y no enganchan con los consumidores por este motivo. Uno de los fallos, advierte el experto, puede ser no haber encontrado la temática adecuada ni emplear el lenguaje idóneo, poniendo de manifiesto que el saber contar historias sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes de las empresas
7. Definir el estilo narrativo. Cada marca debe establecer algunos atributos clave para la narración de su historia. Por un lado, la voz de la marca, el tono en el que se van a elaborar los contenidos, y deberá adaptarse al estilo de la plataforma donde vaya a aparecer el contenido.
8. La distribución es la reina. En el marketing digital se ha repetido en numerosas ocasiones que el contenido es el rey, aunque la distribución del mismo es igual de relevante. No se trata de mandar el mismo mensaje incansablemente, a través de diferentes soportes, sino mantener una frecuencia en la relación, ofreciendo variedad de contenidos. Muchas campañas mueren, de hecho, por una mala distribución.