Muere Carlos Falcó, marqués de Griñón, por coronavirus
Tenía 83 años, estaba ingresado en estado grave en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid
El marqués de Griñón, nacido en Sevilla en 1937, ingeniero agrónomo de profesión, tras graduarse en la Universidad de Lovaina (Bélgica), se paseó por medio mundo abriendo camino a otros bodegueros y vendiendo el vino que con su escudo elaboraba en la finca familiar Dominio de Valdepusa, en Malpica de Tajo (Toledo), explotación que también abrió a la elaboración de aceite, que comercializaba bajo el sello de Pagos de Familia Marqués de Griñón.
Le gustaba el campo y recibir a los medios de comunicación allí, y se esmeraba en enseñar todos los avances que iba haciendo, como el jardín de plantas aromáticas que había plantado con 400 variedades de especies mediterráneas. Un capricho costoso de mantener, al que le ponía freno, según contaba, su hijo mayor, Manuel Falcó, codirector global de banca de inversión de Citi, que le ayudaba con las finanzas de la bodega, en la que durante años trabajó su segunda hija, Xandra, que después de tres lustros dejó la empresa familiar para dedicarse, entre otros asuntos, al Círculo Fortuny. Dicha asociación, creada en 2011, fue impulsada por Carlos Falcó, empeñado en englobar bajo un mismo paraguas a las marcas de excelencia españolas, como Loewe, Lladró o el Hotel Ritz.
Gran conversador, aficionado a la gastronomía y a las largas sobremesas, le gustaba revisar la historia y tenía como libro de cabecera El Quijote. Se sentía un poco así, un gigante que movió molinos para hacer que, por ejemplo, en La Mancha crecieran en 1974 variedades de uva foráneas, como cabernet sauvignon, merlot, syrah, petit verdot o chardonnay, además de implementar el riego por goteo. Fue uno de los impulsores de la viticultura moderna en España. Su contribución hizo que se le concediera en 2002 la primera denominación de origen de pago a Dominio de Valdepusa, lo que le convirtió en la primera finca española en obtener esta distinción.
Hombre apegado a la tierra, confesaba que en los últimos tiempos no le había quedado otra que engancharse a las nuevas tecnologías, era la manera de seguir conectado y disfrutar de otra de sus pasiones, viajar. Habitual de la sastrería Jaime Gallo de Madrid, le gustaba hacerse los trajes a medida, y aprovechaba sus visitas a Londres, Nueva York o San Francisco para renovar vestuario. La elegancia y el cuidado del atuendo le hacía diferente.
Hermano de Fernando Falcó, marqués de Cubas, que estuvo casado con Esther Koplowitz, tenía cinco hijos de tres matrimonios: los mayores, Manuel y Xandra, nacidos de su unión con Jeanine Girod, con la que se casó en 1963; Támara, fruto de su relación con Isabel Preysler, con la que estuvo casado entre 1980 y 1985, y los dos más pequeños, Duarte y Aldara, de su tercera esposa, Fátima de la Cierva, de la que se separó en 2011.
En julio de 2017 se casó por cuarta vez con Esther Doña, 42 años más joven que él, relación que le supuso fricciones con sus hijos. Como buen romántico, siguió adelante con el amor. Y si de algo se sentía orgulloso era de haber mantenido con todas sus exmujeres una buena relación.