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‘Startups’ que amenazan el negocio de los bufetes

Su éxito impulsa la transformación del mundo legal Estas soluciones evitan a las empresas riesgos y complejidad

getty images

 En un entorno cada vez más digital, un sector tan tradicional como el legal no es ajeno a la fiebre por las startups, que han pasado de ser una tendencia a una oportunidad. La clave del éxito y crecimiento de estos negocios se resume en utilizar la tecnología para hacer fácil, eficiente y económica una determinada función legal, ofreciendo un servicio jurídico que los clientes necesitaban y no les ofrecían los despachos tradicionales, o abaratando su coste.

Los bufetes están atentos a esta revolución, expectantes del éxito de los emprendedores, que muerden parte de su negocio ofreciendo soluciones tecnológicas innovadoras a problemas legales recurrentes como la conformidad de una firma, la búsqueda de un abogado, la redacción de un contrato, etc. Grandes consultoras, como EY, se han dado cuenta de su potencial y se han fijado en ellas para introducirse en el mercado de la abogacía. El pasado verano la consultora adquirió una joven firma británica, Riverview Law, que cubre un tipo de trabajo legal primario, sin alto valor añadido, como la revisión de grandes volúmenes de documento, y que da soporte a los departamentos jurídicos de empresas.

Como señala Carlos Guerrero Martín, socio en Ceca Magán Abogados y experto en asesoramiento de estas empresas, cada vez habrá más startups que se harán con parte del mercado de los servicios jurídicos y la mayoría de los despachos tendrán que colaborar en vez de competir con ellas. Para Guerrero, son ya una oportunidad en un mercado maduro, de gran tamaño y en el que “hay mucho por hacer”. Además, apunta, “los inversores han detectado que el sector legal está muy lejos de haber implementado la primera fase de la transformación digital”, por ello están apostando por estas compañías del sector legaltech o tecnología jurídica.

Guerrero es inversor de LexGoApp, una startup que nació para cubrir una necesidad concreta: la búsqueda de abogado. A través de una plataforma los profesionales registrados reciben las consultas de clientes potenciales, que a su vez obtienen en pocas horas el presupuesto de tres abogados especializados, todo automatizado.

Para Guerrero, la clave está en el desarrollo o ejecución de la idea, para lo que es imprescindible “rodearse de un buen equipo y lanzar lo antes posible al mercado un producto mínimo viable adaptado a las necesidades del cliente”. La inversión en tecnología debe ser una constante para que el negocio se afiance y crezca. Así, señala, LexGoApp está implementando tecnología de aprendizaje automático en chatbots para conseguir solventar las cuestiones jurídicas más habituales del ciudadano, y, en un segundo momento, inteligencia artificial (AI, por sus siglas en inglés) para designar al mejor abogado para cada caso y cada persona o empresa.

Apetito inversor

El modelo de negocio de las startups legales se diferencia de los despachos tradicionales desde su origen. Signaturit nació en 2013 con la vocación de ofrecer firmas 100% válidas legalmente desde cualquier gestor de correo gracias al clásico fff (family, friends and fools) y, desde entonces, ya han cerrado dos rondas de financiación por un importe de 3,4 millones de euros. Como cuenta Juan Zamora, director general y cofundador de la compañía, la idea surgió tras su paso por el sector bancario, en el que detectó que la firma de documentos era todavía en gran medida analógico. Con la digitalización se consigue inmediatez en la ejecución de contratos, lo que supone generar negocio.

Para Zamora, la demanda de estas soluciones con tecnologías que combinan facilidad de uso con la máxima cobertura legal irá en aumento. El incumplimiento del Reglamento General de Protección de Datos “puede suponer una penalidad de hasta 10 millones de euros”, de modo que estas soluciones evitan a las empresas procesos legales de alto riesgo y complejidad.

Respecto a la evolución en el sector, en opinión de Zamora, “existe masa crítica suficiente para la proliferación y crecimiento de startups legales”. El sector está muy interesado en las nuevas tecnologías, señala. En este sentido, Signaturit cuenta como partner y embajadores de la marca a la firma Rousaud Costas Duran. La tendencia, apunta, es a externalizar la innovación y “plantearla como un proceso colaborativo con agentes externos a las organizaciones”. Los despachos que no se adapten “no podrán competir en eficiencia ni ofrecer el mismo grado de protección jurídica a sus clientes”, afirma.

Digitalización

La industria de servicios legales suele ser muy conservadora. Guillermo Miranda, abogado, cofundador y director legal de Lucius Report, una herramienta de legaltech o tecnología legal que genera reportes de due diligence con información obtenida en tiempo real gracias a su monitoreo de fuentes públicas, considera que la innovación ha de adaptarse a las reglas de juego del sector “para que la industria nos dé una oportunidad para probar y contactar con clientes”. Lucius Report fue ganadora del premio LegalTech Venture Days en Madrid, organizado por el IE Law School y Ontier. En opinión de Miranda, las startups han obligado a la industria a flexibilizarse y entender que “hay modelos de negocio alternativos que son altamente viables”.

Por otro lado, las startups están inmersas en la transformación digital de los despachos. En este sentido, Agustín Tourón, junto con Víctor López fundadores y directores de Councilbox, plataforma para la celebración de reuniones societarias y juntas de accionistas, señala que están consiguiendo automatizar el 80% del trabajo de los abogados. El desarrollo de la idea original, dar seguridad jurídica a la participación y los votos electrónicos de los consejeros desplazados en las juntas de las empresas, se ha apoyado en el uso de tecnologías como AI, blockchain, reconocimiento facial o la llamada prueba de vida. El prototipo inicial, que se dirigió a abogados mercantilistas y colegios profesionales, fue seleccionado por Cuatrecasas Acelera, una iniciativa que permite a estas empresas validar su modelo de negocio y multiplicar sus posibilidades de conseguir clientes y financiación. Como señala Tourón, fue “un gran paso que nos permitió conocer un despacho por dentro y hacer sinergia con otras startups legaltech”.

Conocer el sector legal desde dentro es clave para emprender, opina Alejandro Esteve de Miguel Anglada, cofundador y director general de Bigle Legal, compañía especializada en la creación online de contratos y otros documentos legales a través de una plataforma que permite al usuario personalizarlos con un sencillo formulario. La idea de automatizar este proceso surgió, señala, de su experiencia como abogado y la necesidad de poner fin al malgasto de recursos que suponía crear los contratos de manera manual. Como explica Esteve, “hay que conocer bien los procesos y problemas a los que se enfrenta cada día el profesional para diseñar una solución que, de verdad, resuelva sus necesidades”.

Tecnologías que cambiarán la abogacía

 

Big data. Esta tecnología nació para dar respuesta a la necesidad de almacenamiento, gestión y tratamiento de grandes volúmenes de datos (terabytes o petabytes) que superan la capacidad del software tradicional. En el ámbito jurídico se usa para el análisis de grandes conjunto documentales así como para la predicción de respuestas judiciales.

 

 

Blockchain. La también conocida como cadena de bloques utiliza bases de registros descentralizados que están enlazados y cifrados, y se usa para dar seguridad a las transacciones. En los despachos se empieza a utilizar en los llamados smart contracts o contratos inteligentes. La codificación informática de los pactos entre las partes permite que el contrato sea autoejecutable.

 

 

Machine learning. Este concepto se refiere al aprendizaje automatizado de las máquinas. A través de algoritmos y en base un conjunto de datos, los ordenadores son capaces de encontrar patrones que simplifican y automatizan ciertas tareas repetitivas. Su uso en los despachos se centra en los informes de due diligence, que se emplean para obtener información previa a la firma de un contrato.

 

 

Inteligencia artificial. Puede definirse como una tecnología que implica dotar a las máquinas de funciones cognitivas que imiten o simulen a las de los humanos. El reconocimiento de voz o facial se basa en este tipo de tecnología. En el ámbito legal, estos sistemas informáticos ayudan a los abogados a la elaboración y redacción de documentos, identificando el sentido de una consulta, por ejemplo, al localizar términos o frases que encajan con un criterio.

 

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