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El alma de Bill Viola impregna el Guggenheim de Bilbao

La pinacoteca acoge una retrospectiva del artista pionero del videoarte Será hasta el próximo 9 de noviembre

Paz Álvarez

Si algo requiere la obra de Bill Viola para disfrutarla, y comprender los mensajes que el artista pretende lanzar en sus montajes vídeoartísticos, es tiempo. Exactamente son 21 minutos y 28 segundos los que debe invertir el espectador que se siente frente a las obras de La ascensión de Tristán y Mujer fuego, ambas concebidas en 2005 por encargo del entonces director artístico de la Ópera de París, Gerard Mortier, para acompañar la obra de Wagner, Tristán e Isolda. Después editó la piezas, a las que añadió sonido para que tuvieran entidad propia.

Son dos de las 26 obras que conforman la exposición retrospectiva que el Museo Guggenhem de Bilbao dedica, hasta el próximo 9 de noviembre, a este artista neoyorquino de 66 años. Iberdrola, patrocinadora de la muestra, invita a conocerla gratuitamente en horario nocturno hasta el 2 de julio.

Se trata de un recorrido temático y cronológico por la trayectoria de uno de los artistas contemporáneos más relevantes y pionero en el desarrollo del videoarte. Hoy acudió a la presentación de la muestra acompañado por su colaboradora artística y esposa, Kira Perov, con la que comenzó a trabajar en la década de los años ochenta.

"Los soñadores", de Bill Viola.
"Los soñadores", de Bill Viola.

Ella fue la encargada de ponerle voz al artista, delicado de salud, que presenció emocionado la introducción de su muestra en primera fila. “La obra de Bill es un viaje del alma, explora el nacimiento, la muerte o la conciencia. Siempre ha estado interesado por el mundo interior de todo lo que le rodea. Su lienzo es la imagen en movimiento que se hace visible a través de la luz”, explicó Perov, que se definió a sí misma como la “mujer maravilla”, y calificó la tecnología, la principal herramienta de trabajo del artista, como un medio efímero. Porque si algo hace Viola, explicó la comisaria de la muestra, Lucía Agirre, es hacerse preguntas. “Lo importante es estar en este mundo y saber relacionarse”, asegura esta experta, que destaca además las aportaciones realizadas por el artista en el campo tecnológico. Por ejemplo, Viola investigó con la firma japonesa Sony la manera de poder unir dos cámaras para grabar en color y en blanco y negro. “Utilizando la técnica ha trasladado las inquietudes y las preguntas que se hace como ser humano”, detalló Agirre.

El videoartista comenzó a experimentar con este arte a principios de la década de 1970, a raíz de su participación en el programa de Estudios Experimentales de la Universidad de Siracusa (Nueva York). Allí comenzó a trabajar como asistente de figuras del media art, como los artistas Peter Campus y Nam June Paik en el Everson Museum of Art. De sus primeras experiencias con el vídeo pueden verse cintas monocanal como Cuatro canciones, de 1976, de 33 minutos en total, y El estanque reflejante, de 1977-79, donde aborda cuestiones relevantes como la noción del tiempo y su deconstrucción.

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En los ochenta, cuando Kira Perov comienza a trabajar con él, se centra en reunir imágenes que se emplearán en piezas para ser transmitidas por televisión. Y es con la llegada del nuevo milenio cuando se vuelca en el uso de las pantallas planas de alta definición. Comienza a producir piezas de pequeño y mediano formato en una serie que tituló Las Pasiones, un estudio sobre las emociones a cámara lenta, como Rendición (2001), un díptico de vídeo en color en dos pantallas planas, de 18 minutos de duración.

La sala que acoge a Los soñadores (2013) es otra de las más impactantes, con siete pantallas verticales, que muestran a otras tantas personas sumergidas en el lecho de un río, con los ojos cerrados y en aparente paz. Calma y quietud también se refleja en El Encuentro (2012) y en El Saludo (1995) o en Vigilia nocturna (2005). Sin embargo, la pieza de mayor envergadura que Viola ha emprendido hasta la fecha es Avanzando cada día (2002), una pieza monumental creado por encargo del Deutsche Guggenheim Berlín, que consta de cinco grandes proyecciones de vídeo de alta definición, donde explora temas como la individualidad, la sociedad, la muerte y el renacer.

Como recomendación, lo que debe hacer el visitante es pararse, o sentarse frente a la pantalla, ver, contemplar, sentir, oír y deleitarse con las imágenes que tiene delante. Así de sencillo y así de complejo.

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Sobre la firma

Paz Álvarez
Periodista especializada en gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, tiene un programa de desarrollo directivo por el IESE. En 1993 comenzó a escribir en la sección de Madrid y, en 1997, se incorporó al diario CincoDías, donde creó la sección de Directivos y ha sido jefa de la sección de Fortuna hasta 2022.

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