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Ciencia y Salud

La prevención, clave para la salud mental de los jóvenes

Uno de cada dos adolescentes sufrirá un trastorno mental antes de ser adulto

Thinkstock
Manuel G. Pascual

El 75% de las enfermedades mentales se desarrollan antes de los 25 años. Uno de cada dos jóvenes sufrirá algún trastorno mental antes de llegar a la edad adulta. Si además de estos datos de la Sociedad Española de Psiquiatría se tiene en cuenta que, en el caso de enfermedades como la esquizofrenia, el tiempo transcurrido entre la aparición de los primeros síntomas y el contacto terapéutico es determinante para la progresión del paciente, la prevención en enfermedades mentales debería ser una prioridad de los sistemas de salud.

Los motivos económicos, contra el modelo asistencial

Incluso si solo se atienden motivos económicos, la intervención precoz entre pacientes jóvenes le conviene a la sociedad en su conjunto. “Invertir en la cura de enfermedades cardiovasculares o de la diabetes es importantísimo. Pero hay que tener en cuenta que las personas más susceptibles de sufrir esas enfermedades son mayores, que por tanto están al final de su etapa productiva. Los trastornos mentales que padecen los jóvenes, en cambio, les puede incluso inhabilitar. Eso tendrá un impacto en el PIB de grandes proporciones”, razona con una lógica aplastante McGorry.

En cuanto a la psicosis y la esquizofrenia, un tratamiento temprano podría conllevar un ahorro anual del 81% de los costes sanitarios asociados a estas dolencias, según ha revelado un reciente estudio publicado por la revista médica BMJ Open. “El cambio de modelo depende de la voluntad política”, sentencia.

Ese fue el punto de partida del doctor Patrick McGorry cuando contribuyó a desarrollar un programa de intervención temprana en Australia, país pionero en la materia. “Vimos que los jóvenes no se sentían demasiado a gusto en los centros de atención primaria, así que la red de centros que implantamos se parece más a cafeterías”, expuso recientemente pasada en Madrid el experto, en un encuentro con periodistas organizado por Otsuka y Lundbeck. “Ideamos un sistema que no colisionase con el de los médicos. Nuestros centros de juventud, en los que trabajan psiquiatras, psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales y terapeutas ocupacionales, aspiran a ser el lugar al que acuda el joven cuando nota que tiene algún problema”, añadió.

Tras diez años de andadura, la experiencia está demostrando ser buena. En Australia, un país de 24 millones de habitantes, cada año hay un millón de jóvenes que necesita ayuda. Gracias a la red de centros puesta en marcha por McGorry, el 25% de ellos recibe algún tipo de asistencia, lo que en su opinión “tiene mérito porque manejamos un presupuesto muy escaso”. Ha sido clave en el éxito del modelo la implicación de voluntarios, incluidos antiguos enfermos mentales.

Francia ha tomado buena nota y ha puesto en marcha más de un centenar de centros parecidos a los australianos. Los países nórdicos, Reino Unido e Irlanda también han desarrollado sus propias experiencias.

¿Sería posible algo similar en España? “El principal argumento contra las prácticas preventivas es que resulta costoso. Pero los estudios sobre coste y efectividad han demostrado que eso no es así”, subraya el doctor Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría. “El modelo asistencial, tan común en Europa, debe cambiarse por el preventivo”, opina McGorry. “En los tratamientos de trastornos mentales, el tiempo de respuesta es determinante”.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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