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Formación

Dónde pisar firme en un futuro inestable

Las áreas científico-técnicas son las más demandadas por el mercado laboral, pero la universidad también debe preparar personas con criterio y recursos.

Martín Barraud
Sergio C. Fanjul

El futuro nunca fue un lugar tan incierto, así que los que ahora se preparan para formarse con vistas a un buen desempeño laboral lo tienen cada vez más difícil. El mundo cambia a tal velocidad, acelerado por la pujanza tecnológica, que los que hoy se matriculan en la universidad no saben a ciencia cierta qué panorama se van a encontrar al terminar sus estudios. Según estiman muy gráficamente algunos expertos, puede que la mayor parte de las profesiones más solicitadas dentro de un par de décadas todavía no existan en el aquí y ahora. Que ni siquiera podamos imaginarlas.

Por lo pronto, los graduados que se van a necesitar a corto plazo lo serán en administración de empresas (ADE), ingenierías, ciencias duras como física y matemática y todo lo relacionado con la tecnología. Las ciencias biosanitarias también viven un buen momento de demanda. Los dobles grados y la mayor especialización mediante un máster son buenas opciones, y es casi imprescindible desarrollar competencias transversales como el trabajo en equipo, la capacidad de adaptación y emprendimiento, o la buena expresión oral y en público.

Como aventuran muchos expertos, puede que las profesiones más solicitadas en un par de décadas aún no existan

Para empezar, hay que resaltar la importancia de poseer un título universitario superior. Según el informe Los + buscados, que realiza anualmente la consultora Adecco Professional, un 43,5% de las contrataciones han requerido este título. Y el 33%, debido a la globalización, también demanda el dominio de un idioma, principalmente el inglés. “Aunque ahora los candidatos vienen muy preparados, nos sorprende que, exceptuando a los que se van al extranjero, los idiomas siguen costando mucho en España”, apunta Carlos Abelló, manager de la división Spring Professional de Adecco.

El área de informática fue la que lideró la contratación en el informe de Adecco durante 2014, con un 28,5% del total (el año precedente ocupó el cuarto puesto con un 16,5%). Dentro de este ámbito, si anteriormente se demandaban programación web o tecnología Java o Sap, ahora lo que más tira es el big data o la Business Intelligence.

Después vienen otras áreas como ventas y marketing (21,7%, sobre todo en Seo/Sem, marketing digital o community managing), industria y logística (20,3%, ingeniero de mejora de procesos), ciencia y medicina (17,3%, médicos generalistas o ginecólogos), financiera y corporativa (9,8%, sobre todo analistas de inversiones) y retail (2,7%).

Versatilidad

En un escenario como el descrito, en continuo cambio y evolución, la polivalencia es esencial. “Entre nuestra oferta, ADE es la estrella”, dice Carlos Díez, director del servicio de Carreras Profesionales enIEUniversity. “Y eso es debido a su versatilidad; es un título que sirve para desarrollar carreras laborales en ámbitos como finanzas, marketing, administración, recursos humanos, etcétera. Son áreas en las que, además, cada vez son más necesarias habilidades técnicas, como programación y matemáticas”, prosigue.

Si las humanidades son el patito feo en esto de la empleabilidad, en esta universidad hacen el esfuerzo de introducirlas de manera transversal en todas las carreras, dentro de la propia metodología de enseñanza. “Además de la innovación y la tecnología, hay que mirar el otro lado de la moneda: enseñar a reflexionar sobre los cambios que se van produciendo, a tener un enfoque crítico. Eso es lo que aportan las humanidades”, dice Carlos Díaz.

Ciencia y tecnología

Ante un panorama eminentemente científico-tecnológico como en el que vivimos inmersos en la actualidad, que todo lo mediatiza, desde los negocios hasta el entretenimiento, no se puede obviar el empuje de las ciencias y las ingenierías. “En los próximos años las ingenierías van a ser de las titulaciones que más salidas van a tener”, dice Juan Luis Rubio, vicerrec­tor de Universidad-Empresa de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima). “Estamos en un mundo cada vez más digital, y la tendencia es a digitalizar todos los servicios que ya existen y los que se están creando”, asegura.

Por ejemplo, si carreras como Medicina y Enfermería siempre serán demandadas (porque siempre habrá enfermos), también es cierto que estos servicios cada vez estarán más digitalizados, así como el resto de las áreas, desde la arqueología al comercio online, necesitarán estos apoyos tecnológicos. Todo pasa por el tamiz de los bits y serán necesarios profesionales de los ceros y los unos. Así, entre las ingenierías punteras se encontrarán las informáticas, electrónicas o telecomunicaciones. Según un estudio del Centro Europeo para el Desarrollo de la Vocación Profesional, la demanda de titulados universitarios en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas crecerá en Europa un 14% hasta 2020.

La vocación

Pero hay quien defiende lo que podría parecer una idea romántica: que, más allá de las demandas del mercado cada uno estudie lo que le guste, lo que le llene. “Elegir una carrera solo por la empleabilidad puede llevar a una motivación baja y al abandono de los estudios, por eso es importante el componente vocacional”, opina Julio Contreras, vicerrector de estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). “Además, hoy en día uno puede orientarse a una profesión posteriormente mediante uno de los muchos másteres que se ofertan; a veces es un error pensar que solo el grado sirve para formarse para la vida profesional. En cambio, sí que sirve mucho para formarse como persona”.

La universidad, según este punto de vista, no solo tiene como única finalidad alimentar al mercado laboral con aquello que a este le apetezca en cada momento, sino también producir ciudadanos críticos, cultos e integrales.

De hecho, en la realidad, muchos estudiantes no se matriculan siguiendo la dirección que apunta la brújula laboral. Según explican en la UCM, las carreras con buen pronóstico de futuro bajan en matriculación (hay pocas vocaciones científicas) y suben las de humanidades, esas que, según el mantra dominante, no tienen demasiado buen horizonte.

Prueba de ello es que algunas de las más demandadas por los alumnos en esa universidad son Periodismo y Derecho. Según datos del Eurostat, en 2014 el número de matriculados en ingenierías fue el que más cayó entre todas las titulaciones, un 6% respecto al curso anterior; solo 13 de cada 1.000 alumnos se tituló en este campo.

Es necesario, pues, incentivar las vocaciones en las carreras llamadas STEM (Ciencia, tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés). Solo las ciencias de la salud experimentaron un crecimiento ese año, de un 6%. Instituciones como la Fundación Telefónica tratan de incentivar el interés por estas áreas científico-técnicas. “Sería importante que desde ámbitos gubernamentales se tratara de reconducir la situación para adaptar la demanda laboral con la realidad de los egresados”, dice Juan Luis Rubio.

Dobles grados

En una realidad cada vez más multidisciplinar, donde los límites de las parcelas formativas se ven desbordados por el crecimiento salvaje del conocimiento en todas direcciones, los dobles grados, que compaginan estudios de dos carreras, son también una buena opción de cara a enfrentarse al mercado laboral. “Hay muchas empresas que buscan titulados en grados duales, por ejemplo combinar ADE o Derecho con Relaciones Internacionales resulta muy útil en un mundo cada vez más globalizado, con sus peligros y sus oportunidades. Así se aporta a los alumnos una perspectiva más internacional”, comenta Carlos Díez.

En una realidad cada vez más multidisciplinar, empuja con fuerza la versatilidad de las titulaciones duales

En la UCM ya ofrecen 10 dobles grados, donde destaca el de Física y Matemáticas (porque suele tener la nota de corte más alta), aunque hay otros como Ciencias Políticas y Derecho, Filosofía y Derecho, Ingeniería Informática y Matemáticas, Turismo y Comercio o Psicología y Logopedia. “Lo importante es la versatilidad que estos dobles grados proporcionan, porque las salidas laborales ya no son las cajitas cerradas que eran antes”, afirma el vicerrector Julio Contreras. Ahora los estudiantes pueden diseñar sus itinerarios formativos con mayor detalle, incluyendo la gran oferta de másteres que sirven para poner la guinda al pastel y enfocar a los alumnos a parcelas aún más especializadas.

“El problema que tenemos, sobre todo con los grados, es que seguimos con la mentalidad de que hay que formar desde las asignaturas más básicas hasta los conocimientos más avanzados y útiles para el mercado”, explica Rubio, “pero el conocimiento crece de manera exponencial y cada vez es más difícil mantener el ritmo que impone este crecimiento”.

Competencias y aptitudes

“Ahora se empiezan a valorar ciertos parámetros que antes no se tenían en cuenta”, dice Rubio, “como, por ejemplo, la iniciativa, el no tener miedo al fracaso, la capacidad de socialización o de empatía, el trabajo en equipo, el hablar en público. Son competencias transversales a todas las carreras que deberían fomentarse más en la universidad e, incluso, desde los estudios de secundaria”.

Según Marta Muñiz, directora de IMPACT Business School y vicedecana del Área de Empresa de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad Europea, ahora que ya se califica de cuarta Revolución Industrial, “se puede hablar de carreras concretas, pero lo que realmente van a necesitar los profesionales del futuro es una combinación de diferentes conocimientos y capacidades”.

Por un lado capacidad analítica, de análisis de datos, en todo lo relacionado con el fenómeno del big data y el procesamiento de información para la toma de decisiones. “De tal manera que disciplinas como las matemáticas y la física cada vez tienen más importancia aplicadas en ámbitos como el marketing o el business”, explica Muñiz.

Las capacidades globales son fundamentales en un mundo globalizado: “Los alumnos tienen que comprender esta circunstancia: el mundo es diverso y hay que aprender a adaptarse a esa contradicción entre lo local y lo global, a la mayor diversidad cultural”, dice la directora. Y como esto no es algo que se pueda estudiar y solo se aprende mediante la experiencia, hay que promover ese contacto intercultural e internacional en las propias aulas con alumnos de diferentes procedencias.

Por supuesto, el emprendimiento, palabra de moda, es otra de las cuestiones a tener en cuenta: “Pero no solo en el sentido de montar nuevas empresas, sino de ser capaz de identificar nuevos modelos de negocio, que están siendo modificados por lo digital”, según Marta Muñiz. “Hoy el conocimiento pierde categoría porque está en Internet al alcance de todos, lo importante es la capacidad de innovar y saber ver esas oportunidades”.

Saber pensar y adaptarse

En definitiva: las carreras que importarán en el corto plazo serán administración de empresas, ingenierías diversas, ciencias duras y de la salud. Pero a los profesionales del futuro no solo les bastará con un título impreso, sino que requerirán de toda una nueva panoplia de competencias y habilidades transversales.

Además será un desafío para el sistema educativo y las empresas (sobre todo para las altas direcciones más anquilosadas) adaptarse a estos jóvenes con otros valores, con otra cultura, con otros intereses y otras formas de pensar, nativos digitales, multitarea, adictos a la inmediatez, que demandan nuevos retos para mantener el interés.

Es como si el rompecabezas del mundo se estuviera rehaciendo a marchas forzadas y la educación también fuera un puzle que resolver a cada momento. “Lo importante es ver cómo combinamos todo esto y creamos estudios que fomenten estas competencias para el futuro”, explica Marta Muñiz, vicedecana de la Universidad Europea.

Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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