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Los menores suelen superar a sus padres en conocimientos

Cómo se están saltando tus hijos los controles parentales que has puesto para acceder a Internet

Aunque muchos padres se preocupan de controlar el acceso de sus pequeños, y no tan pequeños, a los contenidos que pululan por Internet poniendo diferentes controles parentales en los dispositivos que tienen por su caso, en la mayoría de las ocasiones son poco o nada efectivos ante una generación que ha necido con los 0 y 1 en su ADN y suele estar varios pasos por delante en conocimientos informático que los que tienen sus padres.

Hay que asumir que su competencia en estos temas es superior y que, incluso sabiendo las tretas que vamos a comentar a continuación, puede que consigan aún burlar nuestro control para acceder a todo aquello que suena a "prohibido" (¿acaso no intentábamos lo mismo a su edad aunque fuera en un mundo análogico?). Sin embargo, en este juego del gato y el ratón generacional, vamos a intentar echar un cable a los que están en franca desventaja, los padres.

Proxy

Esta palabra es probable que sea la primera vez que la leen muchos, o mejor dicho, la han visto muchsa veces pero pocas veces se han preocupado de ella. Pues realmente es importante ya que si nuestro retoño es un poco hábil, para saltarse el control parental de una web puede recurrir a ellos como camino alternativo. Esto es, que dado que no podrá entrar a "webdecontenidonoadecuado.com", lo único que tendrá que poner es esa URL en sitios como Hide.me para poder entrar en ella. Este tipo de webs redirigen la petición a un servidor externo que se enmascara como una web legítima y, al final, el usuario puede acceder al contenido que queire sin problemas.

Muchos controles parentales filtran los proxies más conocidos, por esta precisa razón, pero no todos. Además, en la búsqueda de uno que le permita entrar en la web restringida en cuestión, puede acabar en un disgusto con malware de por medio.

Descubrir la contraseña

Una de las formas más comunes de saltarse los controles parentales es cambiar la contraseña. No es raro que los padres compartan alguna vez su contraseña del correo para un caso puntual con sus hijos - probablemente para que les arreglen algún desaguisado -. Los usuarios menos avezados tienen la costumbre de poner la misma para todo, y los avispados retoños lo saben - o pueden dar con la respuesta de seguridad a cosas como "cómo se llama mi mascota" o "donde he nacido" -. Pueden entrar con esta contraseña, cambiar temporalmente el control parental y cuando acaban, volver a dejarlo todo como estaba sin que quede rastro del "delito".

Conectarse al WiFi del vecino

Es otra treta, y esta es muy difícil de controlar. Si tenemos un vecino descuidado con el WiFi abierto o, simplemente, al pasar por su casa nos ha dado su contraseña, es posible que su señal nos llegue a nuestra vivienda. O simplemente, los menores de una u otra casa pueden pasarse las contraseñas para este fin. Si no tiene ningún tipo de control parental, ya no hay cortapisas para acceder al contenido que se quiera dentro de nuestra vivienda.

Ya en casos extremos, aquellos menores más hábiles pueden utilizar lo que se llaman programas "sniffers" que van analizando los paquetes que pasan por una web hasta que dan con el que tiene la contraseña. Esto es ya bastante difícil en los casos en los que se preocupan por poner contraseñas diferentes a las que vienen de serie, pero ¿cuantos personalizan la clave de su WiFi? Es fácil encontrarnos con el nombre de la conexión como ha llegado de fábrica, y ese es un objetivo claro.

VPNs

Al igual que los adultos usan estas herramientas para saltarse las restricciones locales que les ponen los servicios como Netflix para acceder a ciertos tipos de contenidos, pueden ser utilizadas para el mismo fin con los controles parentales. Al igual que los proxies, se pueden encontrar muchos de ellos y cada uno más discretos, incluso en forma de apps que permiten cifrar la comunicación entre el dispositivo del menor y el router, haciéndolo invisble a las condiciones del control parental y además a los ojos del operador o de la red, ya que todo lo que circula por ellos va cifrado y no se puede descubrir.

Navegadores portátiles

Quizás lo anterior sea un poco complicado pero esto no lo es tanto. Muchos navegadores tienen modos "ocultos" que también suelen estar bloqueados pero cosas como el Tor Browser, que se puede llevar en un simple USB y no tenerlo instalado en el ordenador, redirige el tráfico por diferentes lugares a nivel mundial para ocultar la identidad del usuario, lo que hace casi imposible saber qué está visitando en cada momento.

Visionado de imágenes "accidental"

Y es que aunque no se puedan entrar en una u otra web, si navegamos con el modo "incógnito" u "oculto" de nuestro navegador y pasamos una búsqueda por la pestaña de "Imágenes" de Google, podemos saltarnos cualquier restricción de contenido. La mayoría de la fotos que aparecen ahí están cacheadas en los propios servidores de Google, por lo que no se considera que estén alojadas en webs sensibles y, por tanto, pasan el filtro.

Google Translate

Finalmente una de las herramientas más útiles de Google se puede utilizar en contra. Y es que Google Traductor se puede usar como un proxy. Probablemente muchos padres no sepan que no sólo se pueden traducir frases o texto y que si ponemos una URL nos traduce una página entera. En este proceso, la página pasa a estar, a ojos del control parental, bajo los servidores de Google cuando realmente se puede acceder a casi cualquier contenido - es también una práctica muy típica cuando en nuestra empresa tenemos restrigido el acceso a ciertas URL -.

¿Hay forma de atajar todo esto?

Pues la única herramienta realmente útil para no verse abrumado por cómo pueden jugársela al control parental nuestros retoños es, simplemente, la educación. Explicarles por qué no deben acceder a ciertos contenidos y contener su curiosidad. La prohibición tampoco suele surtir buen efecto pero si el control del uso de los dispositivos conectados. No es lo mismo un niño de 10 años que un adolescente de 16, y aunque el uso de las herramientas de control parental suele ser útil, no puede ser una forma de fiscalizar el uso que hacen de las nuevas tecnologías.

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