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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El órdago de Mas y su efecto en la economía

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, explicitó ayer, con el respaldo de sus socios parlamentarios, el órdago soberanista al Estado español: puso negro sobre blanco la doble pregunta que hará a los catalanes en una consulta sobre la autodeterminación, y cerró una fecha concreta para llevarla a cabo, el 9 de noviembre de 2014. Esta decisión política refuerza una apuesta inequívoca por los hechos consumados, muestra el rechazo a cualquier proceso de diálogo y supone pisar un terreno nunca antes explorado en la historia de España. Además, tiene una trascendencia económica preocupante. Este cruce político del Rubicón significa que durante una larga temporada se gastarán vitales energías en deshacer una crisis política de envergadura, lo que puede poner en riesgo el proceso de recomposición financiera de España y su recuperación económica, aquello que más se necesita ahora, dado que seis millones de personas sin empleo no pueden esperar.

Aun considerando que en condiciones normales no habrá consulta, puesto que el Gobierno se ha manifestado con claridad en este asunto, comprometiendo el uso de cuantos instrumentos legales tiene a su disposición –recurso de anulación al Constitucional, primero, y si fuere necesaria, incluso, una suspensión de la autonomía a Cataluña–, el empleo de fuerzas y tiempo en desactivar este endemoniado mecano político será ingente, con una relación de daños colaterales hoy no cuantificable.

Es evidente que hay un creciente distanciamiento, aunque no necesariamente mayoritario, de la ciudadanía catalana del proyecto común que constituye España, y que en parte ha sido cebado por errores políticos, de uno y otro lado del arco ideológico, en los últimos años. Y evidente es que debe ser afrontado para reconducirlo con una revisión en las relaciones fiscales y financieras de la región catalana con el resto de España, puesto que están identificados los desequilibrios generados en los flujos de recursos. Pero debe hacerse con negociación sosegada, y teniendo muy claro el objetivo del diálogo: diseñar una relación cómoda para todos, explicando a la ciudadanía, de Cataluña y del resto de España, qué pasa con cada cosa si se recompone la situación y qué pasa si no se logra.

La política está para resolver problemas, aunque en esta ocasión los ha creado. La política está también para establecer con claridad el orden de las prioridades, y parece que hay pocas dudas de que hoy la primera e ineludible es superar la crisis económica. Por ello todos los pronunciamientos de responsables económicos, unos con más claridad que otros, cierto es, demandan resolver primero lo que es antes, y utilizar tal solución como mejor instrumento balsámico para recomponer la relación de España con una de sus regiones capitales.

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