Caprichos de paladar en Semana Santa
Dulces y otros productos para probar o adquirir en toda España en las fiestas de Pascua.
Estamos como estamos, pero casi nadie perdona la oportunidad para escaparse unos días en Semana Santa. Este año la crisis parece que va a cambiar las preferencias en los destinos vacacionales, y que el turismo por la geografía nacional va a ganar viajeros que en otras circunstancias optaban por salir fuera de España. La ocasión puede ser idónea para imbuirse de paisajes y paisanajes, para vivir de cerca las múltiples procesiones que jalonan el país y, por supuesto, para conocer de primera mano la gastronomía y productos de cada zona.
La Cuaresma todavía impone sus reglas en las cosas de comer. A los potajes de verduras y el protagonismo del bacalao en muchas de las cocinas regionales, se unen riquísimos dulces propios de estas fechas. Como los pestiños, esa masa retorcida, suave y crujiente, frita en aceite de oliva, que bañada habitualmente en miel hace las delicias de los más golosos. Hay quien se atreve a hacerlos en casa, pero en muchas pastelerías se compran de magnífica calidad, sobre todo en Andalucía, donde son típicos. Por ejemplo en la sevillana confitería Ochoa (Sierpes, 45), aunque también son muy populares en Madrid, con especialistas como la centenaria Casa Mira (Carrera de San Jerónimo, 30).
En Extremadura existe toda una tradición repostera artesana que la empresa Clemente Blanco (Badajoz) ha capitalizado en sus diferentes productos. Y precisamente en su línea gourmet elaboran pastas y dulces idóneos en la sobremesa o con el café de media tarde.
De pequeño tamaño -lo que se hace más apetecibles- se preparan totalmente a mano en su obrador, con materias primas locales. Así sus roscos de vino se encuentran en muchos establecimientos de la región, aunque también pueden adquirirse en tiendas de delicatessen de toda España. ¿Y con qué acompañar estas golosinas? Pues con un vino dulce, claro. Pero no necesariamente blanco. En la DO Jumilla se elaboran tintos dulces interesantes a partir de la variedad monastrell. Precisamente en el reciente certamen de calidad de los vinos de Jumilla (un concurso que premia los mejores de la DO), el premio en la categoría de dulces se lo ha llevado el Silvano García por su paladar aterciopelado y sus aromas.
Fuera de su ámbito de procedencia, el queso riojano de Cameros no es demasiado conocido, pero seguramente a partir de ahora lo va a ser más. Y es que acaba de ser avalado con DOP (Denominación de Origen Protegida, paso previo a la obtención de la DO). Originario de esta sierra riojana, se viene elaborando desde el siglo XI con leche de cabra; un queso de textura firme, de aroma profundo de maduración natural (cuando no son frescos), y un sabor intenso, ligeramente láctico.
Hay otros productos que sí gozan de merecida fama, y adquirirlos es obligado. Le pasa a las fabes, esas deliciosas y finas judías asturianas, verdadero emblema de la gastronomía del Principado. Un plus de garantía de calidad es comprarlas directamente al productor. Como es el caso de las que comercializa la empresa Monasterio de Obona, que las vende envasadas al vacío (con o sin compango), evitando que se sequen o deterioren. La fábrica, ubicada en el polígono industrial de Tineo, posee una tienda donde pueden adquirirse.
Idéntico caso es el de las patatas gallegas, cuyas cualidades gastronómicas no necesitan presentación. Avaladas por Indicación Geográfica Protegida, se cultivan en La Coruña, Lugo y Orense, y sólo contemplan la variedad kennebec. Son excelentes las que produce D. Agrícola en Xinzo de Limia (Ourense), que cuenta con tienda propia en la localidad (Río Arnoya, 6). Con DOP desde 2007, la mantequilla de Soria es sin duda la mejor de las que se hacen en España. No hay más que probar las de la marca Cañada Real: sus mantequillas naturales, dulces y saladas, aromáticas, acrecientan el prestigio de este producto castellano.