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A fondo

La red ultrarrápida de internet tendrá que esperar

Los hay más tajantes: 'Nadie está dispuesto a desplegar una red de fibra, ni siquiera Telefónica'. Y otros que lo son un poco menos: 'La crisis está haciendo que el proceso se tome con más calma'. Pero la meta final de las reflexiones es parecida: la creación de una red de fibra óptica que llegue a los hogares y les dé velocidades de acceso a internet de más de 100 megas y televisión de alta definición no está entre las prioridades inmediatas del sector español de telecomunicaciones.

En principio, para una aventura del calado de cablear toda España -incluso varias veces para responder a la deseada competencia en infraestructuras-, con una nueva red de tecnología cara y con una capilaridad prácticamente igual al número de hogares nacionales (ésa es la teoría) deberían estudiarse, como mínimo, tres factores. Son la situación económica general, la posición financiera de las empresas y la demanda o existencia de servicios. En estos momentos ninguno de esos elementos está ni un poco cerca de ser favorable.

La crisis económica mundial es una evidencia y ahora sólo se debate cuándo se iniciará la recuperación, no que se trate de una de las peores recesiones de la historia. A eso se añaden unas operadoras cada cual en una situación peculiar. Telefónica es la más saneada, pero también la que tendría que asumir la mayor inversión. Los desembolsos son elevados y el momento no anima a plantear un aumento de los gastos de la cuantía de un despliegue de red de fibra. De hecho, la operadora ya ha anunciado un recorte de 1.000 millones en sus inversiones en el mundo para este año, justo cuando en teoría los desembolsos deberían repuntar si contemplaran un fuerte desembolso para desplegar en España.

Se podría deducir que la inversión será comedida, pero no hace falta adivinar, porque la misma empresa lo reconoce. Siempre se ha pensado en un despliegue gradual y 'la crisis hace que nos lo tengamos que tomar con más calma', reconocen fuentes de la operadora.

Eso no quiere decir que se pare la inversión, pero sí se ralentizará. Entre otras cosas, porque como toda tecnología nueva, el precio de los equipos es caro y la situación económica da la oportunidad de frenar a la espera de que esas tarifas bajen, según aumente la escala de los pedidos.

La posición de Telefónica supone un respiro para sus rivales, que ven alejarse en el tiempo la amenaza de un competidor con una red de fibra ultrapotente. Y es que, sencillamente, la idea de emular al ex monopolio y tender una red alternativa de forma inminente no pasa ni por sus cabezas.

Orange está digiriendo aún las adquisiciones que la han llevado a ser quien es en España. Su situación ha mejorado, pero con rentabilizar su red de ADSL -la suya y la de Yacom- tiene más que suficiente.

Para Jazztel tampoco está lo primero de su lista. Tiene deuda por pagar en 2010 y su posición de caja no permite demasiadas alegrías. Vodafone podría hacerlo, pero no tiene claro que quiera y menos en solitario.

La idea de una unión entre ellas para compartir las nuevas redes está sobre la mesa. Jazztel tiene algo desplegado y sus compañeras se lo podrían alquilar, aunque faltaría llegar a los hogares. Los contactos son muy preliminares y no hay ningún acuerdo o plan concreto, lo que da idea de la poca urgencia que tienen. Orange lo dejó claro hace dos semanas. 2009 será un año para hacer pruebas técnicas, después ya se verá...

En este entorno, la iniciativa que tomó el martes Telefónica es significativa. Todo un plan anticrisis para los clientes, con descuentos a los parados y a las pymes de nueva creación, eliminación de la cuota de abono en telefonía fija y llamadas a un céntimo en móvil. Vodafone, Orange y Jazztel tendrán que reaccionar si no quieren que sus clientes se vayan con la competencia. Ellas aseguran que las rebajas de Telefónica todavía dejan los precios del ex monopolio por encima de los suyos, pero hacer algún movimiento de respuesta es casi una cuestión de imagen que no pueden obviar.

El resultado es una preocupación por afinar los precios, retener a los clientes que pagan y reducir la morosidad que deja muy lejos la fibra. Pero lo hace, sobre todo, por el tercer elemento de la ecuación, según resaltan varios competidores de Telefónica. Y ese último factor es la demanda o existencia de servicios.

'Telefónica no tenía pensado un fuerte despliegue, la crisis es sólo una excusa. Si ni siquiera tiene una oferta comercial potente de su ADSL de 20 megas, ¿cómo va a pensar en 100 megas?', se preguntan fuentes de los rivales. Pero es que para hacer inversiones lo más necesario es la expectativa de rentabilizarlas y eso no está nada claro.

No lo es, en primer lugar, otra vez por la crisis. La recesión es global, pero no universal, lo que significa que siempre habrá clientes dispuestos a pagar mucho dinero por nuevos y atractivos servicios, lo que pasa es que en una situación de recesión el número es menor y, además, falta la segunda parte de la premisa: que los servicios sean nuevos y atractivos.

Es cierto que la velocidad de navegación es un aliciente, pero a partir de ciertos niveles la diferencia entre ir a 25 o 30 megas es inapreciable. Es más, demasiada velocidad podría dar problemas con el procesador de los ordenadores. Los 100 megas sólo se justifican por otros servicios y sólo parece alcanzable por ahora la televisión de alta definición, que muy pocos canales dan. Si no hay oferta, mucho menos demanda, y más cuando se ha detectado que la televisión por internet es interesante, pero no un factor crucial para el cliente. Si no está claro su éxito en ADSL, donde conectar a un cliente cuesta 150 euros, es difícil que una empresa se arriesgue con una conexión de fibra, cuyo coste asciende a 1.000 euros por hogar, según cifras manejadas en el sector.

La conclusión de varias operadoras es que a la red de ADSL le queda mucha vida, porque los servicios más demandados hoy en día se pueden dar con ella. Incluso hay margen para mejorar, sobre todo en velocidad de subida y calidad de la televisión por internet.

La pregunta, entonces, es ¿para cuándo un despliegue tangible de fibra? La Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones fue bastante clara: espera una demanda de fibra 'muy limitada en los próximos dos años'. Y eso es optimista para otras fuentes del sector, mucho más rotundas: 'Faltan cinco años para que comience en serio el despliegue de la fibra y otros cinco para que se desarrolle el proceso'.

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