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Tecnología

La cámara de los horrores de HP

Antes de llegar al mercado, los nuevos productos de Hewlett Packard (HP) son electrocutados, arrojados a habitaciones heladas, calentados como si estuvieran en el desierto o lanzados desde camiones. Se trata de la 'tortura' a la que el gigante de la electrónica somete a sus dispositivos en un campus industrial en Roseville, una ciudad del valle de California.

Los ingenieros de HP presionan a los nuevos equipamientos informáticos más allá de los límites imaginados en la vida diaria, y ningún producto de HP pasa la inspección hasta que cumple con rigurosos estándares internacionales. "Dentro de estas cámaras podemos crear el clima de cualquier lugar del mundo", dice el ingeniero Greg Knutson. "Entre en esta caja y estará en el Ártico", indica, mostrando una habitación donde parece caer la nieve.

Su trabajo es darle una buena paliza a los productos de HP. "Básicamente, hago que estas piezas de tecnología atraviesen todo su posible ciclo vital en cinco minutos", explicó. Así, golpea, calienta, moja, sacude, expande y contrae cada pieza de equipamiento sentenciada a su laboratorio antes de que ésta sea lanzada al mercado. "Nuestra misión es hacer estos productos lo más blindados posible cuando lleguen al consumidor, no queremos que sean devueltos".

Desde "mesas que se agitan" que replican en forma precisa el movimiento generado por el terremoto de Kobe, que golpeó a Japón en 1995, hasta artefactos que simulan una caída desde la parte trasera de un camión en una autopista, Knutson se regodea torturando a la tecnología.

En su rol de gran inspector de HP, Knutson ha cerrado las rejillas de ventilación para sobrecalentar los ordenadores y golpeado ventiladores internos con destornilladores. "Pondremos toda una serie de servidores a 40 grados bajo cero durante tres días y luego en cinco minutos tenemos que tenerlos funcionando", explicó Knutson, que indica que sus pruebas son aceptadas en todo el mundo. Todo el equipamiento enviado a su "laboratorio de dinámica y climatización" debe atravesar las condiciones más extremas para revelar sus debilidades o defectos.

En un laboratorio de descarga electrostática, David Bernal utiliza una pistola para lanzar 20.000 voltios a un estante con equipamiento informático decorado con caras sonrientes. El equipo también está encargado de probar los productos ante ondas sónicas perjudiciales. En una habitación insonorizada los productos son estudiados para regular su potencial interferencia por ondas de sonido. "Es como cuando encendías la aspiradora y la pantalla de la televisión se llenaba de rayas", explicó el ingeniero Ken Hall. "Es básicamente lo mismo que probamos".

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